Una de las cosas que más nos suele generar malestar respecto al dinero es la palabra “presupuesto”.
No hay cosa que nos asuste, moleste o produzca pereza que escuchar esta palabra.
Es por eso que no planeamos como vamos a gastar el dinero o invertirlo.
Es más, ni siquiera tenemos idea de cómo hacer eso.
Respecto a esto, hace pocos días estaba hablando con un señor que trabaja en la empresa encargada del aseo de mi localidad.
Me contaba que hace poco hubo una feria en la ciudad.
Y que muchos de sus amigos estaban “ladrando” o llorando porque se gastaron el dinero en ese evento.
Así pues, varios de sus compañeros al ver que él no había asistido a esa feria, estaban esperanzados en que él les prestara el dinero para poder llegar a fin de mes.
Todo esto es consecuencia de no saber nuestro estado financiero antes de consumir algo.
¿Cómo rayos haces para recibir un dinero y gastarlo de forma irresponsable, aun conociendo que vienen otros gastos tan importantes?
Aquí es donde entra el concepto de presupuesto.
Es por eso que vamos y nos “deshacemos” del dinero que hemos ganado.
Y cuando menos pensamos nos gastamos el dinero del arriendo, alimentación, colegio, etc.
¿Y adivina cual es la solución que le damos a nuestra situación, causada por nosotros mismos?
Recurrimos al préstamo, con amigos o entidades financieras.
Y así entramos en la eterna carrera por trabajar sólo para pagar deudas y medio comer.
Llegando solo a fin de mes, mediante préstamos de dinero.
Haciendo que nuestra vida se convierta en una insoportable carga de infelicidad.
¿Pues quien en sus 5 sentidos puede vivir tranquilo conociendo que tiene compromisos financieros que cumplir?
Bueno, hay excepciones a esto y durante mi vida he conocido unos pacientes que no les importa que les pueda pasar.
Hasta les ha tocado esconderse de los deudores.
Y quizás en este momento me preguntes: “Gabrielito lindo, si estoy en una situación como esta, ¿cómo puedo solucionarla y salir de ese ciclo de deuda eterna?”.
Bueno, yo creo que la experiencia que tuvo mi nutricionista te puede dar una pequeña orientación.
Ella me contó que hace muchos años entró en el “privilegio” de tener deudas.
En mi localidad existen unas personas que viven de prestar dinero a otros, sin requisitos.
El único problema es que los intereses por el dinero prestado son bastante altos.
Y prácticamente le estás vendiendo tu alma a Satanás, pues donde no pagues, estas personas hasta pueden hacerte daño.
Esta es una actividad no muy legal que digamos.
Pero demasiada gente acude a ellos por la “facilidad” y es prácticamente imposible controlar eso.
Así pues, esta señorita comenzó a ponerle freso a sus compras.
Se limitó a comprar estrictamente lo necesario y con esto tuvo la disciplina para pagar a sus acreedores.
Lamentablemente nos toca dejar de comprar cosas para impresionar a otros.
Y esto es algo que nuestro ego no le gusta.
Por eso es tan difícil salir de las deudas y preferimos convertir nuestra vida en una carga insoportable de infelicidad.