Absolutamente todos los seres humanos, hemos experimentado la trágica perdida de alguien importante para nosotros.
Y quizás los únicos seres “inmunes” a este dolor son los más pequeños pues aún no tienen conciencia de muchos de los procesos de la vida.
Es por eso que se ha llegado a afirmar popularmente que un niño pierde su inocencia en el momento en que es consciente de la muerte de sus padres.
Por ejemplo, en cierta ocasión vi a una amiga subir un vídeo de su pequeña llorando porque fue consciente que sus padres en un futuro ya no estarían acompañándola.
Y para no ir más lejos, mi hija Isabellita, tomaba la muerte de su señora madre como una broma.
Pero a medida que fue creciendo, la llegue a ver en alguna oportunidad llorando por la pérdida de sus padres.
Menos mal que tiene de padre a un angelito inmortal.
Pero como reza el dicho popular, una cosa es invocar al diablo y otra verlo aparecer.
Es muy diferente hablar de estos temas, a posteriormente experimentarlos en carne propia.
Cada ser humano maneja el proceso de duelo de formas distintas.
De hecho, conocí que, al sur de mi país, los seres queridos que se van, los despiden con música y fiesta.
Y para no ir más lejos, algo similar realizan los mexicanos.
La mayoría, por el contrario, terminan arrojándose a la tumba del ser que acaban de perder.
Sus emociones son tan intensas en ese momento que se quisieran ir con esa persona, pues se sienten solos y devastados.
A pesar de las diferentes manifestaciones del ser humano, este tiene unas etapas más o menos similares para todos.
En su orden son la negación cuando pensamos que no es justo, o que es imposible que eso haya ocurrido.
Finalmente, con esto tratamos de evitar el dolor al negarlo.
Con el tiempo viene el enfado, pues una de las herramientas que utiliza nuestro cerebro es la rabia ante emociones de baja vibración como son la tristeza o el miedo.
El ser humano no puede estar mucho tiempo bajo la influencia de emociones de baja vibración, debido a las fuertes dosis de cortisol, que estas producen.
Luego viene la negociación, que es una forma de fantasear con la realidad que estamos viviendo y ver como revertirla.
Posteriormente puede venir el miedo o depresión.
Y finalmente viene la aceptación de la pérdida.
Es como el punto donde hacemos consciencia que ya nada se puede hacer y no podemos desgastarnos en algo que se sale de nuestro control.
Y quizás en este momento me digas: “pero Gabrielito lindo, yo conozco personas que llevan años, llorando la muerte de un ser querido”.
Pues fíjate que yo también he visto este mismo tipo de comportamiento.
Es en este punto donde la ciencia lo llama el duelo patológico o más bien enfermizo.
Es cuando la persona se queda por mucho tiempo padeciendo por ejemplo la cuarta etapa que es el miedo o depresión.
Aquí es cuando hemos escuchado de personas que fallecen de “pena moral”.
Esto tiene que ver mucho con los apegos que desarrollamos en las interacciones con esa persona.
Recuerda que esto es el resultado de no resolver muchas cosas que traemos desde la infancia, ahora que somos adultos y podemos hacernos cargo de nosotros.
Lamentablemente es más fácil resolver esto mediante los apegos hacia otros que trabajar con nosotros mismos.
Es más fácil recibir “el amor” y apapachos de terceros, que pasar por el dolor de enfrentar cosas dolorosas de nuestra infancia.
Pero también existe otra forma más de duelo que es el postergado.
Personalmente yo he sentido este tipo de duelo en el cual durante el evento de perdida a mí me vale.
El dolor me lo he pasado por el forro mientras la gente a mi alrededor sufre.
Con el paso de los años he llegado a sentir esa pérdida, no con la misma intensidad.
Pero es como si tiempo después hiciera consciencia de esa persona y que ya no está, y la comienzo a extrañar.
Al parecer esto está muy relacionado con los conceptos que adquirí durante mi infancia acerca de lo malo que era la tristeza o el llanto.
En mi circulo de amiguitos llorar era de hembritas delicadas.
Un macho no se queja ni llora por nada, sino que sigue adelante.
Recuerdo que si algún amiguito lo sorprendían llorando así tuviera una fractura, la ridiculización era tan grande que uno se aguantaba.
Cuando yo me solté la mano del cúbito y el radio, jugando fútbol, me fui calladito y entré a mi casa.
Me hice el que tenía sueño y ya vine a llorar debajo de la cobija.
Pero delante de mis amiguitos quedé como un varón guerrero.
Pero sabías que, en la antigüedad, el procedo de duelo solamente lo realizaban durante 3 días.
Mira que hace poco mi hija se trasladó a otra localidad.
A pesar que su nueva casa no está tan lejos de la mía, al llegar en la noche sentí esa desolación tan horrible al no verla conmigo.
Aproximadamente durante 3 días tuve esa sensación.
Y exactamente lo mismo me pasó cuando llevé a Lila, su mascotica a estar con ella.
Y quizás me digas de nuevo, “Gabrielito lindo pero una cosa es la muerte y otra la distancia”.
Mira en términos técnicos, tienes toda la razón.
Pero en términos emocionales, tienen muchas similitudes.
¿Cuál es el problema por el cual la gente se queda dándole con toda al dolor sin poder salir de esa depresión?
Pues que la gente se queda en los recuerdos y en lo que pudo ser y nunca fue.
¿Cuántas de las personas que llevan año tras año sufriendo por la pérdida de su ser querido le dijeron en vida “te amo”?
Y no es que hayan sido malas personas con sus seres fallecidos.
Lamentablemente a todos nos pasa que subestimamos la vida.
Estamos aquí dialogando, bueno tú conmigo porque yo debo en este momento estar haciendo ejercicio, pues este video lo grabé hace 3 semanas.
Pero pensamos que la vida es eterna, y nunca nos va a faltar nadie, ni le vamos a faltar al resto.
Como reza el dicho popular, “para morirse, sólo se necesita estar vivo”.
Y quizás me preguntes en este punto, “Gabrielito lindo, ¿existe alguna técnica para salir de ese duelo y seguir viviendo con calidad?”.
Pues la ciencia ha avanzado tanto que en la actualidad se viene utilizando la técnica EMDR.
Por sus siglas en inglés es Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares.
Es una terapia que hacen los profesionales en psicología, para atenuar los efectos negativos de eventos traumáticos.
Esta técnica la descubrieron de pura casualidad la doctora norteamericana Francine Shapiro.
Ella observó que los movimientos oculares voluntarios reducían la intensidad de la angustia producida por pensamientos negativos.
Esto lo probaron con excombatientes que ya estaban “rayados” de la guerra del Vietnam.
Y como les fue muy bien, pues el método lo utilizan actualmente para todo tipo de traumas, incluyendo un duelo patológico.
O si eres un varón de guerra como este angelito, puedes utilizar el método de tener consciencia de la muerte.
Solo así vas a tener consciencia de vida, pues no la vas a dar por sentada, sino que la vas a disfrutar.
Vas a dejar el miedo de decir te amo, a los que amas.
Así que te quiero animar mediante esta información, a sacarte esa idea que entre más muestres tu dolor, más pensarán que amabas a esa persona fallecida.
Estoy completamente seguro que si pudieras hablar con tu ser fallecido, lo único que te pediría es que vivas con intensidad y aproveches tu tiempo en hacer tu vida algo grande y maravilloso.