Una de las cosas que más contribuyen al bienestar es el manejo del dinero.
Lamentablemente se calcula de entre un 38 a un 51 por ciento de las personas, padecen de problemas económicos.
Esto me recuerdo un dicho que varias veces le escuché a mi señora madre: “media humanidad, vive de la otra mitad”.
Y existen varias causas por las cuales este flagelo azota al ser humano.
Algunas pueden ser regionales, otras culturales e incluso religiosas.
Respecto a este último, yo conozco el caso de un hombre que es muy hábil para la mecánica.
Pero que lamentablemente sus creencias religiosas le dictan que debe entregar buena parte del dinero que gana a su congregación.
Y adivina como es su economía.
Y si te preguntas si lo ayudo a tomar conciencia de esto, te tengo que decir que no.
Esto es lo mismo que decirle a un hombre bien enamorado que su mujer lo está engañando con otros hombres.
No te creerá y pensará que tú te quieres quedar con su princesa.
Bueno, el caso es que independiente de las razones por las cuales las personas sufren carencia, existe una que, para mí, es inadmisible.
Y hablo de aquella en que, por culpa de nuestras decisiones, llegamos a ese estado.
Esto lo podemos realizar mediante los créditos, prestamos o cualquier tipo de deuda en que nos metemos por causa del “bienestar”.
Por ejemplo, meterme en un crédito para comprar algo que no me va a dar retorno de inversión.
Tristemente, la mayoría de estas “inversiones” las hacemos para impresionar a otros.
Ni siquiera para darnos a nosotros un gusto.
Hace poco conocí el caso de una señora que heredó de su esposo una gran fortuna.
Y adivina que hizo con esa fortuna.
Salía frecuentemente a beber licor con sus amiguitos y se gastó todo el dinero en fiestas y “diversiones”.
De pura casualidad no sé cómo se le ocurrió comprar una propiedad.
Y hoy en día recibe un dinero en alquiler y adivina que hace con ese dinero.
Y sobre todo adivina ahora que pasa necesidades donde estás sus amiguitos de rumbas.
La señora no aprende y dice textualmente: “el dinero es para gastarlo. Si uno se muere no se lleva nada”.
No sé a qué se debe, pero los seres humanos tenemos la inocente creencia que cuando nos llega dinero, ese flujo nunca va a parar.
En uno de los textos sagrados de la humanidad se encuentra la historia de un intérprete de sueños.
Muy claro dice allí sobre las temporadas de “vacas” gordas y flacas que pueden llenar a nuestra vida.
Y que en el momento que tengamos acceso a buenos recursos es muy prudente ahorrar para poder soportas los tiempos de crisis.
¿Sabes qué porcentaje de la humanidad hace eso?
Como mencioné al principio solo un 49 por ciento lo hace.
¿Ves la importancia del ahorro en tu vida?
Tú nunca sabes en qué momento tu vida se puede complicar y ¿si no tienes algo que te ayude a soportar esa etapa, como piensas resolverlo?
Porque en la vida todo son periodos.
Lo bueno en algún momento termina.
Esto puede dar paso a cosas que no siempre te gustarán.
Y lo mismo pasa con lo malo en nuestras vidas.
Eso no durará para siempre.
Así que una de las cosas que mejor puedes hacer con la abundancia es guardar para tiempos críticos.
Si no pasa nada, mucho mejor, e incluso puedes hacer inversiones o nuevos negocios para incrementar tus ganancias.
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