Yo creo que la mayoría de personas cuando se nos pregunta que es lo más importante de la vida, automáticamente podemos pensar en el dinero.
Otro grupo puede pensar en el amor y quizás los que no la tienen, piensan que la salud es lo más importante de este Universo.
En otras palabras, podríamos decir que aquello que no tenemos es aquello que consideramos lo más importante.
Respecto a esto, hace algunos días escuché una anécdota que cuando Mahatma Gandhi estaba en la Universidad se ganó un “admirador”.
Este “rival” era un profesor que sentía desprecio hacia Gandhi, posiblemente por sus creencias o convicciones sociales.
Y en una oportunidad, con la intención de ridiculizarlo le preguntó si se le concediera un deseo ¿qué pediría entre dinero o sabiduría?
Mahatma respondió que ¡por supuesto dinero!
El profesor no podía creer la oportunidad que tenia para burlarse y le dijo “pues yo elegiría la sabiduría”.
Gandhi simplemente le dijo: “cada cual tomaba lo que le hace falta”.
Aquí podemos ver que lo más importante para nosotros es aquello que carecemos.
Pero si hablamos del ser humano promedio, podemos concluir que su dios personal, vendría siendo el dinero.
Si observas a tu alrededor, la mayoría de personas gozan de buena salud.
También podemos decir que, respecto al amor, mas o menos a todos nos va bien.
Incluso, así hayamos pasado por una decepción amorosa, este sentimiento nunca nos abandona.
Pues está acompañándonos a través de nuestros padres, hermanos, tíos, primos, amigos, vecinos, etc.
En cambio, la mayoría de nosotros padecemos de problemas financieros.
Anhelamos tener mucha riqueza para viajar, comprar objetos, y hasta ponernos más atractivos.
Pero cuando lo tenemos, nos llegamos a sentir muy seguros, poderosos, e incluso intentamos pasar por encima de los demás.
Respecto a esto, hace algunos días, observé como un personaje llegó con su vehículo a una estación de servicio.
Aparentemente la persona se notaba muy soberbia y pidió que le entregaran su automóvil limpio a las 2 horas.
Cuando le preguntaron cual de los trabajadores deseaba que se lo lavara, comenzó a usar un lenguaje bastante soez contra ellos.
Al parecer ninguno de los trabajadores de allí le dejaba su auto limpio, y no estaba muy contento.
Pero tampoco se iba a otra estación de servicio, sino que insistía en esa.
Uno de los trabajadores dijo que ese personaje nadie se ha atrevido a frenarlo y por eso era tan grosero con ellos.
Comentaban entre ellos que, por tener dinero, pensaba que tenia la autorización para tratar mal a los demás.
En esto uno de ellos dijo, el dinero no vale nada y comenzó a contar una historia que vivió durante la cuarentena el año pasado.
Dijo que cuando todo comenzó, una de las primeras cosas que escasearon fue el pan.
En los barrios había largas colas y muchos tenían que esperar hasta 3 o 4 horas por este.
Lo único que se encontraba era dulces y refrescos.
Varias personas ofrecían a los de la fila billetes de gran denominación para poder ingresar al menos a la mitad de la fila.
Las personas en la fila simplemente les decían, “¿sabe cuánto vale su billete en este momento? ¡Absolutamente nada!”
Esto nos hace pensar que el dinero no es lo que vale.
Recuerdo que antes de la pandemia en mi localidad hubo un daño en el acueducto.
Aproximadamente por 3 días tuvimos el agua de forma intermitente.
Era impresionante ver como todos salían a las tiendas, supermercados e incluso otras ciudades a buscar agua.
Puede que tú me digas, pero Gabrielito lindo, con bastante dinero puedo hacer que otros consigan las cosas por mí.
Mira, en momentos de dificultad, todos nos ponemos en modo supervivencia.
Puedes tener un estadio de fútbol lleno de dólares, pero si no hay gente que esté trabajando para ti, sino que está pensando en su supervivencia, de nada te servirá.
En modo supervivencia solo nos interesa la vida de los seres que amamos.
¿Vas comprendiendo que es en realidad lo más esencial para nosotros?
Por eso el dicho popular reza: “es mejor tener un millón de amigos que un millón de dólares”.
Y aquí hay que tener un punto de equilibrio en cuanto al dinero.
No debemos romantizar la pobreza diciendo cosas como “el dinero no hace la felicidad”.
Yo que pasé hambre y necesidades te puedo decir que no hay nada divertido en eso.
La verdad es deprimente irse a ese extremo y como todo extremo es nocivo.
Ten suficiente y gástalo.
Incluso dale a los demás si ves que puedes y lo necesitan.
En su gran mayoría la gente no necesita dinero, sino que les enseñes a ganárselo.
Esto puede ser a través de ideas, haciéndole ver las posibilidades que tiene esa otra persona.
Tristemente a los seres humanos no nos gusta hacer eso, pues pensamos que, si les enseñamos, nos puedes sobrepasar.
Algo así como ser mejores que nosotros y llegar a tener más dinero que nosotros.
Pero eso también forma parte de una mentalidad de pobreza y sobre todo dominada por el miedo.
Mira, sentía exactamente ese miedo de ayudar a los demás.
Pero me di cuenta que, aunque me superaron, fueron los que con el paso de los años me dieron la mano para levantarme.
Todo lo que hagas, siempre va a recibir una recompensa, ya sea buena o mala.
No actuar, también te va a entregar una recompensa por ese acto.
Así que quiero animarte mediante esa información a valorar lo que realmente es esencial en tu vida.
La gente que te rodea no está allí por casualidad, sino que la Vida los ha juntado para que expresen su grandeza.