Retoma el control de tu vida. Estrategias efectivas para el control emocional

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lunes, 17 de junio de 2024

El Lado Oscuro y PELIGROSO de la Envidia: Cómo Reconocerla y Superarla



El Lado Oscuro y PELIGROSO de la Envidia: Cómo Reconocerla y Superarla

Uno de los sentimientos más angustiantes que un ser humano puede sentir es la envidia. 


Uno siente que literalmente se está quemando por dentro. 


Es una sensación de rabia, mezclada con frustración e impotencia porque otro ha logrado o tiene lo que uno aún le falta. 


Existe la creencia de que la envidia solo se puede dar en las cosas materiales. 


Como por ejemplo un auto nuevo, una casa nueva, un nuevo amor, etc. 


Pero existe una envidia bastante oscura y dañina sobre lo intangible. 


Con esto me refiero a la personalidad de alguien. 


Si, así como lo escuchas, produce más envidia el carisma de una persona que el hecho de adquirir un auto o mejor trabajo. 


De esto te puedo dar plena fe, pues a través de mi “corto periodo” de existencia en este planeta, he tenido unos “amiguitos” que ni siquiera lo disimulan. 


Ahora imagínate que, si tú eres alto, guapo, musculoso y con dinero, la cosa se pone mucho peor. 


O si eres una mujer joven, atractiva y adinerada, vas a tener muchas “enamoradas” pendiente de lo que hagas o dejes de hacer. 


El hecho es que una persona envidiosa no puede controlar su “veneno”. 


Finalmente tiene que hacer algo o decir algo porque de lo contrario esa emoción al parecer le afecta su cuerpo. 


Esto puede ser una forma del cerebro, soltar tantos químicos nocivos que se generan en un momento de envidia. 


Como un mecanismo de protección. 


Respecto a esto, ¿recuerdas la historia de la semana pasada que conté sobre el amigo que compró dos motocicletas? 


Este amigo fue visitado por una muy buena “amiga”, que conoce desde que eran unos niños. 


Él quiso compartir su alegría, pues una de esas motocicletas se la iba a regalar a su hijo que vive en otra localidad. 


Cuando la llevó al garaje se la enseñó y ella simplemente no la miro y le preguntaba que no entendía cuál era la sorpresa. 


Este amigo notó que la señora estaba llena de envidia y experimentó gran desilusión. 


Y eso no fue todo, pues cuando le entregaron su motocicleta, la señora lo vio montado en ella y adivina que le dijo. 


Que si se la habían prestado. 


El respondió que se la había comprado, y la señora simplemente le dijo “que él no se merecía ese artículo”. 


Exactamente esas fueron las palabras que yo escuché hace mucho tiempo de un “amigo”. 


En el pasado yo sí que experimentaba la envidia. 


Cuando veía que alguien hacia algo que yo quería y aun no tenía, me hervía la sangre. 


Con los años encontré un audio de superación que comencé a escuchar y decía textualmente que la envidia no te dejaba ver las cosas buenas que tenías. 


Allí fue cuando comencé a valorar más mis habilidades y a centrarme en lo que yo puedo hacer y lograr. 


No en lo que otras personas están haciendo y logrando. 


Yo creo que uno de los regalos más grandes que me ha dado la vida, ha sido poder soltar ese sentimiento tan negativo. 


Hasta la fecha, no nos hemos podido colocar de acuerdo porque nace o se origina este sentimiento. 


Se le han atribuido muchos factores como el social, psicológico, biológico y hasta cultural. 


Desde mi punto de vista, la envidia es un sentimiento del ego, aquella estructura que nos dice constantemente “yo merezco”. 


Es algo que nos sirve para avanzar, y en el caso de la envidia es ese mismo merecimiento, pero con una intensidad exponencial. 


Es por eso por lo que no lo podemos controlar y tampoco disimular muy fácil. 


Mucha gente piensa que este sentimiento es tan inofensivo como las “mentiras blancas”. 


La verdad esto no solo afecta a la persona que lo siente física y emocionalmente, sino que esa energía afecta a la persona objeto de la envidia. 


Mira por ejemplo que cuando yo estaba niño, mi madre me dio una manzana y cuando me la comí de inmediato puse a germinar las semillas. 


Asombrosamente creció en una pequeña maceta que me dio mi madre, un arbolito de manzana. 


Era muy pequeñito porque siempre lo dejé en esa maceta. 


Le echaba agua todas las noches y a su alrededor comenzó a crecer un lindo musgo. 


Yo le mostraba mi logro hasta el perro y el gato que iban de visita. 


La gente pensaba que era un bonsái, pero notaba que algunos no disfrutaban tanto al mostrárselo. 


Bueno este arbolito después de estarlo mostrando, de un momento a otro se murió y se pudrió. 


Allí me di cuenta lo peligroso que puede ser ese sentimiento de envidia para el objetivo de esta. 


Por eso en este canal siempre se recomienda que seas muy prudente con tus cosas. 


No estés dando información de donde estas, donde viajas, que tienes, etc. 


No hay necesidad de eso. 


No busques más la aprobación o el aplauso de terceros. 


Lo que tu logras, solo te interesa a ti. 


A los demás lo único que les interesa es que no te vaya mejor que ellos.

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lunes, 3 de abril de 2023

La relación entre la escasez y la envidia



La relación entre la escasez y la envidia

De entre todas las emociones que los seres humanos experimentamos, no existe algo tan mortificante y enfermizo como la envidia. 


Esto literalmente puede matar a una persona debido a las altas dosis de cortisol que genera en el cuerpo. 


Y como la medicina moderna nos ha dado a conocer, el cortisol es la hormona del estrés que puede llegar a afectar el sistema inmunológico. 


Y no solo eso; también afectar tanto nuestro metabolismo y elevar los niveles de azúcar en sangre y reducir la sensibilidad a la insulina. 


Afectar la frecuencia cardiaca y la presión arterial, llevando a enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares. 


Y ni que decir de las afectaciones en el sueño y los cambios en el aumento de peso y pérdida de masa muscular. 


Y tal vez me digas en este momento: “Gabrielito lindo, tampoco exageres. Nadie se muere de envidia y si se siente es por poco tiempo”. 


Déjame decirte que de los sentimientos más persistentes que existen, a la envidia no le gana nadie. 


Porque a parte del cortisol, también tiene la capacidad de generar dopamina y oxitocina. 


Y estas son hormonas encargadas del placer y la felicidad. 


Así pues, no es tan fácil que tu cerebro sintiendo algo de “bienestar” vaya a soltarlo tan pronto. 


Es por eso que, en uno de los textos sagrados más conocidos acá en occidente, se puede leer que “la envidia corroe los huesos”. 


Un caso muy curioso que pude observar actualmente y que se viene gestando desde hace muchos años es el sentimiento que genera el fútbol. 


Uno podría pensar que es normal que en el fútbol exista la rivalidad entre los equipos mientras están en la cancha. 


Pero luego de eso vuelven a ser amiguitos pues son personas profesionales que viven de esto para sostener a sus familias. 


Pero el caso que ocurre con la selección de la Argentina es bastante interesante. 


Y con estos ojitos que tantas cositas bonitas han visto, he observado como la gente sufre porque ganan algo. 


Incluso desde los años 80 cuando comencé a observar este deporte. 


Por ejemplo, para el partido final, ese día tenía puesta mi camiseta de Argentina. 


Y el partido terminó tipo 1 pm en mi localidad. 


Después de eso salí a almorzar a un restaurante y cuando ingresé note que 2 personas que estaban hablando se quedaron callados al verme con mi camiseta. 


La señorita que me atendió me dijo que antes de que yo llegara, estaban hablando pestes del equipo argentino. 


A mí me dio risa y le dije “con razón se quedaron calladitos apenas entré”. 


Después de que salí de ese lugar, fui al parqueadero y en ese momento estaba un joven en una motocicleta dejando a una persona. 


Y noté que me miraba con cara amarga. 


Y como tengo la capacidad de detectar las emociones de las personas con simplemente observarlos, pude notar como este personaje estaba muerto de envidia por dentro. 


Supongo que no se atrevió a decirme nada pues soy un tipo de grandes dimensiones y a lo mejor se intimidó. 


Días después, la madre de mi hija me comentó que a pesar de que ese mundial había terminado, en la localidad donde vive, aun había gente peleando por ese tema. 


Imagínate, discutiendo y hasta agrediéndose por un equipo de fútbol que ni siquiera era de su país. 


Y hasta aquí no llega la cosa. 


Hace aproximadamente una semana se entregaron unos premios de parte de la organización mundial de este deporte a los mejores. 


Y para más dolor se lo ganan los argentinos. 


Y veo con asombro como periodistas deportivos, que se supone profesionales e imparciales, ahora arden y minimizan los logros alcanzados por estos deportistas. 


Mejor dicho, esa gente va a terminar con cáncer de tanto odio y resentimiento por que otra nación que no esperaban ganara. 


Y esto no es normal. 


Es un sentimiento de envidia bastante exagerado, yo diría que enfermizo. 


Pues por lo general la envidia al ser un sentimiento negativo, nos suele dar vergüenza y al menos lo disimulamos un poco. 


Pero estos periodistas deportivos, de frente y por el centro, le desean el mal y minimizan los logros de los argentinos. 


Y esto hace que nos preguntemos, ¿a qué se debe tanto rencor por alguien que en apariencia no te ha hecho nada? 


La respuesta a esto se encuentra en un sentimiento primario como la escasez. 


Mira, cuando tú envidias a una persona es porque te sientes inferior a ella. 


Y si te sientes inferior, es porque consideras que ella tiene algo que tú NUNCA podrás tener. 


Eso se llama carencia pues crees que para ti no resulta y por lo tanto tu modo de defensa ante esa “injusticia” de la vida es minimizar o menospreciar a esa persona. 


Esto con el fin de que la “ventaja” que piensas que tiene sobre ti, no sea tan grande. 


Es precisamente ese sentimiento de carencia el que tiene sumida a la humanidad en la inferioridad. 


Y añádele la ignorancia que tiene la persona sobre este tema. 


Y si tenemos gente “dándonos pedal” diciendo que ellos son los malos y nosotros los buenos y que nos están quitando algo, ya te imaginarás los resultados. 


A nivel personal yo sí que sufrí de esto casi toda mi vida. 


Cuando me sentía en inferioridad al ver que una persona podía hacer algo y yo no, de inmediato trataba de minimizar sus logros. 


Y cuando por fin entendí lo que pasaba y que el problema era mi sentimiento de carencia, fue cuando las cosas comenzaron a cambiar para mí. 


Fue entonces que al aceptar que me sentía inferior a otro, pude ver las cosas buenas que tenía a mi favor. 


Y al darme cuenta de que yo también era maravilloso, comencé a trabajar en aquello que me faltaba. 


Mira, a ti no te pusieron aquí para estarte comparando con otros. 


Cada uno tiene sus habilidades y desventajas. 


Pero si sigues mirando lo que otros tienen, nunca vas a conocer el propósito de tu vida.

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Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.

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