Una de las cosas que más nos detiene en la vida son los miedos.
Con esto me refiero a los miedos que no tienen fundamento, como por ejemplo el miedo a cambiar de trabajo, ciudad, etc.
El miedo es un mecanismo de defensa para ayudarnos a sobrevivir o que no nos hagamos daño.
Pero hay miedos tan tontos que cuando uno los analiza no puede dejar de pensar que el tonto realmente fue uno al dejarse llevar por esto.
Incluso a mí, hace poco me ocurrió un evento que casi me paraliza.
En mi trabajo siempre me he enfrentado a desafíos grandes que por lo general yo he dicho: “hasta aquí llegué”.
Para luego terminar haciendo el trabajo y riéndome de lo fácil que era eso.
Y que el haberme preocupado fue algo innecesario.
Bueno hace un par de semanas por motivos de fuerza mayor, me tocó “heredar” el trabajo que había realizado otro compañero que se fue.
La metodología que el usó no era de mis preferidas.
Para ponértelo en términos menos técnicos, a mí me gustan las cosas muy simples.
Es por eso que me gusta el postulado de la “navaja de Ockham”.
Este es un principio lógico y filosófico el cual establece que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”.
En la informática es vital que las cosas sean simples y eficientes.
Y la verdad desde mi punto de vista, esa metodología empleada por mi compañero era muy compleja.
Bueno, cuando yo recibí ese proyecto también pensé “hasta aquí llegué”.
Pero recordaba las muchas veces que también había pensado lo mismo.
Fue entonces que, para relajarme un poco, salí con un amigo a una cafetería.
Y justo este personaje me contó que se acababa de enfrentar a un problema casi que sin solución en su trabajo.
Pero que al final lo había solucionado y había mejorado todo el proceso que le tocaba realizar.
Yo pensaba que cuando será que yo estaré diciendo lo mismo con ese trabajo que me tocaba enfrentar.
Así que me animé y le conté lo que me pasaba.
El me habló sobre la historia de los bisontes y las vacas cuando viene una tormenta.
Por ejemplo, las vacas cuando ven una tormenta, intentan huir de ella hasta que las alcanza.
Por el contrario, los bisontes tienen un comportamiento muy particular.
En lugar de huir de las tormentas como lo hacen la mayoría de los animales, se dirigen hacia ella.
Nosotros acá diríamos que esos animales están locos.
Pero este comportamiento tiene una lógica poderosa.
Al enfrentarse directamente a la tormenta, los bisontes atraviesan la zona de mal tiempo más rápido que si intentaran huir de ella.
Lo cual prolongaría el tiempo que pasarían bajo condiciones adversas.
Este enfoque les permite minimizar el impacto de la tormenta en su bienestar.
Bueno, mi amigo me dijo que la mayoría de nosotros hacemos como las vacas.
Dilatamos hasta mas no poder, los problemas a resolver, pues en general nos da miedo físico porque calculamos un mal resultado.
Y por no enfrentar los desafíos que tenemos, nos amargamos la vida robándonos el bienestar.
Bueno, cuando mi amigo terminó de contarme esto, salí corriendo con el cuchillo entre los dientes a enfrentar ese desafío que tenía.
Y no me lo vas a creer, pero esa misma noche, aunque me acosté tarde, pude resolver el primero de muchos requerimientos pendientes.
En cuestión de 2 semanas logré dominar esa metodología que en un principio parecía imposible y que, de no ser por la historia de mi amigo, allí todavía estaba dilatando ese proceso, sufriendo y gratis.
Así que quiero animarte, mediante esta información, que seas como el bisonte y enfrentes sin miedo, de frente y por el centro cualquier desafió.
Si no lo haces vas a dilatar el sufrimiento.
Al final verás que los problemas no son tan graves e imposibles como los creías.
Mira, los problemas no se van a ir o resolver solos.
Y si se resuelven “solos” lamentablemente no vienen con resultados que te beneficien.