A quien no le habrá pasado que detesta alguna cosa y pareciera que esto lo persigue.
Es como si la Vida conspirara contra uno, de forma burlesca, para divertirse con nuestro sufrimiento.
Lo curioso es que TODOS padecemos de este tipo de situaciones, y a veces por temporadas.
Esto hace que sospechemos que no es una pequeña casualidad, sino que detrás de esto existe algo más complejo.
Bueno resulta que los seres humanos, hablando en términos técnicos, tenemos un “dispositivo instalado” el cual es responsable de esta situación.
Este es conocido como el sistema Límbico.
Se encuentra en la parte central del cerebro y está formado por varias estructuras interconectadas.
Como el Hipotálamo, la Amígdala, el Hipocampo y la Corteza cingulada.
Dicho en forma resumida, el sistema límbico desempeña un papel fundamental en la experiencia emocional, la memoria y la regulación del comportamiento.
Pero algo bien importante que realiza el sistema Líbico es traducir las palabras que decimos y escuchamos en emociones.
Digamos que te has esforzado por realizar una tarea y al terminar te sientes orgulloso de tu trabajo.
La persona que te asignó dicha tarea la ve y te dice: “esto le quedó muy mal. Mejor dedíquese a otra cosa”.
Esas simples palabras que acabas de escuchas son traducidas por tu sistema Líbico en forma de emociones.
Lo que resulta en sentimientos de frustración por tu esfuerzo y rabia hacia esa persona que te menosprecia.
Estamos hablando de lo que ocurre inicialmente, porque en esta situación también se va a mezclar tu Ego y recuerdos inconsciente de tu infancia.
Otra capacidad que tiene nuestro sistema Líbico es que está encargado de nuestra atención.
Y aquí es donde vamos a encontrar la respuesta al por qué nos ocurren, con frecuencia, cosas que detestamos.
Al doctor Carl Gustav Jung se le atribuye la frase: “lo que resistes, persiste”.
Y es muy simple, pues estás centrando tu atención a eso que te desagrada, dándole mayor potencia con emociones como odio o desagrado.
Mira, en mi caso yo detesto el ruido.
Me gusta el silencio y siempre he buscado vivir en localidades tranquilas.
Cuando recién llegué a mi localidad actual, no conocía muy bien y me fui a vivir al barrio más escandaloso del planeta.
Tenía unas vecinas al frente, eran 3 hermanas que se la pasaban todo el día escuchando música “agropecuaria”.
Yo “cariñosamente” les llamaba las despechadas.
Al lado de ellas vivían los “negros salseros”, que mantenían en competencia con las despechadas a ver quién escuchaba a más alto volumen su música.
Y en la esquina vivían los “reguetoneros”.
Estos eran unos jóvenes que vivían en la peor casa del barrio.
Una casita de madera, pero tenían el mejor equipo de sonido de la ciudad.
Como te imaginarás yo no viví mucho tiempo en esa zona.
Me fui a vivir a un barrio más tranquilo y callado.
¿Y adivina que pasó al otro día de haberme trasteado?
Efectivamente me recibieron los vecinos del frente con su música a alto volumen.
Yo llamé a la encargada de ese apartamento y le dije “vea señorita, ¿usted que fue lo que me alquiló?”.
En medio de risas ella me dijo que era muy extraño pues la gente de este barrio es muy callada.
En ese momento fue que entendí que el problema era yo.
Mi atención y emociones estaban muy centradas en algo que quería evitar.
Así pues, mi sistema Líbico, al estar centrado en eso, lo magnifica.
Es por eso que se dice que uno “atrae” las cosas.
No se trata de magia o algo extraordinario, sino que se trata simplemente de nuestra atención enfocada.
Mira por ejemplo cuando estás interesado en comprar algo.
A partir de ese momento comienzas a verlo en todas partes.
Es por eso que “atraemos” tanto cosas agradables como las desagradables.
Mira el caso de una amiga que detesta que le tomen fotos o vídeos en reuniones sociales.
Ya te podrás imaginar que cosa persigue de forma insistente a esta muchachita.
Y quizás en este punto ya me estés diciendo: “bueno Gabrielito lindo, y a todas estas, ¿se puede solucionar esto?”.
Claro que sí, pero te va a costar porque si detestas algo, es porque tienes emociones muy fuertes hacia eso.
Esto requiere de tiempo y esfuerzo hacerlo.
Simplemente aprender a ignorar, que te valga esa situación que tanto te molesta.
Quizás es momento de aprender a “disfrutarla” o verla desde otro punto de vista.
Al menos eso fue lo que hice con el ruido.
Me compré mis buenos audífonos y me pongo a escuchar lo que a mí me interesa.
Al restar tu atención poco a poco va desapareciendo eso que te mortifica.
Pues tu sistema Líbico se va a centrar en otras cosas.
Y te recomiendo entonces que aproveches esa “herramienta” para enfocarte en aquello que sí deseas vivir.
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