Sin embargo, también muchos de esos planes que teníamos, tuvieron su fecha de caducidad.
La mayoría no fueron por temas de imposibilidades, sino más bien porque nos olvidamos de cumplirlos.
Tal vez nos dio miedo, pues frente a la primera dificultad, creímos que se trataba de algo imposible.
Y cuando vemos a alguien hacer eso que pensábamos imposible, es donde sacamos cualquier tipo de excusa para disimular nuestra falta de competencia.
A nivel personal conozco el caso de un joven que admiraba mucho por su sabiduría y poder personal.
Tristemente su vida cambió de un momento a otro.
Quizás por su soberbia se sintió el dueño del mundo y cometió algunos errores que incluso lo llevaron a problemas judiciales.
Este muchacho en la actualidad siente que no se puede levantar y regresar a lo que algún día consideró su mejor versión.
Es como si hubiera perdido totalmente su voluntad y sus ganas de luchar.
Y se ha puesto a esperar a que venga algún ser espiritual a salvarlo de su malestar actual.
Y con esto no te estoy diciendo que uno no debe creer en un poder superior.
Al contrario, si eres seguidor de este canal desde hace un buen tiempo, habrás notado que siempre he dicho que se vive una mejor vida si tienes la creencia de que algo más grande te está ayudando.
Es más, yo siempre he creído que, si no fuera por algo más grande o extraordinario, yo nunca hubiera salido de mi crisis financiera.
Si fuera por mí, yo todavía estaría durmiendo en el suelo y viviendo de la caridad de mis parientes.
Y te lo digo no porque yo estuviera con las manos cruzadas esperando al angelito trajeado con la maleta y el millón de dólares a solucionarme la vida.
Sino porque a pesar de todos mis esfuerzos por salir de esa situación, parecía que cualquier puerta que intentara abrir se cerrara.
Es por eso que llegué a la conclusión de que algo más allá de mi comprensión definitivamente me ayudó.
O me quieren mucho o es que valoraron todo ese esfuerzo que hacía para salir de la situación.
Y si tú estás en este momento en una situación similar, créeme que entiendo perfectamente la frustración que se siente de luchar con el cuchillo entre los dientes y no ver resultados.
Pero como lo mencioné en un tema pasado sobre la historia de los 2 náufragos, no dejes de orar, ni de remar.
En algún punto las cosas te van a cambiar si persistes.
Aunque a veces es bueno mirar si lo que estás haciendo, está bien.
Si haces algo y no funciona, hay que observar si se puede hacer de otra y mejor forma.
Recuerda que locura es hacer miles de veces la misma cosa y esperar un resultado diferente.
Y puede que en este momento me preguntes: “pero Gabrielito lindo, ¿y si lucho con todas mis fuerzas y finalmente me voy de este planeta sin cumplir mis sueños?”.
Lamentablemente eso es una posibilidad.
Pero si no luchas por lo que quieres, te aseguro que al final de tus días te vas a lamentar.
Mira, en mi caso hay metas que aún me faltan por cumplir.
Y en algún momento me hice esa pregunta y llegué a tener miedo de irme de este planeta sin cumplirlas.
Pero al menos no me voy a ir sin pelear.
Uno debe irse con la satisfacción de haberlo intentado.
Es decir, irse sin remordimientos de que pudo haberlo hecho y nunca lo hizo.
Desde mi punto de vista, el mayor pecado, que existe (si podemos llamarlo de esa forma) es la omisión.
Eso es prácticamente dejar de vivir lo que uno realmente siente en su corazón.
Si no vives bajo tu verdad, realmente estás viviendo una vida que alguien más te ha impuesto.
Y definitivamente bajo esas condiciones, podemos decir que nunca vas a alcanzar el bienestar.
Se supone que las experiencias nos ayudan a ser mejores personas y adicionalmente nos ayudan a no volver a cometer los mismos errores.
Sin embargo, en la práctica, no siempre funciona de esta misma forma.
Por ejemplo, si hablamos de malas experiencias en el amor tenemos la tendencia a creer que la siguiente persona con la que estemos, nos vaya a hacer daño.
Esto viene siendo injusto para una persona, pues nuestro temor a sentir nuevamente dolor, nos impide darle el 100% de nuestro amor.
Así pues, se lo vamos dando de forma mezquina y haciendo que la persona de desanime con nosotros.
De esta forma “confirmamos” nuestra teoría que esa persona también nos iba a hacer daño, concluyendo que no nacimos para el amor.
Y ni que decir si hemos fracasado en los negocios.
El temor a volver a caer nos puede frenar de avanzar, ya que perdemos nuevas y buenas oportunidades financieras.
Y de forma similar concluyendo que no “nacimos” para ser ricos.
Respecto a esto, con estos ojitos que tantas cositas bonitas han visto, pude observar el caso de una señorita que a pesar de no tener una infancia fácil siempre ha tomado riesgos en su vida.
Nunca se dejó vencer por el miedo al fracaso.
Y eso que ha tenido muchos en su vida.
La mayoría de nosotros con el primer fracaso nos paralizamos y preferimos quedarnos donde estamos.
Esta señorita a pesar de haber perdido dinero en negocios, nunca se rinde y con miedo y todo, se lanza nuevamente a intentarlo.
Y puede que nos preguntemos en este momento, como es posible que una persona después de haber fracasado saque el valor para seguir adelante.
Desde mi punto de vista, el miedo se basa en nuestra “lógica”.
Esa “lógica” constantemente nos dice que algo no nos conviene.
Si observas, para nuestro cerebro hoy en día todo es amenaza.
Allí es cuando vienen los “¿y sí?”.
Y si me equivoco, y si me vuelven a hacer daño, y si me estafan.
La “lógica” no sirve sino para detenernos junto con el miedo.
Porque al final por ese miedo no vamos a actuar y no va a pasar nada interesante en nuestras vidas.
Vamos a seguir en el mismo sitio.
Y con esto no te estoy diciendo que salgas corriendo a prestarle atención al primer embaucador que veas en la calle.
De estafadores está lleno el mundo.
Por ejemplo, si se trata de arriesgar mucho dinero en un negocio y la intuición te está diciendo que mejor no, escúchala.
Mas bien se trata de confiar con cosas simples o cantidades de dinero pequeñas.
Recuerda siempre el dicho popular que reza: “la avaricia rompe el saco”.
Precisamente los grandes fracasos en el pasado te han ocurrido ya sea por confiado o por avaricioso.
Como dice mi señora madre “el que no cojea de un lado, cojea del otro, pero nadie camina derecho”.
Es por eso que en ningún aspecto de la vida existe una persona 10 puntos de 10 en todo.
Siempre estamos fallando en algo, sobre todo en el ámbito emocional.
Y una de las cosas que más nos perjudican, son las emociones que sentimos acerca del pasado.
Puede que nos hagamos los “saludables” emocionales y no hagamos caso a estas emociones.
Pero cuando menos pensamos, estas salen a flote y prácticamente nos sabotean ya sea en la salud, dinero o en algo tan importante como el amor.
Es por eso que si ves personas que les va bien en el amor, pueden llegar a tener problemas económicos.
O como pasa en la mayoría, no solo tienen jodida la salud, sino el dinero y están en la más absoluta soledad.
Y tal vez me estés preguntando en este momento, “pero Gabrielito lindo, ¿qué tienen que ver las emociones con que nos vaya bien o mal en la vida?”
Bueno, las emociones son tan importantes que se puede decir que el 98% de las cosas que hacemos, dependen de ellas.
Digamos que vas al supermercado a comprar un detergente.
Un sitio de estos está estratégicamente distribuido para que no solamente compres ese artículo.
Es por eso que cuando sales, terminas comprando no solo ese artículo, sino que te “acordaste” que te faltaba algo más.
Esa “necesidad” de comprar fueron tus emociones que jugaron junto con la estrategia del supermercado para que consumas.
Y añádele a esto, que no hayas comido nada durante horas.
Terminas consumiendo el segundo almuerzo en ese local.
Así pues, las emociones nos traicionan para hacernos caer, o también nos apoyan para levantarnos.
Porque si estas emociones son positivas, te van a ayudar a conseguir lo que deseas.
No obstante, la pregunta importante en este tema seria, ¿cómo cambiar esas emociones o aprender a soltarlas, si todo el tiempo me controlan?
Yo creo que el consejo más sabio, respecto a esto, se lo podemos aprender al señor Hermes Trimegisto, “como es adentro es afuera”, en su famosa ley de correspondencia.
Si llevamos esta información al campo emocional, podemos darnos cuenta que el reflejo de nuestro mundo exterior, es lo que llevamos por dentro.
¿Te has preguntado qué pasaría con nuestras emociones al afectar nuestro mundo externo, es decir el proceso contrario?
Bueno, según mi experiencia personal todos estos años de pruebas y laboratorios con la gente, porque yo si no experimento con los animalitos, si se cambia.
Mira nosotros somos acumuladores por naturaleza.
Exactamente eso mismo estamos haciendo con nuestras emociones.
Te recomiendo que para empezar depura tu casa de objetos que no sirven para nada, salvo estorbar.
Si me haces caso, vas a notar que tus emociones te indicarán que no debes hacer eso.
Y esto es porque tu mundo exterior, está muy conectado al interior, al de las emociones.
Los expertos en Feng Shui recomiendan que si tienes un objeto que hace más de un año no utilizas, véndelo, regálalo, alquílalo o lo que sea, pero deshazte de él.
Con solo pensar en hacer eso, verdad que de inmediato algo te dice que mejor no, pues tal vez, en el futuro, ¿lo vas a utilizar?
Sientes miedo y pesar de salir de eso.
¿y qué te hace pensar que vas a volver a utilizarlo después de tantos años allí guardado solo estorbando?
Esas son tus emociones dañinas que te tienen aferrado al pasado.
A eso que ocurrió y que no puedes ya hacer nada.
O a eso que te gusto pero que nunca más volverá a ser.
Ese tipo de emociones no dejan que prosperes o que entre algo nuevo y mejor a tu vida.
Si realmente quieres tomar el control de tu vida, te recomiendo primero sacar objetos que tengas en casa.
Estas cosas representan en tu entorno físico aquello que te tiene atado emocionalmente, sufriendo innecesariamente en la vida.
Cuantas veces le pedimos a Dios, al Universo, a la Vida o como prefieras llamarlo que queremos cambios y ser felices.
Pues si sigues conservando desorden físico en tu entorno, seguirás experimentando caos emocional.
Decía el finado científico Albert Einstein que la decisión más importante que tomamos es si creemos que vivimos en un universo amistoso u hostil.
Y esta decisión es algo que se toma cada día y en cada instante, en cualquier cosa que hacemos.
No es lo mismo levantarte de madrugada, abandonar el calor de la cama e incluso con mucho sueño para hacer tus labores y ganarte el sustento.
A levantarte con mucho entusiasmo pensando que este día va a ser mucho mejor que el anterior, donde tendrás la oportunidad con tu trabajo de ayudar a las personas.
En el primer caso, esa actitud no generará la energía para cumplir tus objetivos.
En el segundo el evidente que no importa como sea el día de esa persona, algo va a cambiar en su destino.
A pesar de estos puntos de vista diferentes, las personas tienen algo en común y es la creencia en un poder superior.
Y aquí puede que me digas “Gabrielito lindo, allí si estás completamente equivocado porque yo no soy creyente en nada.”
Mira, independiente del concepto que tengas sobre esos temas tan polémicos, tú siempre creerás que hay algo más grande que tú.
No importa el nombre que le des, ya sea Universo, Vida (como en mi caso), Dios, Ángeles.
Divina Providencia, el Futuro, las estrellas, tú mismo o lo que sea.
Siempre acudimos a ese algo especial cuando estamos en problemas.
A nivel general todo el mundo habla de Dios o “mi Diosito” como se escucha popularmente.
La mayoría de personas gritan a los 4 vientos que sin él no son nada, que los bendice más que el resto de los mortales, y bla bla bla.
Pero un pequeñísimo porcentaje de esas personas, realmente colocan su confianza en ese poder superior.
Lo acabamos de ver en el año de “los Gemelos”, con el visitante que nos llegó de “improviso”.
Espero que me estés entendiendo porque hay temas que en estos medios está prohibido tratar porque te llevan a la hoguera.
El punto fue que lo primero que les dieron como solución, la gente salió corriendo y en fila para “salvarse”.
Y sin tener la certeza de que benditos rayos trae eso.
O como puede afectar mi vida en el futuro, etc.
A punta de fe ciega, con absoluta obediencia y sin cuestionar las posibles de las intenciones de terceros.
Y la pregunta interesante de esta situación es, ¿bueno y entonces ese Diosito sirvió de adorno?
Porque yo no vi a ninguno o al menos muy pocos decir “mi Diosito me va a proteger”.
De hecho, una vez hablando con un señor que me transportó, sobre estos temas, me dijo que él, por necesidad nunca se quedó en casa, sino que tenía que salir a trabajar.
Todos los días hasta la fecha se encomendaba a su Diosito para protección y que le iba muy bien.
Mira, tal vez no te va a gustar lo que vas a escuchar de mi linda boquita, pero a la gente ese Diosito no le sirve ni para un C.
Sirven más las tetillas en los hombres.
Si yo mantengo predicándole a los demás de mi Diosito, es porque tengo plena confianza en él y no en las primeras palabras de otro igual que yo o hasta peor.
Mira la vida te quiere dar lo que pides, pero tu actitud debe soportar tus palabras.
Una cosa es decir quiero esto o voy a hacer esto, y otra la actitud con la que encaras los desafíos para lograrlo.
Respecto a esto, hace menos de una semana me encontraba de trasteo.
Asumo que ya te habrá tocado y no hay cosa más aburridora y cansona que trastear tus cosas para otro sitio.
Y eso que no tengo muchos porque me gusta el estilo minimalista.
Por mi yo sólo tendría una cama, mi cepillo de dientes y un vaso para tomar agua.
El caso es que en mi imaginación calenturienta yo dije “nuuuuuu, yo ese paseo no me lo hecho al hombro nunca”.
Me fui al centro de mi localidad y contraté a dos ayudantes, con los cuales acordé iniciar a las 3 de la tarde.
Bueno esos berracos nunca aparecieron y el camión de la mudanza ya estaba parqueado y listo.
Lo primero que pensé fue en las 2 opciones que tenía.
Ponerme a llorar y aplazar el trasteo.
O enfrentar la responsabilidad y hacerlo solo, así me tarde varios días.
Como soy bastante valiente me fui por la opción 2 y comencé a subir al camión las cosas menos pesadas.
Encima de eso comenzó a lloviznar, pero en mi mente yo me repetía, esto no me va a detener.
La Vida me tiene que dar una solución así que adelante sin miedo y de frente hacia mi objetivo.
Cuando ya casi había terminado con las cosas pequeñas vi que estaba pasando en frente mío un joven con una carreta de madera haciendo reciclaje.
Yo de una lo saludé y le dije “joven ¿quiere ganar dinero?”.
Él me dijo que si y le expliqué que era para ayudarme a trastear cosa pesadas.
El venía tomándose una sopa en un recipiente, la dejó en la carreta y se puso de inmediato a ayudarme.
El caso es que ese día terminé de trastear todo a las 10pm.
Claro está que desde el fin de semana estoy bastante cansado y con dolor en todos los músculos.
Me siento como si nunca hubiera hecho ejercicio en toda mi vida.
De hecho, los entrenos que he realizado estos días en la madrugada han sido bastante incómodos por el dolor.
Y lo más importante, esto me reconfirmo y entrenó a mi cerebro a no darme por vencido sino seguir adelante con fe y el propósito de las metas que uno tenga.
A mí no me quita nadie de la cabeza que ese joven fue un enviado de la Vida.
Y te puedo garantizar que todo en la vida es similar a lo que viví en esta pequeña aventura.
Todo proyecto que quieras llevar a cabo, va a tener sus momentos de dificultad.
Porque requiere cambios y ajustes en tu vida.
Todo cambio es traumático, pero de nosotros depende hacerlo más complicado.
O peor, desistir de él simplemente porque obtuvimos una pequeña resistencia.
Así que quiero animarte, mediante esta información a confiar más en los procesos de la Vida.
Tu poder superior quiere lo mejor para ti, pero debes tener carácter y abandonar el miedo venga lo que venga y que se quiera interponer.
Muchas personas me preguntan a diario como hago para vivir en bienestar con todo lo que está pasando a nivel mundial.
Y quizás esta inquietud les surge pues yo disfruto de absolutamente todo lo que me rodea.
Me encanta la Vida y, sobre todo, cualquier cosa que tenga que hacer, la realizo con mucha alegría y entusiasmo.
Para que puedas entender mi “secreto” sobre el bienestar, te lo debo ilustrar con una situación que me ocurrió ya hace muchos años.
Resulta que en oportunidades y por no volverme tan sedentario, me iba caminando desde la casa, hacia el trabajo.
Aproximadamente había un kilómetro de distancia entre los dos puntos y para no aburrirme, tomaba mis audífonos y el teléfono para ir escuchando mis audios de programación mental.
En cierta oportunidad que iba camino a casa para almorzar, me encontré a 3 personajes.
Su aspecto no era muy elegante que digamos, sino que tenía ropa deportiva.
Ellos me dijeron que si les podía ayudar con algo de dinero pues tenían que viajar y que pertenecían a no se frente o grupo.
A parte que yo no escuchaba mucho por mis audios, no les entendía lo que me querían decir.
Lo único entendible era que querían dinero.
Al no ver que les iba a dar algo, uno de ellos me dijo que le entregara el teléfono.
Metió sus manos a los bolsillos y dijo que si no se lo entregaba me iba a “meter un pepazo”.
En mi país, esta expresión se refiere a una herida con arma de fuego.
O al menos cuando yo era niño esta expresión se utilizaba mucho con frecuencia.
De inmediato supe que estaban era intentando robarme desde el principio.
La verdad en ningún momento yo me detuve a pesar que ellos se quedaron de pie.
Comenzaron a avanzar conmigo hasta la siguiente esquina, rodeándome.
Mi cerebro comenzó a analizar cosas de ellos.
Por ejemplo, que para ser “ladrones” no tenían un lenguaje muy propio que digamos.
Posiblemente eran novatos no definitivamente no eran ladrones.
Probablemente eran personas pasando por una mala situación y estaban desesperados.
Pero en general, no tenían aspecto de malas personas.
Yo comencé a pensar en opciones y la primera era entregarles el teléfono.
Y cuando pensé en la segunda no tenía opción B, pero vi que en esa esquina se encontraba la oficina de bomberos voluntarios.
Así que salí de en medio de los 3 personajes y de inmediato ingresé a esa oficina.
Ellos se quedaron algo asombrados y uno de ellos me dijo algo que no le entendí pues yo aun escuchaba mi audio.
Supongo que me pedía algo así como que no dijera nada y guardara silencio.
Los bomberos que estaban allí me preguntaron qué pasaba y les conté que me había salvado de un robo.
Y la pregunta que te puede surgir en este momento es “Gabrielito lindo, ¿cómo lograste mantener la calma, analizar todo eso y salir del problema tan fácil?”.
La respuesta a esto es la información.
Mira, si repasamos el modo en que ellos intentaron abordarme, mencionaron que eran parte de un grupo armado o de delincuentes.
Yo la verdad no conocía mucho eso que estaban mencionando pues desde el año 2006 yo abandoné totalmente el uso de TV nacional.
Absolutamente todos los seres humanos tenemos en nuestro interior una sabiduría divina que nos guía por nuestro camino en la vida.
Esta inteligencia no solo nos advierte sobre peligros, o cosas que nos puedan convenir.
Sino también, nos ayuda al sostenimiento de nuestra vida.
Por ejemplo, mira lo que ocurre cuando comemos algo.
No necesitamos preocuparnos por nuestra digestión.
Es evidente que hay algo en nuestro cerebro que sabe qué hacer y qué ordenes dar para que esto se cumpla.
Algo similar ocurre cuando nos vamos a dormir.
No necesitas preocuparte si tu corazón va a seguir trabajando mientras estás inconsciente.
¿O no me digas que te acuestas preocupado, planeando que puedas seguir respirando durante el sueño?
Respeto a tu uñas y cabello, menos necesitas preocuparte.
Y si te cortas o sufres una fractura, indefectiblemente tu cuerpo tiene la capacidad de reparar el daño.
Así pues, esta misma inteligencia que habita dentro de cada uno de nosotros, constantemente nos “susurra” el camino exacto que deberíamos seguir para vivir plenamente.
Lamentablemente el ser humano “padece” de una especie de parálisis mental que le impide escuchar estos mensajes para vivir en bienestar.
Y esto básicamente se presenta por la información que constantemente recibe una persona.
Si observas, el promedio de seres humanos, no tienen la menor idea de que están haciendo aquí.
Ni mucho menos de lo que está pasando.
Nos dedicamos a trabajar duramente para conseguir cosas con el fin de complacer a terceros.
Mira, con la mano en el corazón a nosotros nos importa demasiado lo que opinen los demás.
Imagínate que la imagen que quieres proyectar sobre otros es tan importante que, si un desconocido te llama estúpido, de inmediato te enojas con él.
Imagínate, ¡un DESCONOCIDO que te importa lo que él piensa de ti!
Nosotros hemos sido desde niños condicionados para esto.
¿Recuerdas cuando llegaba una visita a tu casa estando niño?
Tus padres allí sacaban la mejor vajilla, cuando a ti te servían en los platos de combate.
Y hasta organizaban la casa deforma meticulosa.
Todo esto con el fin de “complacer y agradar” a extraños que tú ni siquiera sabías quienes eran.
Como esta reacción ante desconocidos quedó almacenada en tu mente, actúas ahora que eres adulto, dándole demasiada importancia a la opinión externa.
Aquí es donde comienza el peligroso juego del ego y la aprobación exterior.
Recuerda, como hemos visto anteriormente, el ego es una estructura mental que nos impulsa al merecimiento.
A ser más y a tener más.
El ego se alimenta de cualquier adulación o aprobación que reciba, así sea de extraños.
Porque la aprobación es una muestra de que estás “haciendo” las cosas bien.
Y ese es el trabajo de nuestro ego, ser cada vez mejores y hacer las cosas bien.
En algunos casos nos ayuda bastante esta estructura, pero en otros es más lo que nos perjudica.
Y aunque no lo creas, desde aquí estoy escuchando ya tu pregunta “pero Gabrielito lindo, ¿cómo podemos diferenciar el ego de nuestra intuición o inteligencia divina para tomar mejores decisiones?”.
Por ejemplo, en mi caso, responder a esto es muy fácil porque entiendo el tipo de emociones que produce cada uno.
El ego produce emociones de nunca quererse dejar, no querer ceder y siempre ganar.
Hace que nos auto engañemos diciendo que triunfamos, aunque eso sea una total mentira.
Nuestro ego fue entrenado desde niños cuando en el colegio sufríamos alguna injusticia de parte de un compañero.
Muchos llegamos a escuchar a nuestros seres queridos decirnos “no sea bobo, no se deje”.
En ese momento nos daban ganas de tener ese compañero en frente y partirle el hocico.
Hacerle pagar por lo que nos hizo.
De hecho, cuando somos adultos y escuchamos la palabra bobo, esto puede evocar las mismas emociones del pasado.
Yo he visto como gente, prácticamente se mata, cuando le dicen esa expresión estando en alguna confrontación.
Respecto a la intuición, en el libro CCD se nos dice que un mensaje divino siempre nos viene con emociones de alegría, verdad y amor.
Si algo te produce estas emociones, definitivamente ese es el camino a seguir, porque es un mensaje que proviene desde tu interior.
Por eso mencioné anteriormente que, para mí, Gabrielito lindo es fácil distinguir estas emociones porque tengo práctica.
Desde mi punto de vista, algo que puede ayudar mucho en este proceso es la meditación.
Y de una vez te digo, meditar como todo al principio es difícil.
Nosotros llevamos años permitiendo que nuestra mente haga lo que le dé la gran bendita voluntad.
Es simplemente concentrarse en algo y apartar el resto de pensamientos.
Quitarles importancia volviéndote a concentrar en ese algo.
Digamos que vas a meditar y cierras tus ojitos, entonces decides pensar solo en tu respiración.
Tal vez en los 5 primeros segundos todo irá bien, pero vienen imágenes mentales de la chica o chico que te gusta y te está haciendo “sufrir”.
De la deuda que tienes que pagar y que adquiriste para chicanearle o alardearles a tus vecinos, etc.
Cuando ocurre eso, tienes que restarles importancia a esas imágenes o pensamientos mentales y retomar tu concentración en la respiración.
Y te soy sincero, yo no aguantaba más de 5 segundos concentrado en algo.
Tenía tanto “ruido” mental que eso me impedía, como a la mayoría, reconocer una emoción de otra.
Por eso mucha gente no sabe la diferencia entre estar triste y estar deprimido.
El beneficio de meditar es que estás sacando la basura o ruido en el que permanece tu mente.
Por eso es que la gente toma tan malas decisiones en la vida y le echa la culpa a los demás o a Dios por sus resultados.
Una mente con mucho “ruido” metal siempre va a tomar decisiones basadas en el miedo.
El miedo causa aceptación de lo que otros te digan y te convierte en una persona manipulable.
Así que quiero animarte mediante esta información a dejar de ser tan sumiso, dócil y maleable.
Nuestro ego nos impulsa a mejorar sin importar las consecuencias.
Pero la sabiduría interior siempre nos va a impulsar a vivir con calidad.
En la etología, un apego es una vinculación afectiva intensa, duradera y única que se desarrolla entre dos seres vivos.
Esta condición no solo es posible entre los seres humanos, sino también entre los animales.
Y podríamos decir que también se presenta entre razas.
Tal es el vínculo que se puede llegar a desarrollar con las mascotas, que muchos los tratan como sus hijos.
Incluso, uno puede observar como las mascotas se comportan como niños mimados y caprichosos.
Pero hay que aclarar que este tipo de vinculación afectiva se forma por la reciprocidad.
Para nada me parece negativo, sino por el contrario, es algo muy natural que tú al sentir mi amor, también me respondas con ese mismo amor.
Esto es similar cuando estoy en un sitio público y deseo ser atendido rápidamente.
Trato a toda persona que me encuentre con mucho amor y respeto y exactamente eso recibo de ellos.
Desde mi punto de vista a través de estos años de observatorios e investigaciones sobre este tema, los apegos son más bien algo negativo.
Su origen no tiene que ver con la reciprocidad, sino con la negación de las realidades.
Por ejemplo, hay realidades bastante impactantes e inevitables como la muerte.
De hecho, siempre he visto como las personas intentan “chantajear” la Vida diciendo cosas como “si a mi ser querido le pasa algo, yo me voy con él”, etc.
Mira por más que llores, pelees o patalees, la muerte es algo que a todos nos va a alcanzar en algún momento.
Entre más niegues este proceso, más apego se va a generar sobre esa persona, animal o cosa que no quieras perder.
Y finalmente cuando esto ocurra, ¿adivina quién va a ser el perjudicado por el dolor emocional?
Y atención, no te estoy diciendo que actúes como una persona incendiaria que se recrea pensando en la muerte de un ser querido.
Eso es de masoquistas.
Lo que yo hago referencia es que, al tener una consciencia de muerte, automáticamente tu conciencia de vida será más latente.
Con esto quiero decir que, si aceptas que tienes poco tiempo, vas a vivir diferente porque intentarás aprovechar al máximo ese poco tiempo.
Vas a vivir con mejor calidad para poder aprovechar al máximo tu tiempo con esa persona que te importa tanto.
Te quiero hacer una pregunta. Por ejemplo, ¿cuántas veces has dejado de usar un perfume, ponerte un traje o vestido, guardándolo para una ocasión especial?
¿Y qué pasa si esa ocasión especial nunca llega porque partiste antes?
Este mismo punto de vista ocurre con el dinero.
Acumulamos por años y no lo gastamos esperando un futuro que no sabemos si vamos a tener.
Y nuevamente no mal interpretes mis palabras.
No te estoy diciendo que seas irresponsable y salgas desesperado a comprar de todo.
Desde niño he escuchado un dicho popular que reza “ni tanto que queme al santo, ni tampoco que no lo alumbre”.
Esto quiere decir que todos los extremos son negativos para nosotros.
En realidad, actuar de esta forma, tiene que ver con la mentalidad de abundancia.
Mira, nosotros actuamos o dejamos de actuar basados en el temor.
En el caso de acumular para el futuro, estamos basándonos en el miedo que en un posible futuro no tendremos y esto nos ayudará.
En el caso de la vida, no sabemos cuánto tiempo tenemos por delante y por miedo respondemos con apegos emocionales.
Una mentalidad de abundancia incluye confiar en los procesos de la Vida.
Vivir cada día al máximo, cosa que al terminar la noche diga “valió la pena este día y me lo disfruté”.
Así que quiero animarte, mediante esta información a aceptar las cosas como son para que aprendas a disfrutar la vida.
Recuerda que entre más neguemos algo, más disfuncional nos volvemos y, por lo tanto, mayor sufrimiento tendremos.
Absolutamente todos hemos aprendido que el miedo es un enemigo interior que debemos vencer.
Y este enemigo es bastante peligroso pues detiene nuestra marcha hacia los objetivos que deseamos.
Por ejemplo, si tú quieres tener un trabajo mejor y “por allí derecho” ganar más dinero mediante esta labor el miedo comienza a atacarte.
Aquí es donde vienen los “¿y cómo?”, “¿será que me va bien?”, “¿y qué tal si no?” que tanto nos atormentan.
En estos momentos nuestro miedo nos hace echar mano del viejo dicho “mejor malo conocido, que bueno por conocer”.
A la final nos detenemos. Nos quedamos allí esperando que llegue el angelito trajeado con la maleta y el millón de dólares a solucionarnos la vida.
Y mientras tanto nos quejamos con todo nuestro circulo social que la vida es injusta y bla bla.
El problema es que muchas veces nuestro miedo hasta nos impide ser estratégicos para este tipo de cambios.
Es decir que nos lanzamos, quemando todos los puentes, pues no queremos regresar a lo que tantas desdichas nos ha producido.
Esto es bastante peligroso y aquí debemos tomar muy en cuenta el consejo del doctor Luis Fernando Hoyos Aristizábal.
Él decía que, en cuestiones laborales, una persona siempre tenía que aplicar la “estrategia del mico”.
El mico o el mono, son animales que, para avanzar entre los árboles, JAMAS sueltan una rama, sin antes haber tomado la otra.
Así que, como recomendación especial, si tu piensas cambiar de trabajo, NUNCA abandones el actual, sin antes haber firmado contrato con el nuevo.
Es más, tampoco es recomendable cerrar las puertas donde has estado, pues nunca se sabe si te toca regresar.
Esta estrategia pienso que es válida para todas las situaciones en la vida que impliquen relaciones con los demás.
Jamás salgas de pelea con nadie, donde has estado.
Esta Vida es bastante irónica y muchas veces tocará regresar con las orejitas agachadas.
Respecto a todas estas limitaciones que nos impone nuestro enemigo interior, muchos estudiosos de estos temas proponen una anulación del miedo para lograr lo que deseamos.
Lamentablemente no podemos sustraernos del miedo, pues es una emoción natural.
Es como decir que vamos a prescindir de la felicidad y nos vamos a dedicar a quedarnos serios.
El miedo, al ser una emoción natural en nosotros, tiene como objetivo protegernos de lo nuestro cerebro considere peligroso para nuestra vida.
Un bueno uso del miedo es por ejemplo mi belonefobia.
Desde que tengo uso de razón he tenido un pánico exagerado por las agujas.
Hace más de 21 años que no sé qué es una enfermedad, ni siquiera un malestar mínimo.
De hecho, hace como unos 15 años atrás, hablando con una amiga sobre estos temas me llegó a “amenazar”, que cuando me enfermara me iban a llegar todas.
Y pues véanme aquí con mi salud totalmente óptima.
Pero resumiéndote el cuento, inconscientemente para mi sale más “rentable” estar sano que enfrentar el miedo a las agujas.
Incluso esta es la razón por la cual soy tan obsesivo con mi higiene bucal y cada 3 meses estoy donde mi odontólogo.
No quiero tener que pasar por un proceso de esos y menos tener agujas en mi boca.
Otro caso de “éxito” del buen uso del miedo fue el de un señor que conocí hace muchos años.
Este señor era el arrendatario de una casa donde yo viví.
Su historia incluyó desplazamiento forzado del sitio donde vivía, gracias a la violencia.
Cuando llegó a la ciudad, él y su familia pasaron mucha hambre.
En la actualidad este señor tiene una economía bastante fuerte y es un hombre muy hábil en los negocios.
No solo tiene un negocio, sino varios.
Y cuando me contó su historia, concluyó que él era muy precavido con el dinero y las inversiones, pues tenía miedo de volver a pasar hambre.
De hecho, si observas cuidadosamente, la gran mayoría de personas exitosas con el dinero, han pasado por necesidades previamente.
Inconscientemente el miedo que sienten a volver a lo mismo, hace que se superen cada día más.
Si notas estos dos ejemplos, existe un patrón en el cual nuestro inconsciente negocia con nuestras capacidades lo “menos” perjudicial.
Y puede que en este momento me preguntes, “pero Gabrielito lindo, yo llevó años en una situación que no me gusta y no he podido cambiar. ¿Cómo puedo hacer uso del miedo a mi favor?”.
Bueno, debes tener presente que, si dicha situación no es de vida o muerte para tu cerebro, allí vas a estar por siempre jamás amen.
No sé si has llegado a escuchar la historia del perro perezoso.
A manera de resumen, un forastero habla con un granjero, porque a su lado está un perro echado.
Este perro siempre se levanta, chilla y luego vuelve a acostarse.
Este ciclo lo repite infinitamente, y en la charla el forastero le pregunta porque hace esto.
El granjero responde que el perro, donde está echado, tiene una pequeña puntilla.
Es tan perezoso que no se quiere mover a otro lado para estar cómodo.
Así que la puntilla lo incomoda lo suficiente para chillar, pero no mucho para hacer algo como cambiarse de sitio.
Si tú vivencias una situación que te produce incomodidad, pero no la suficiente como para ponerte en riesgo, seguramente te quedarás allí esperando que alguien venga a salvarte.
En general, a nosotros nos motivan dos cosas que son el miedo y el dinero.
Si por ejemplo yo te digo, vamos a barrer la calle y dejarla limpia.
Seguramente me dirás muchas excusas como “para qué si la van a ensuciar” o “que voy a meterme de lambón a hacer eso, la gente es malagradecida”, etc.
Si te digo que te voy a dar un millón de dólares o alguien te amenaza de muerte, seguro las excusas van a desaparecer.
Es triste que nos hayamos acostumbrado a funcionar de esta manera.
Es por eso que a nivel general el ser humano vive mal y sobre todo no es feliz.
Deja todo para lo último, que la vida resuelva situaciones por él, con resultados que no necesariamente le van a gustar.
Así que quiero animarte, mediante esta información a usar una emoción como el miedo a tu favor.
La naturaleza no se equivocó al darnos una emoción como el miedo, simplemente debemos aprender a usarlo a nuestro favor.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.