A veces las personas que nos rodean, incluso aquellas que amamos con todo el corazón, tienen la sorprendente capacidad de sacarnos de nuestras casillas.
Puede que peleemos con ellos, nos de rabia con ellos, les dejemos de hablar, pero finalmente la única cosa que despiertan en nosotros es amor.
Y en oportunidades deseamos tanto que vivan en bienestar que prácticamente los obligamos a seguir nuestros pasos de “éxito”.
Pero, lamentablemente esta actitud nos mete más en problemas con ellos.
Quedamos como unos metidos en vidas ajenas, chismosos y cualquier otra cosa menos algo bonito para ellos.
¿Y sabes una cosa? Ellos tienen toda la razón en llamarte chismoso y metiche.
Simplemente porque nadie te puso en este planeta a arreglar vidas ajenas, solo la tuya.
Existe una “estadística” popular que afirma que 9 de cada 10 problemas que tienes es por meterte en las vidas de las demás personas.
Lo más triste es que a pesar de todos tus esfuerzos y buenas intenciones por ayudar a alguien, en definitiva, no va a servir para nada.
Esas personas terminan haciendo lo que les da la gana y tú quedas como un lanbón, un metido que nadie ha llamado.
Mira, personalmente yo tengo mucha gente a mi alrededor que me importa.
Y me gustaría que estuvieran bien.
Pero ellos viven sus vidas como mejor les parece y te entiendo esa parte de “querer” salvarlos pues yo mismo he experimentado ese desespero por ayudarlos.
Hasta he llegado a pasar por metido, al igual que tú.
¿Y sabes cuál fue la conclusión a la cual llegué?
Que a la gente hay que amarla tal y como es.
Absolutamente nadie es perfecto ni lo será, así que el único camino que tenemos es amarlos tanto como podamos.
Y sobre todo amarlos tal como son ellos.
Uno de los beneficios más grandes que trae esto como consecuencia, es la liberación emocional tan grande que tiene.
Por ejemplo, pregúntate, ¿tú crees que el sol, el aire, el agua, el planeta son felices?
¿O tú crees que Dios, la Vida, el Universo o como prefieras llamarle, es feliz?
Si observas, todo el Universo entero nunca está preocupado por cambiarte.
Te da todo lo que necesitas y allá verás tú si quieres recibir o no.
Ni siquiera los animales, a pesar de que están en modo supervivencia por culpa nuestra o de sus depredadores, dejan de ser felices.
Entonces por qué no copiar su ejemplo.
Si realmente quieres ayudar a las personas que amas, SIN METERTE EN SUS VIDAS, lo único que tú tienes que hacer es vivir en bienestar.
Mira, la gente no es tonta y si te ven bien, te aseguro que inconscientemente ellos van a querer vivir lo mismo que tú.
La mejor forma de “cambiar” a las personas que amas, es mostrarles el camino a través de una vida de bienestar.
Hace muchos años, cuando nació mi hija, mi suegra vino a ayudarnos con el cuidado de mi esposa.
Es una costumbre muy arraigada en esta región que, durante aproximadamente 40 días, algún familiar acompañe y cuide a la madre reciente, lo que comúnmente llamamos "cuidar la dieta".
Un día, mi suegra me dijo que necesitábamos comprar algunos ingredientes para ese proceso, así que fuimos juntos a un supermercado cercano.
Al llegar a la sección de carnes, se nos acercaron un par de señoritas ofreciéndonos un pollo.
Aunque no estaba muy barato, decidí comprarlo porque, de todas formas, lo necesitábamos.
Unos pasos más adelante, me topé con otra señorita que también ofrecía pollo, así que le pregunté el precio.
Para mi sorpresa, era menos de la mitad del anterior.
Sin pensarlo mucho, regresé a las primeras vendedoras, les devolví amablemente el pollo y les di las gracias.
Pero en ese momento, noté cómo los rostros de mi suegra y el de la señorita se pusieron rojos de vergüenza.
Solo repetían: “Qué vergüenza…”.
Yo, sin dudar, les respondí: “¿Vergüenza por qué? Es mi dinero, y con él hago lo que se me dé la gran bendita voluntad. No tengo contrato de exclusividad con nadie.”
Esta historia puede parecer graciosa, pero en realidad ilustra un problema muy común: la dificultad de decir “no” cuando algo no nos conviene, simplemente por el temor a lo que otros puedan pensar.
Ese miedo al juicio ajeno impide que muchas personas vivan la vida que realmente desean.
El doctor Luis Fernando Hoyos Aristizábal llamaba a ese fenómeno la “bobo fobia”.
Esa sensación de tener que actuar para complacer a otros, por temor a parecer maleducado, desconsiderado o simplemente diferente.
Por ejemplo, en el lugar donde entreno, muchas personas se preocupan más por estrenar ropa deportiva o tener los audífonos de moda que por el entrenamiento en sí.
Yo, en cambio, voy con la ropa más vieja que tengo.
Llevo una toalla pequeña, ya gastada, pero limpia, y un tarro con agua.
Nada más. Voy a entrenar, no a desfilar ni a compararme con nadie.
Recuerdo que una vez visité otro gimnasio y saludé a un señor que estaba allí.
Apenas me vio, me escaneó de pies a cabeza y al rato se me acercó diciendo:
— “A todos nos falta algo, pero veo que casi no tienes espalda.”
Yo simplemente sonreí. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo: intentando desvalorizarme para sentirse superior.
Insistió en que me grababa un video para que viera “la verdad”.
Le respondí que no perdía mi energía en ese tipo de cosas y seguí entrenando.
Al no obtener de mí la reacción que esperaba, el señor comenzó a sentirse incómodo.
Durante la siguiente hora intentó acercarse varias veces, hacerme preguntas sin sentido, como buscando redimirse.
Yo me despedí con cortesía, como si nada.
Y es que lamentablemente, el mundo está lleno de personas así.
Personas que sienten envidia y usan la “bobo fobia” para manipular, esperando que los demás actúen según sus deseos.
Por eso quiero invitarte a que dejes de buscar la validación de otros.
La única aprobación que realmente necesitas para vivir la vida que quieres es la tuya.
Sé que no es fácil, sobre todo si has pasado años intentando complacer a los demás.
Al principio puede parecer grosero o incómodo.
Pero el truco está en dejar que tu ego fracase un poco.
Sí, duele. Pero con práctica, te aseguro que vas a vivir con la libertad de ser tú mismo y hacer lo que realmente deseas.
Una de las cosas que más nos suele generar malestar respecto al dinero es la palabra “presupuesto”.
No hay cosa que nos asuste, moleste o produzca pereza que escuchar esta palabra.
Es por eso que no planeamos como vamos a gastar el dinero o invertirlo.
Es más, ni siquiera tenemos idea de cómo hacer eso.
Respecto a esto, hace pocos días estaba hablando con un señor que trabaja en la empresa encargada del aseo de mi localidad.
Me contaba que hace poco hubo una feria en la ciudad.
Y que muchos de sus amigos estaban “ladrando” o llorando porque se gastaron el dinero en ese evento.
Así pues, varios de sus compañeros al ver que él no había asistido a esa feria, estaban esperanzados en que él les prestara el dinero para poder llegar a fin de mes.
Todo esto es consecuencia de no saber nuestro estado financiero antes de consumir algo.
¿Cómo rayos haces para recibir un dinero y gastarlo de forma irresponsable, aun conociendo que vienen otros gastos tan importantes?
Aquí es donde entra el concepto de presupuesto.
Es por eso que vamos y nos “deshacemos” del dinero que hemos ganado.
Y cuando menos pensamos nos gastamos el dinero del arriendo, alimentación, colegio, etc.
¿Y adivina cual es la solución que le damos a nuestra situación, causada por nosotros mismos?
Recurrimos al préstamo, con amigos o entidades financieras.
Y así entramos en la eterna carrera por trabajar sólo para pagar deudas y medio comer.
Llegando solo a fin de mes, mediante préstamos de dinero.
Haciendo que nuestra vida se convierta en una insoportable carga de infelicidad.
¿Pues quien en sus 5 sentidos puede vivir tranquilo conociendo que tiene compromisos financieros que cumplir?
Bueno, hay excepciones a esto y durante mi vida he conocido unos pacientes que no les importa que les pueda pasar.
Hasta les ha tocado esconderse de los deudores.
Y quizás en este momento me preguntes: “Gabrielito lindo, si estoy en una situación como esta, ¿cómo puedo solucionarla y salir de ese ciclo de deuda eterna?”.
Bueno, yo creo que la experiencia que tuvo mi nutricionista te puede dar una pequeña orientación.
Ella me contó que hace muchos años entró en el “privilegio” de tener deudas.
En mi localidad existen unas personas que viven de prestar dinero a otros, sin requisitos.
El único problema es que los intereses por el dinero prestado son bastante altos.
Y prácticamente le estás vendiendo tu alma a Satanás, pues donde no pagues, estas personas hasta pueden hacerte daño.
Esta es una actividad no muy legal que digamos.
Pero demasiada gente acude a ellos por la “facilidad” y es prácticamente imposible controlar eso.
Así pues, esta señorita comenzó a ponerle freso a sus compras.
Se limitó a comprar estrictamente lo necesario y con esto tuvo la disciplina para pagar a sus acreedores.
Lamentablemente nos toca dejar de comprar cosas para impresionar a otros.
Y esto es algo que nuestro ego no le gusta.
Por eso es tan difícil salir de las deudas y preferimos convertir nuestra vida en una carga insoportable de infelicidad.
Por naturaleza, todos los seres vivos en este planeta deseamos estar siempre bien.
Hay excepciones, pero recuerda que la excepción no hace la regla.
Sin embargo, una cosa es lo que decimos querer, y otra muy contraria lo que hacemos para ello.
Por ejemplo, queremos tener el suficiente dinero para poder conocer lugares, probar alimentos, comprar cosas, ayudar a personas que nos importan, etc.
Y si sabemos que para tener suficiente dinero debemos trabajar, muchas veces no lo hacemos, esperando a que venga el angelito con el traje y la maleta del millón de dólares a solucionarnos la vida.
Por ejemplo, con estos ojitos que tantas cositas lindas han visto, puedo observar constantemente la historia de un buen amigo.
Él inicio un negocio en compañía de un socio que es su pariente.
Desde el inicio del negocio se notaba quien le ponía ganas y quien no.
Pues los mismo clientes se quejaban de la cara de “limón”, o cara de amargado del socio.
Incluso ellos mismos le decían a este joven que apenas tuviera la oportunidad, comprar la parte de su socio y así administrar su negocio con su empuje y energía positiva.
Efectivamente cuando se dio la oportunidad, le dijo al pariente “cara de limón”, que le compraba su parte.
A lo cual él dijo que no le quería vender.
Claro el otro haciendo todo, colocando su energía y entusiasmo y él recibiendo la mitad de los dividendos sin hacer nada, ¿cómo iba a estar de acuerdo?
Así pues, este bueno amigo le dijo, entonces cómpreme mi parte que yo sigo solo.
No le quedó más remedio entonces que venderle, pero le pidió el favor de que le permitiera seguir como empleado del negocio.
Bueno, el cambio se notó tanto que el negocio de este buen amigo se ha crecido exponencialmente.
Pero todo se debe a que el disfruta tanto lo que hace, que incluso abre su negocio los días festivos.
Y aquí es donde comienza un problema con su nuevo “empleado”.
Yo vivo en el país con más días festivos del planeta.
Mucha gente ve el trabajo en los días festivos como una maldición.
Van, pero lo hacen de mala gana y odiando lo que tienen que hacer para poder comer.
Y no estoy diciendo que el 100% de las personas hagan esto, pero si la mayoría lo hacen disconformes.
Así que el ex socio de mi amigo se la pasa preguntándole que por qué mejor no cierran y descansan que el cómo dueño se lo “merece”.
¿Tan amable no?
Y el dueño simplemente le responde que no venga que el sí va a abrir.
Lógicamente si no va, pues no le pagará ese día de trabajo.
Y le “toca” ir para poder seguir comiendo y maldiciendo el destino que le tocó.
Todo esto hace que nos surja la pregunta del por qué si sabemos que algo nos conviene, no lo hacemos o lo detestamos.
Bueno, en esto influye poderosamente el programa mental de fracasados que a todos nos han estado inculcando desde pequeños.
Cuanto somos pequeños y tomamos la iniciativa de hacer algo, pero nos queda mal, muchas veces nuestros padres o personas cercanas nos dicen “mijo esto se hace es así”.
Qué crees que le estamos sub comunicando a un pequeño que intenta hacer algo por vez primera y no le sale “perfecto” como nos saldría a nosotros los “iluminados”.
Que su esfuerzo no lo vale y que otros si saben porque merecen.
Bueno, esto pasaba en mis épocas, cuando “éramos tan inocentes”.
Hoy en día si un niño comete un error no se le castiga, sino que por el contrario se le aplaude y se le pone todo fácil ya que no quiero que mis hijos pases por lo que pasé yo.
En este caso le estamos sub comunicando a nuestros pequeños la mediocridad.
No importa si está bien o mal, un aplauso para ti papito que te lo mereces todo.
Pero cuando ese niño crece y se encuentra con que en la vida nadie le va a alcahuetear y que, si no hace su labor excelente, lo mandan a la calle, es cuando piensa que el mundo está en su contra.
Que no lo tratan bien y que solo lo quieren ver sufrir.
Retomando el caso del “empleado” de mi amigo, esté nunca analiza que la gente paga o compra un servicio para ser utilizado.
En este caso es un gimnasio.
Él se excusa que por ser temporada de fin de año la gente casi no va y bla bla.
Si alguien paga un servicio es su problema si deja vencer la membresía sin ir o no.
La responsabilidad de un negocio es prestar el servicio pues para eso lo está ofreciendo.
Pero en su programación mental de pobreza y fracaso este otro muchacho siente que no merece ganar, sino seguir a la sombra de su patrón, esperando que este lo deje descansar algunos días.
Mira, todos tenemos este tipo de pensamientos pues como mencioné anteriormente es lo que nos sub comunicaron las personas de nuestro entorno.
Esa gente ya no está con nosotros, ni dependemos de ellos.
¿Entonces para qué prestarles atención a palabras que no nos convienen?
Lamentablemente la mayoría de nosotros hemos recibido una educación muy dócil, sumisa y basada en la obediencia.
Esto nos hizo bastante complacientes con los demás, incluso si hablamos del día actual.
Y tal vez recuerdes que alguno de tus padres te decía por ejemplo que no permitieras que los demás se aprovecharan de ti y esas cosas.
Y eso está muy bien, pero inconscientemente tenían actitudes de complacencia hacia extraños.
Cuantas veces no llegaron a sacar la mejor vajilla para atender a visitantes y prepararles platos especiales.
En cambio, en el día a día, tu plano no tenía nada que envidiarle al del perro.
Y esto no lo viste una sola vez sino muchas.
Lamentablemente este tipo de acciones fue sub comunicando a tu cerebro una especie de servilismo hacia extraños.
Pero menos contigo y las personas más cercanas a ti.
Y como ya me conozco a los seres humanos y antes de que culpes a tus padres por este tipo de acciones, es bueno recordar lo que decía la doctora Louise Hay.
Ellos también vivieron el mismo condicionamiento y es por eso que sin saberlo, trataron de enseñarte lo que para ellos era lo correcto y mejor.
Ellos no tuvieron la tecnología y el acceso a la información que tenemos nosotros en la actualidad.
Así que nuestro trabajo es interrumpir ese tipo de patrones de comportamiento, que por lo menos, a nosotros no nos sirven.
Y cambiar nuestras actitudes serviles para con personas que saben esto y están sacando provecho.
Esas personas muchas veces para controlarnos hacen uso de la culpa.
Te pueden sacar en cara que ellos están “solitos” y tú los has abandonado.
Y como tú eres un niño bueno que fuiste entrenado para darle lo mejor que tienes a los demás, sales corriendo a servirte en bandeja de plata.
Muchas veces con tus recursos económicos y sobre todo con el recurso más importante que tienes, tu tiempo.
Y esto hace que me estés preguntando en este momento: “Gabrielito lindo, ¿cómo hago para dejar de hacer lo que otros quieren, si esas personas me importan, pero finalmente yo no quiero hacer lo que ellos desean?”.
En mi caso, ya habiendo pasado por un proceso de estudio y manejo de mis emociones, yo los mando a comer “merde”.
O como dices mis amados hermanos mexicanos “mándalos a la gaver”.
Ahora no es que vayas corriendo a decir que Gabrielito lindo está incitando a la agresividad.
Lo que te quiero decir es que debes tener una actitud firme pero elegante.
No se trata de agredir a nadie ni mucho menos utilizar malas palabras con ellos.
Simplemente diciendo la palabra más hermosa y simple que existe en nuestro lenguaje, el NO.
El problema es que en medio de ese condicionamiento que tuvimos de servilismo, nos sentimos en la “obligación” de explicar por qué no queremos hacer algo.
Te pongo como ejemplo las famosas llamadas de márquetin que suelen las empresas realizar.
En el caso de mi teléfono, lo configuré para recibir solo llamadas de las personas que tengo agregadas en mis contactos.
De resto, la gente se puede envejecer llamándome y nunca me voy a enterar.
Pero antes de configurar eso, me llegué a enfrentar a ese tipo de llamadas.
Recuerdo que una señora me insistía en que le comprara un seguro contra robo en cajeros automáticos.
Yo eso no lo necesito y dele con su cuento que la situación peligrosa y bla bla.
Hasta que me la sacó y apagué ese teléfono.
Posteriormente un señor “muy amable”, felicitándome por el manejo de crédito, cosa que no utilizo “nipuel”, y si vienes siguientes este canal sabrás por qué.
No lo dejé seguir hablando y le dije “mire, ¿usted me quiere vender algo cierto? Yo no voy a comprar nada ahora, sea lo que sea, así que no le hago perder su tiempo y no me haga perder el mío”.
De esos dos casos, en el primero fui grosero con esa persona porque le corté abruptamente la comunicación.
Finalmente es el trabajo de esa persona, no es su culpa querer comer y al igual que tú tiene derecho a hacerlo.
Por eso la mejor forma fue la última, sin miedo, de frente y por el centro decir que no estás interesado.
Y entiendo que parte de ese condicionamiento de servilismo que tuviste, te viene la preocupación que la persona se va a enojar.
Pásate las emociones de los demás por el forro.
Eso no es responsabilidad tuya.
Tu solo eres responsable de tus emociones porque las puedes controlar, son tuyas.
Los demás tienen doble trabajo, enojarse y volverse a contentar.
Así que quiero animarte mediante esta información a no permitir que otros te roben el bienestar, manipulándote con la culpa, miedo y otras cositas más para que seas su “lacayo servil”.
Si no quieres hacer algo di NO con firmeza y desentiéndete de lo que ellos sientan o piensen de ti.
Según el RAE la libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera u otra.
En otras palabras, libertad es hacer uso pleno del libre albedrío.
Lamentablemente el ser humano no siente que esté haciendo uso de dicha capacidad de poder elegir lo que realmente quiere.
Esto lo vemos desde la escuela, donde los niños quisieran en su mayoría jugar, pero tienen que estudiar.
Y sobre todo en los adultos que tiene que trabajar muchas veces en cosas que no les gusta hacer, solo por necesidad.
Ya sean niños o adultos, esto lleva a que sus deberes escolares o laborales los hagan de mala gana y con resultados desastrosos.
En estos momentos en que nos encontramos en cuarentena, muchos se sienten no solo atrapados y sin libertad de forma física, sino también emocional.
Mucha gente a mi alrededor le es escuchado quejas respecto a esto y que desean de forma urgente cambiar esta situación.
Lamentablemente te tengo que decir que esto no es posible.
Es como si a una persona pobre le intentaras inculcar el concepto de prosperidad en un solo día.
Incluso vemos personas que a pesar de tener mucho dinero y desde hace tiempo, aún tienen tanta carencia en sus cabezas que sienten la necesidad de obtener más para que su “riqueza” no se acabe.
Esto mismo pasa con la conciencia de libertad.
Respecto a esto, hace ya varios años conocí a una chica por medio de este blog, la cual por aquellos días me comentó algo terrible que le sucedió.
Su esposo la acababa de abandonar por otra mujer que era un poco mayor que ella.
Ella desesperada me pidió un consejo para tratar de liberarse de dicho sufrimiento, pues sentía que su vida estaba acabada.
Yo intentaba en medio de los conocimientos que poseía en aquella época decirle que meditara.
Que debía poner su mente en blanco para calmar sus emociones.
Ella me preguntó en ese instante para que servía hacer eso si lo que necesitaba era olvidarse de aquel individuo.
Así pues, esta amiga se enojó porque la ayuda que yo le estaba dando no iba a servir para nada.
Con la mano en el corazón, ¿crees que una persona pueda solucionar algo que viene haciendo durante toda su vida?
El desespero y la angustia que sienten la mayoría de personas en este momento se deriva de su falta de atención en ellas mismas.
Antes de que el mundo se paralizara por completo, los seres humanos le huíamos a nuestro silencio.
Por eso escuchábamos música a alto volumen porque nos ha dado terror enfrentarnos a nosotros mismos.
¿Has llegado a realizar el ejercicio de sentarte en silencio y escribir lo que tengas que decirte a ti mismo?
Mira, la mayoría de personas el solo hecho de pensar hacer esto les produce malestar y es en realidad el terror que sienten de enfrentarse a sí mismos.
Y si algunos se atreven, en muchos casos no encuentran que escribir por la misma razón.
Es precisamente esa falta de conocimiento interior lo que genera una prisión en nuestras cabezas.
Es por eso que sentimos la sensación de que no somos libres, que nos falta algo y que por eso hemos estado tratando de comprar cosas y mostrarlas para tratar de llenar eso que no tenemos.
Así que te animo mediante esta información a buscar la libertad que ya tienes en tu interior.
La única manera de ser libre es conocerte a ti mismo, y solo así podrás saber que es lo que quieres para tu vida.
Como hemos visto anteriormente el Dinero es una representación del tiempo, intelecto y energía que invertimos en una actividad que alguien necesita.
La mayor parte de los seres humanos ven el dinero como simplemente como un objeto para adquirir bienes.
Con esto no quiere decir que este último concepto este errado.
Es precisamente desde nuestra infancia que aprendemos a conectar emocionalmente con el dinero como una muestra de libertad.
Desde que somos muy pequeños, vemos como nuestros padres adquieren cosas mediante objetos de papel y metal circular el cual llaman dinero.
Pronto aprendemos que que dichos objetos se les llama Dinero, plata, billetes, monedas, etc.
Sin embargo lo más interesante comienza cuando nuestros padres o parientes cercanos nos dan unas cuantas monedas y comenzamos a comprar nuestros dulces o golosinas.
Es en este preciso momento cuando comenzamos a experimentar una nueva sensación de alegría y sobre todo una libertad muy sutil cuando hacemos nuestras primeras transacciones.
Lamentablemente también vemos como los adultos que nos rodean se quejan del dinero o sufren por “culpa” de este y de esta forma también vamos creando nuestro dialogo interno acerca del dinero.
Es por estas razones que cuando somos adultos se nos dificulta en muchas ocasiones el ganar dinero y conservarlo.
Por eso es muy importante que si tienes niños pequeños les enseñes a ganarlo y no simplemente a recibirlo.
Una de las quejas más comunes que se pueden observar entre parejas es que no todo es color de rosa en una relación.
Sin embargo cuando iniciamos esta o al menos en los primeros meses todo parecía muy bien.
Con el paso de los años al parecer las cosas se deterioran y los que no logran sobrevivir terminan separando sus caminos.
Es tan común esto, que cuando conocemos una pareja que pueda llevar muchos años juntos y los vemos felices, comenzamos a decir que son falsos, que en la casa se trataran de una forma y en público de otra, etc.
Personalmente he conocido parejas que sin ser perfectas, todo el tiempo se comportan como si aún estuvieran en sus inicios de la relación.
Es decir con el romanticismo y la cursilería que denominamos en estos casos los que no experimentamos este tipo de relaciones.
La mayoría nos comportamos, después de un tiempo, con nuestra pareja como si fuera un enemigo al cual hay que ganarle en alguna competencia.
La pregunta importante aquí es “por qué si al inicio todo era armonía, se termina esta especie de magia?”.
Para hacerte un resumen, biológicamente cuando nuestro cerebro, observa a una persona apta para reproducirnos con ella, genera químicos en nuestro cuerpo con el fin de estimularnos y estimular a la otra persona y juntarnos.
Estos químicos no van a estar toda la vida en nuestro cuerpo, y son los responsables de esa sensación de enamoramiento que hemos sentido todos.
Así que cuando nuestro cerebro deja de producirlos, ese “enamoramiento” termina y es posible sentirlo con una nueva persona que podamos conocer en el futuro.
De aquí es que se ve mucho el abandono de hogares, las infidelidades y otro tipo de conflictos en las parejas que llevan un tiempo considerable.
Sin embargo entonces porque algunos a pesar de su largo tiempo juntos se comportan como en su etapa de “enamoramiento”?
Aquí es cuando comienzan a entrar en juego las expectativas.
Si observamos cuidadosamente, todos al inicio de una relación intentamos dar la mejor imagen que podamos sobre esa persona de nuestro interés.
Queremos dar la apariencia del hombre o la mujer perfectos con el fin de atraerlo(a) más hacia nosotros.
Cuando la etapa de enamoramiento, que podríamos llamar la etapa química, termina; comenzamos a formar una imagen, una expectativa de lo esperamos obtener de dicha relación.
Con esto me refiero a que yo espero que mi mujer sea cariñosa, dócil y obediente, por decir algo.
Si resulta que ella no cumple con esas expectativas y hace todo lo contrario, comienzo a sufrir y digo que ella hace cosas para molestarme y bla bla bla.
Conociendo todo esto, quizás te venga en estos momentos la pregunta, como dejar de sufrir por las expectativas si yo siempre espero algo de una relación?
Quizás tú me puedas decir “Gabrielito, es que tú desde el 2006 estás investigando estos procesos y por eso los manejas!”.
Y yo te puedo responder, sabías que tú realmente puedes vivir sin expectativas y de hecho lo estás haciendo en este momento?
Para poderlo entender mejor, hagamos el siguiente laboratorio mental. Piensa en una persona, no pariente, a la cual quieras mucho.
Puede ser un cuñado(a), amigo(a), etc. pero que no tengas parentesco con dicha persona.
Verdad que tienes una buena relación con esa persona, independiente que tenga mal genio, no sea sumiso(a), obediente y dócil?
Y esto es posible porque no tienes expectativas sobre esa persona. La aceptas tal y como ella es y no intentas cambiarla.
Ahora intenta pensar que pasaría si de la misma forma interactuaras con tu pareja? Crees que habría tensiones o problemas con esta persona?
Lamentablemente cuando hacemos este ejercicio nos invade un sentimiento de derrota o perdida pues creemos inconscientemente que vamos a perder el control sobre la relación, aunque en realidad es control sobre la persona.
Esto ocurre básicamente por 2 razones. La primera tiene que ver con lo que nos confirma el psicoanálisis sobre la búsqueda de pareja basada en nuestros padres.
Es decir que si somos hombres, inconscientemente buscamos en nuestra mujer la figura materna. Y en el caso de las mujeres, buscan en su hombre la figura paterna.
Si quieres conocer una información más detallada te invito a leer la entrada EL ORIGEN DE LOS CELOS, publicada en el 2012.
Así pues, de la relación Padres/Hijos, es que hemos aprendido ese deseo de querer controlar y sobre todo el tener expectativas sobre otros.
La segunda razón es la retroalimentación que recibimos de nuestro entorno, incluyendo los medios de comunicación.
Al observar que otros hacen lo mismo, entonces inconscientemente lo aceptamos como una verdad que tiene que ocurrir.
Alguna vez te has preguntado por qué tu pareja está contigo?
Crees que haces algo para que esto ocurra o simplemente está contigo porque es su voluntad?
Así como tú estas al lado de esa persona por tu voluntad y en cualquier momento puedes dejarla, eso mismo puede hacer la otra parte.
No puedes, ni te pueden obligar a entrar en una relación.
De hecho cuando intentas someter a una persona o absorberla, vas a generar el efecto contrario de lo que deseas, es decir de retenerla.
Así que el truco de mantener la armonía en una relación es aceptar las personas como son.
No intentes cambiar a nadie, pues imagina que si no has podido cambiar cosas tuyas que no te gustan, crees que podrás lograrlo con alguien que no tienes acceso a sus pensamientos?
Así que te hago la invitación a través de esta información para que comiences a trabajar en tu libertad emocional.
Acéptate tal como eres y comenzarás a aceptar a los demás como son.
Si en realidad no te gusta lo que ves en otras personas pues simplemente no sigas torturándote y desgastándote en cuidar o controlar la vida de terceros.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.