Hace algunos días se presentó un problema con unos vecinos que al parecer hasta se iban de golpes.
Según lo que pude comprender de la situación era que uno de ellos estaba reconstruyendo su casa y al momento de pintar las nuevas rejas de seguridad de las ventanas, no tomó la precaución y manchó el automóvil del otro.
Y ya te imaginarás el quilombo o como decimos en mi localidad, el “mierdero” que se armó.
Bueno, y gracias al carisma de este angelito, al parecer intentaron cada uno contarme su versión para que los ayudara con la otra parte.
Estos berracos ya me querían coger de árbitro.
Y en este tipo de “chismes” yo no me suelo meter para nada, así que lo único que me limité a hacer fue escucharlos y devolverles la pelota con la pregunta “¿y qué piensas hacer?”.
Sin embargo, después de todo ese evento, cuando ya estaba a punto de irme a dormir, uno de ellos me tocó la puerta para que le diera un consejo.
No sabía si vender su auto o irse a otra localidad para evitar tanto problema, pues en el sitio donde vivió anteriormente le llegó a ocurrir algo similar.
Al parecer lo estaba persiguiendo la mala suerte.
Y la verdad puede ser muy desalentador salir de un sitio para encontrarse de nuevo con lo mismo.
¿Y sabías que esto suele pasar mucho?
Por ejemplo, cuando salimos corriendo de un trabajo por que tuvimos problemas con un jefe cansón, existen altas probabilidades que en el nuevo trabajo nos encontremos con alguien similar.
Así que esto puede ir revelando que el problema no es el ambiente al que vayamos sino nosotros.
Y tal vez en este punto me digas “Gabrielito lindo, si yo soy un ángel, un alma de Dios, ¿por qué me pasan este tipo de cosas?”
Yo sé que es muy difícil para nosotros aceptar que nos equivocamos.
Nos acostumbramos toda la vida a culpar a los demás incluso por nuestras propias decisiones.
Mira el fenómeno que ocurre en las parejas.
La gente se separa, pelea y luego culpa al otro porque hizo o no hizo esto o aquello.
¿Pero quién fue el pendejo que viendo las señales se quedó allí de jetón?
Porque las cosas malas no ocurren de la noche a la mañana.
Estas siempre avisan con anticipación.
Ya sea tu pareja, un jefe o cualquier otro, no amanece tratándote mal.
Primero comenzó hablándote fuertecito o regañándote en nombre del orden o productividad.
O tal vez te dio un “empujoncito”.
Así que le comenté a este vecino que considerara que dentro de él existía algo que podría estarlo perjudicando vaya donde vaya.
De inmediato me dijo “es cierto Gabrielito, usted le cae bien a todo el mundo”.
“Siempre veo que lo buscan para hablar o hasta para consejos como en mi caso”.
Y lograr eso es fácil pues existen 5 maneras de hacer que el carisma mejore tus relaciones en general.
La primera es hablar con las personas.
No se trata de chismear con ellos sino simplemente preguntarles como están.
Un saludo no se le niega a nadie, ni unos minutos de interés en la persona tampoco.
La segunda es saber “mediar” entre conflictos.
Si observas, anteriormente te dije que no me gusta mucho servir de intermediario porque eso puede prestarse para conflictos con alguna de las partes.
Simplemente es escucharlos y devolverles la inquietud preguntándoles que piensan hacer.
La tercera es ofrecer ayuda.
Por ejemplo, si un vecino se quedó fuera de su casa porque las llaves están dentro, puedes acercarte al menos para darle ánimos.
¿Cuántas veces vemos con risa detrás de la cortina como estos pendejos intentan abrir su puerta a patadas?
Bueno eso es una oportunidad para que la gente comience a respetarte y admirarte.
La cuarta es ser amigable y comprensivo.
En realidad, no sé qué ocurre con nosotros, pero entiendo que a veces nuestros problemas personales y estrés hacen que nos aislemos de los demás.
Así que es bastante complicado este cuarto punto pues nos da pereza hasta saludar a otros.
La quinta es promover la colaboración entre vecinos.
Así como te vuelves un líder para reunir dinero en una fiesta para comprar licor, exactamente es hacer lo mismo para limpiar una zona verde o reparar algo de tu localidad.
Mira, nosotros por lo general decimos que “nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo”.
Pero si analizamos nuestras acciones, ¿cómo piensas caerle bien a todos, siendo una persona antipática y hasta antisocial?
Es muy difícil hacer eso y esperar que la gente en la calle te ponga alfombra roja y te traten con amor y respeto.
Así que, mediante esta información, quiero animarte a dejar de ser tan apático con tu propio bienestar.
La mayoría de nosotros queremos vivir bien, pero en realidad que estamos haciendo para lograr eso.