Uno de los sentimientos más angustiantes que un ser humano puede sentir es la envidia.
Uno siente que literalmente se está quemando por dentro.
Es una sensación de rabia, mezclada con frustración e impotencia porque otro ha logrado o tiene lo que uno aún le falta.
Existe la creencia de que la envidia solo se puede dar en las cosas materiales.
Como por ejemplo un auto nuevo, una casa nueva, un nuevo amor, etc.
Pero existe una envidia bastante oscura y dañina sobre lo intangible.
Con esto me refiero a la personalidad de alguien.
Si, así como lo escuchas, produce más envidia el carisma de una persona que el hecho de adquirir un auto o mejor trabajo.
De esto te puedo dar plena fe, pues a través de mi “corto periodo” de existencia en este planeta, he tenido unos “amiguitos” que ni siquiera lo disimulan.
Ahora imagínate que, si tú eres alto, guapo, musculoso y con dinero, la cosa se pone mucho peor.
O si eres una mujer joven, atractiva y adinerada, vas a tener muchas “enamoradas” pendiente de lo que hagas o dejes de hacer.
El hecho es que una persona envidiosa no puede controlar su “veneno”.
Finalmente tiene que hacer algo o decir algo porque de lo contrario esa emoción al parecer le afecta su cuerpo.
Esto puede ser una forma del cerebro, soltar tantos químicos nocivos que se generan en un momento de envidia.
Como un mecanismo de protección.
Respecto a esto, ¿recuerdas la historia de la semana pasada que conté sobre el amigo que compró dos motocicletas?
Este amigo fue visitado por una muy buena “amiga”, que conoce desde que eran unos niños.
Él quiso compartir su alegría, pues una de esas motocicletas se la iba a regalar a su hijo que vive en otra localidad.
Cuando la llevó al garaje se la enseñó y ella simplemente no la miro y le preguntaba que no entendía cuál era la sorpresa.
Este amigo notó que la señora estaba llena de envidia y experimentó gran desilusión.
Y eso no fue todo, pues cuando le entregaron su motocicleta, la señora lo vio montado en ella y adivina que le dijo.
Que si se la habían prestado.
El respondió que se la había comprado, y la señora simplemente le dijo “que él no se merecía ese artículo”.
Exactamente esas fueron las palabras que yo escuché hace mucho tiempo de un “amigo”.
En el pasado yo sí que experimentaba la envidia.
Cuando veía que alguien hacia algo que yo quería y aun no tenía, me hervía la sangre.
Con los años encontré un audio de superación que comencé a escuchar y decía textualmente que la envidia no te dejaba ver las cosas buenas que tenías.
Allí fue cuando comencé a valorar más mis habilidades y a centrarme en lo que yo puedo hacer y lograr.
No en lo que otras personas están haciendo y logrando.
Yo creo que uno de los regalos más grandes que me ha dado la vida, ha sido poder soltar ese sentimiento tan negativo.
Hasta la fecha, no nos hemos podido colocar de acuerdo porque nace o se origina este sentimiento.
Se le han atribuido muchos factores como el social, psicológico, biológico y hasta cultural.
Desde mi punto de vista, la envidia es un sentimiento del ego, aquella estructura que nos dice constantemente “yo merezco”.
Es algo que nos sirve para avanzar, y en el caso de la envidia es ese mismo merecimiento, pero con una intensidad exponencial.
Es por eso por lo que no lo podemos controlar y tampoco disimular muy fácil.
Mucha gente piensa que este sentimiento es tan inofensivo como las “mentiras blancas”.
La verdad esto no solo afecta a la persona que lo siente física y emocionalmente, sino que esa energía afecta a la persona objeto de la envidia.
Mira por ejemplo que cuando yo estaba niño, mi madre me dio una manzana y cuando me la comí de inmediato puse a germinar las semillas.
Asombrosamente creció en una pequeña maceta que me dio mi madre, un arbolito de manzana.
Era muy pequeñito porque siempre lo dejé en esa maceta.
Le echaba agua todas las noches y a su alrededor comenzó a crecer un lindo musgo.
Yo le mostraba mi logro hasta el perro y el gato que iban de visita.
La gente pensaba que era un bonsái, pero notaba que algunos no disfrutaban tanto al mostrárselo.
Bueno este arbolito después de estarlo mostrando, de un momento a otro se murió y se pudrió.
Allí me di cuenta lo peligroso que puede ser ese sentimiento de envidia para el objetivo de esta.
Por eso en este canal siempre se recomienda que seas muy prudente con tus cosas.
No estés dando información de donde estas, donde viajas, que tienes, etc.
No hay necesidad de eso.
No busques más la aprobación o el aplauso de terceros.
Lo que tu logras, solo te interesa a ti.
A los demás lo único que les interesa es que no te vaya mejor que ellos.
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