No sé si habrás notado, pero últimamente hay demasiada gente sabia.
Saben de todo y, sobre todo, se tiene la tendencia a afirmar que todo es malo.
El agua es mala, el sol es malo, el arroz es malo, la grasa es mala, el ejercicio es malo, el sedentarismo es malo, el pan es malo, el azúcar, comer mucho, comer poco, etc.
Mejor dicho, estamos vivos es por obra y gracia del Espíritu Santo.
No te puedo asegurar si esto es un plan elaborado para fomentar el miedo a nivel general
O si es una programación mental para dispersar a la gente, o lo que sea.
Pero es algo que actualmente está de “moda”.
Como si todos se pusieran de acuerdo, agarraditos de la mano.
Y lo peor de esto es que mucha gente lo cree, porque lo dicen los “expertos”.
Ah, o también la vieja frase confiable: “según un estudio”.
El caso es que esto es una de las mayores fuentes de malestar que podemos llegar a tener en nuestras vidas.
Lamentablemente, los seres humanos somos muy maleables.
Nos dejamos llevar con mucha facilidad en ideas que en apariencia nos parecen lógicas.
Luego escuchamos la contraria y nos confundimos, pues al final no sabemos quién tiene la razón.
Así pues, en nuestro cerebro entra en un estado que se conoce como disonancia cognitiva.
Esto vendría siendo una tensión o incomodidad mental que ocurre cuando una persona tiene dos creencias o valores contradictorios al mismo tiempo.
Como una de las funciones principales del cerebro es mantener la coherencia, busca una forma de resolver o disminuir ese conflicto.
En algunos casos lo resuelve dándole más peso a la información que ya creía.
Esto es lo que se conoce como sesgo de información.
En otros casos reinterpreta las informaciones, intentando integrarlas.
Algo así como la frase: “sí pero no”.
Aunque interiormente seguimos con la duda.
O finalmente la persona puede cambiar de creencia si la “nueva” idea que recibió tiene mayor peso.
Aunque es muy poco probable que esto último ocurra, pues recuerda que nuestro ego siempre desea tener la razón.
Finalmente, mientras tu cerebro resuelve esto, has estado generando mucho malestar en tu vida.
Y ahora la pregunta importante es, ¿si una sola contradicción genera tanto malestar, que puede pasar con una persona que está sometida todos los dias a diferentes contradicciones?
Como nuestro cerebro tiene que trabajar más se va a enfrentar a la fatiga mental.
Donde puedes llegar a experimentar cansancio mental, dificultad para concentrarte, estrés, ansiedad y sensación de confusión o saturación.
Una de las cosas que más llama mi atención sobre esto es que al estar expuesto constantemente a ideas contradictorias genera un ambiente mental caótico.
¿Y sabes que ocurre si durante mucho tiempo estás expuesto a esto?
Tu cerebro genera mayor dependencia de autoridades externas para decidir qué pensar o creer.
Esto es lo que me hace dudar que este tipo de “modas” no sean casualidad.
El cerebro necesita coherencia, y si no la encuentra, entra en conflicto.
Si ese conflicto se vuelve constante y sin resolución, puede producir: ansiedad, confusión, apatía y vulnerabilidad a la manipulación.
Y tal vez me digas en este momento: “bueno Gabrielito lindo, ¿cómo podemos protegernos si estamos expuestos a esto?”.
Pregúntate, ¿de dónde viene esa información que tanto te confunde?
Bueno, si ya sabes que proviene de ese aparatito que tienes en tus manos, comienza a controlar lo que ves, y donde colocas tu atención.
Como mencioné anteriormente, mucha gente repite lo que ve en el social media.
Por ejemplo, en mi entorno escucho que X cosa es buena/mala.
Y como yo soy demasiado desobediente, adivina que hago.
Mira, soy muy dado a pasarme las opiniones de los demás por el forro y hacer mi gran bendita voluntad.
Así que la mejor forma de evitar que termines haciendo lo que otros desean es:
#1 controla lo que estás ingresando en tu mente.
#2 has tu sagrada y gran bendita voluntad.
Si algo te gusta, no dejes de hacerlo porque alguien te dice que es malo, pecaminoso, etc.
Ahora tampoco te vayas a los extremos.
Recuerda que todo con mesura es beneficioso.
Y si no sabes que hacer frente a algo, escucha tu intuición.
Absolutamente todos tenemos en nuestro interior un “guía” que nos dice si algo nos conviene o no.
Solo debes escucharlo y preguntarte si eso que vas a hacer te produce alegría, verdad y amor.