Como sabemos, todos queremos avanzar en esta vida sin excepciones.
Aunque no ha de faltar el que nació para sufrir y disfrutarlo con pasión.
La razón por la cual esto sucede ya la hemos explicado hasta el hartazgo en este blog.
Pero por si acaso eres nuevo, y a manera de resumen, ese deseo de siempre avanzar proviene de nuestro ego.
Pues es una estructura que administra el merecimiento en nuestra vida, entre otras cositas que también hace.
Así pues, cuando se trata de oportunidades, siempre tenemos esa “vocecita” o emoción que nos dicta, “vamos, hagámosle que eso es bacano”.
En nuestro afán de triunfar a veces tomamos unas decisiones tan “sabias”, que con el paso del tiempo nos arrepentimos de haber actuado de esa manera.
Respecto a esto hace poco un buen amigo me contó un evento desafortunado que le sucedió.
Se podría decir que está es la continuación de la historia del joven que salvó el puesto de su jefe para perder el suyo.
Bueno, finalmente este joven encontró un nuevo trabajo y todo iba bien.
Hasta que le salió una nueva “oportunidad” de oro.
Un trabajo mucho mejor, en el cual ganaría 3 veces lo que ganaba en su anterior trabajo.
La única diferencia es que era en otra localidad.
Y como todo buen ciudadano que se respete y desea prosperar, renunció a su trabajo actual.
Tomó maletas, pagó alojamiento y alimentación en la nueva localidad y se dispuso a asistir a la capacitación inicial en su nuevo trabajo.
En dicha capacitación le salieron con una serie de condiciones, las cuales no le habían mencionado al principio.
En resumen, prácticamente renunció al otro trabajo para nada, pues lo que le ofrecían era mucho menor de lo prometido.
Bueno, tocó volver con “las orejitas agachadas y la colita entre las patas”.
A empezar desde cero.
Afortunadamente este muchacho es muy buen trabajador y tiene buenos contactos.
Así que espero que pronto salga de esto y sobre todo haya aprendido a ser más prudente con estos temas.
Cuando vemos este tipo de historias es imposible no pensar que hay personas que tiene muy mala suerte o quizás son muy inocentes para vivir la vida tan implacable en la que estamos.
Pero todo es muy fácil analizarlo en este momento, detrás de una pantalla, viendo a Gabrielito lindo.
Pero la pregunta que nos interesa responder es: ¿qué hacer para no caer en este tipo de cosas?
Mira, al doctor Luis Fernando Hoyos Aristizábal le escuché muchas veces decir que en la vida hay que utilizar la “estrategia del mico”.
Con esto él quería decir que uno no debe “soltar una rama hasta tener la otra agarrada”.
Dicho en palabras más técnicas, antes de hacer algo, asegúrate que este bien.
De acuerdo a la historia del joven anterior, uno no debe renunciar al empleo actual, sin haber firmado un contrato con las condiciones que te han presentado.
Hace algunos días, otro joven me contó que su novia trabaja como vendedora en un almacén.
Ella estudia una ingeniería en la universidad y está casi terminando su carrera.
Le salió una oportunidad de trabajar en una gran empresa, ejerciendo su carrera y con un salario importante.
El joven me preguntó qué hacer en ese caso y le hable sobre la “estrategia del mico”.
Muchas veces en el ámbito laboral no solo se trata de mejorar las condiciones del dinero.
Para serte honesto, a mí me han ofrecido cifras importantes para cambiarme de trabajo o de localidad.
Pero la verdad yo disfruto mucho de mi trabajo y de mis compañeros de trabajo.
Así que yo no cambio calidad de vida por dinero.
Ese tipo de cosas son las que tienes que analizar frente a las “oportunidades” que te da la vida.
Es por eso de suma importancia definir qué es lo que realmente quieres de la vida.
Y una vez definido eso, te será más fácil saber que decisiones tomar frente a las oportunidades.
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