Los seres humanos por naturaleza, estamos diseñados para interactuar con las personas.
Así que es totalmente normal ser sociables con los demás.
Sin embargo, paradójicamente la interacción con otras personas nos puede traer mucho malestar en la vida.
Y no estamos hablando de casos aislados.
Lamentablemente TODOS tenemos este tipo de problemas, a pesar de que estamos “cableados” de esa manera.
¿Pero sabías que estos pequeños inconvenientes no solo provienen de lo social?
También tiene mucho que ver algo que en este canal hemos denominado el síndrome del redentor o síndrome de Jesucristo.
Y atención, esta frase no la estoy diciendo con el fin de ofender o mofarme de nadie.
Para que me puedas entender un poco mejor, con esto hago referencia a esa necesidad imperiosa de salvar a la “humanidad” que nos rodea.
Hacernos cargo de sus problemas, sufrir sus preocupaciones.
Preocupaciones por situaciones en las cuales ellos mismos, y solitos, se han metido por no calcular o mejor ser conscientes que toda decisión que tomemos trae indefectiblemente una consecuencia.
Es por eso que a este fenómeno le hemos denominado en el blog como el síndrome del salvador de problemas ajenos.
Básicamente esto ocurre porque estamos evitando enfrentar y solucionar nuestros propios problemas.
Sin embargo, una vez que abandonamos esto, podemos traer el lastre de personas que anteriormente les intentamos solucionar la vida.
Y puede que ellos ahora intenten hacernos el reclamo del porque los tenemos en tanto “abandono”.
Como quien dice, por andar de metidos, nos ganamos la lotería con estas personas.
¿Qué se puede hacer frente estas personas y sus reclamos?
Como decía el doctor Luis Fernando Hoyos Aristizábal, la mayoría de los adultos no pasan más allá de los 14 años emocionales.
Tienes que ponerte firme y decirles que ya no estás solucionado problemas ajenos.
Suficiente con los propios, que tienes por solucionar.
Y tal vez me preguntes en este momento si eso no hará que muchas personas a tu alrededor se enojen.
¡Pues claro que se van a enojar!
Esas son las consecuencias de ser el redentor de la humanidad.
Es por eso que popularmente existe el dicho que reza: “TODO redentor, sale crucificado”.
Pero es la única forma de sacudirte de tus hombros esas personas que has estado cargando durante toda la vida y por “gusto”.
Si se enojan, eso no es problema tuyo.
Imagínate, si no pudiste arreglarles la vida, mucho menos vas a poder controlar sus emociones.
Así que quiero animarte, mediante esta información que dejes de ser el “santo patrono de los imposibles y las causas perdidas”.
Lo he dicho anteriormente y te lo repito, solo eres responsable de ti mismo y de tus hijos, si aún son menores de edad y están a tu cargo.
