Se supone que las experiencias nos ayudan a ser mejores personas y adicionalmente nos ayudan a no volver a cometer los mismos errores.
Sin embargo, en la práctica, no siempre funciona de esta misma forma.
Por ejemplo, si hablamos de malas experiencias en el amor tenemos la tendencia a creer que la siguiente persona con la que estemos, nos vaya a hacer daño.
Esto viene siendo injusto para una persona, pues nuestro temor a sentir nuevamente dolor, nos impide darle el 100% de nuestro amor.
Así pues, se lo vamos dando de forma mezquina y haciendo que la persona de desanime con nosotros.
De esta forma “confirmamos” nuestra teoría que esa persona también nos iba a hacer daño, concluyendo que no nacimos para el amor.
Y ni que decir si hemos fracasado en los negocios.
El temor a volver a caer nos puede frenar de avanzar, ya que perdemos nuevas y buenas oportunidades financieras.
Y de forma similar concluyendo que no “nacimos” para ser ricos.
Respecto a esto, con estos ojitos que tantas cositas bonitas han visto, pude observar el caso de una señorita que a pesar de no tener una infancia fácil siempre ha tomado riesgos en su vida.
Nunca se dejó vencer por el miedo al fracaso.
Y eso que ha tenido muchos en su vida.
La mayoría de nosotros con el primer fracaso nos paralizamos y preferimos quedarnos donde estamos.
Esta señorita a pesar de haber perdido dinero en negocios, nunca se rinde y con miedo y todo, se lanza nuevamente a intentarlo.
Y puede que nos preguntemos en este momento, como es posible que una persona después de haber fracasado saque el valor para seguir adelante.
Desde mi punto de vista, el miedo se basa en nuestra “lógica”.
Esa “lógica” constantemente nos dice que algo no nos conviene.
Si observas, para nuestro cerebro hoy en día todo es amenaza.
Allí es cuando vienen los “¿y sí?”.
Y si me equivoco, y si me vuelven a hacer daño, y si me estafan.
La “lógica” no sirve sino para detenernos junto con el miedo.
Porque al final por ese miedo no vamos a actuar y no va a pasar nada interesante en nuestras vidas.
Vamos a seguir en el mismo sitio.
Y con esto no te estoy diciendo que salgas corriendo a prestarle atención al primer embaucador que veas en la calle.
De estafadores está lleno el mundo.
Por ejemplo, si se trata de arriesgar mucho dinero en un negocio y la intuición te está diciendo que mejor no, escúchala.
Mas bien se trata de confiar con cosas simples o cantidades de dinero pequeñas.
Recuerda siempre el dicho popular que reza: “la avaricia rompe el saco”.
Precisamente los grandes fracasos en el pasado te han ocurrido ya sea por confiado o por avaricioso.