Existen múltiples excusas para llegar a ser mal agradecidos con nuestros amigos y seres queridos.
Yo diría que la principal está en tomar lo bueno por sentado.
Especialmente cuando esto bueno que nos ocurre ha estado sucediendo por muchos años.
Por ejemplo, comer.
En el sitio donde usualmente salgo a almorzar, conozco un personaje que a pesar de su edad avanzada es un niño para comer.
No le gusta prácticamente nada de lo que le sirven.
Se nota que este paciente nunca ha pasado hambre en su vida.
Personalmente yo no disfrutaba del almuerzo.
Lo tomaba como por cumplir un requisito.
Pero desde que practico el ayuno intermitente, no te imaginas la felicidad mía, y lo rico que me sabe el almuerzo ahora.
Y así suele suceder con la mayoría de las cosas que damos por sentado en la vida.
También las expectativas poco realistas suelen generar ingratitud en las personas.
Mira, si una persona tiene altas expectativas, siempre va a esperar más o algo diferente.
Esto les suele ocurrir a las personas en la actualidad cuando buscan pareja.
Tienen una interminable lista de estándares inalcanzables, algo así como los cuentos de Disney.
Pero los seres humanos somos lo más imperfecto que existe, respeto a esos estándares.
Así que te imaginarás la estrellada y desilusionada que mantiene la gente con el sexo opuesto.
Adicionalmente la falta de educación y normas sociales contribuyen aún más a este problema.
Lamentablemente hay personas que les tocaron unos padres.
Por ejemplo, en la época de juventud de los míos, les enseñaban la famosa Urbanidad de Carreño.
Esta consistía en una serie de normas de etiqueta y buenas costumbres, escritas por el autor venezolano Manuel Antonio Carreño, por allá en el año 1853.
Recuerdo que, en mi paso por la escuela, solo se referenciaba este libro y no se enseñaba.
Y a partir de allí ya te imaginarás la gran cantidad de patanes que han llegado al planeta.
De hecho, tengo un vecino, un niño de aproximadamente 11 años que frente a cualquier persona saluda de forma muy educada, deseando un feliz día o noche, según el caso.
Esto para la época es extraordinario.
Y lo más curioso es que sus padres no saludan a nadie.
Son súper antipáticos.
Quien sabe este niño de donde rayos habrá aprendido esas normas de cortesía.
Pero la pregunta que nos interesa indagar es, ¿qué hacer frente a las personas por las cuales hacemos cosas de todo corazón y no lo aprecian?
Bueno, hace algunos meses en el social media, tuve la oportunidad de ver a un amigo compartir una publicación.
En esta se veía a un grupo de personas alimentando a perros de la calle.
Dándoles panes, agua y alimento canino.
A esos animales se le notaba la felicidad a flor de pelo.
Pero, había un contacto de este amigo que en vez de darle me gusta reaccionó con enojo.
Y su comentario era que le daba rabia como esos hptas les aventaban la comida.
Como si fueran perros de la calle.
Seguramente estaba esperando que les sirvieran con delantal, servilletas y todos los cubiertos que dice en el manual de Carreño.
Desde mi punto de vista, la ingratitud de esta persona se debía a su ignorancia sobre los caninos.
Si Lila que es un amor, a veces dándole la comida puede morderte un dedo, ¿te imaginas un animal que no conoces ni te conoce?
Con razón dicen que Dios tiene mucha paciencia.
Mira, en la vida nosotros nos vamos a encontrar con cantidad de personas como el de este ejemplo.
Por más cosas que hagas para el bienestar de la humanidad, siempre vas a encontrar quien critique el bien que les has hecho.
Y entiendo perfectamente que es frustrante pasar por esto.
Incluso cuando se ayuda a las personas de forma económica, ellos mismos pueden criticarte.
Y hasta mal hablar de ti.
Que eso no te desanime de hacer el bien.
Finalmente, la Vida es la que se encargará de darte las gracias por todo el bien que haces.
