Una de las cosas que más preocupa al ser humano es no ser engañado.
Esto lo podemos evidenciar en la preocupación como maneja sus relaciones de pareja, sus relaciones económicas y hasta sus relaciones familiares.
Así pues, para evitar ser “engañados”, nuestro cerebro usa puntos de referencia.
Estos puntos de referencia son nuestras creencias.
Aquellas que aprendimos desde nuestra infancia.
Es por eso que la doctora Louise Lynn Hay afirmaba en sus estudios, que los padres son los dioses de nuestro universo.
Y si observas, un niño es lo que sus padres le dan mediante su lenguaje hablado y también no verbal.
Y esto es tan poderoso que incluso nuestros pequeños pueden aprender hasta nuestras fobias, debido a que copian todos nuestros pasos, “buenos y malos”.
Hay que aclarar que en esta situación siempre tendrá más peso las acciones que las palabras.
Por más que un padre le diga a su hijo que algo es incorrecto, pero este lo hace, el hijo imitará sus acciones.
Por ejemplo, si yo le digo a mi hija que pasar mucho tiempo en videos juegos es algo negativo, ella al verme jugar se pasará por el forro mi recomendación.
Y esta es la forma en cómo se van desarrollando las creencias en nosotros.
Cuando somos adultos comparamos esa información almacenada durante años con la información que vemos o nos presentan.
Y esto, hasta cierto punto está bien.
Pero la parte negativa de esto es que al ser una creencia que proviene de nuestros “dioses”, vamos a tener la tendencia al fanatismo ideológico.
Y tal vez me digas en este momento, “pero Gabrielito lindo, yo no le veo nada de malo en defender las creencias que obtuve de mis padres”.
“Finalmente ellos siempre han querido el bienestar para mí”.
Mira, eso está muy bien, pero ¿has considerado la posibilidad que dichas creencias sean incorrectas o más bien te estén perjudicando en tu éxito personal?
¿Verdad que el solo hecho de responder a esta pregunta te general malestar?
Y eso es porque definitivamente estarías cuestionando algo muy sagrado para ti.
Mira por ejemplo el caso de una chica que afirma hablar en lenguaje alienígena y que se ha vuelto muy viral últimamente.
TODOS, incluyendo a este inocente y tierno angelito, se ha burlado de ella o a compartido memes sobre este tema.
De buenas a primeras hacemos esto y nunca nos detenemos a indagar por qué esta señorita realmente hace eso.
Y tal vez me estés diciendo en este momento, “Gabrielito lindo, no seas tan drástico”.
“Esto lo hacemos solo para divertirnos. Además, esa señora es una payasa y es un chiste”.
¿Sabías que eso mismo le ocurrió al primero que dijo que la Tierra no era el centro del universo?
Y atención, con esto no quiero decir que la señora esté en lo correcto.
Existen altas probabilidades que ella esté haciendo esto con el fin de obtener ganancias económicas.
También podemos darle el beneficio de la duda y que esté en lo correcto.
Mira, el problema con nosotros es que tenemos unas posturas bastante absolutas, respecto a lo que creemos.
¿Has notado todo el malestar que te generas por creer que tu equipo de futbol es el mejor?
¿O que tu candidato político es el bueno y los demás son los malos?
Y ni hablamos de tu religión “verdadera”.
¿Ves cómo te puedes estar entorpeciendo tu camino hacia el bienestar con estas cosas?
“Pero Gabrielito lindo, es que uno no puede andar de tibio por la vida, ¡sin definir un bando!”
Pues eso también es una postura absolutista, la cual te han vendido como una creencia infalible.
Recuerdo que, en mis épocas, cuando éramos tan inocentes, la gente o creía en Dios o no creía.
De aquí vienen los famosos creyentes y ateos.
Y de un momento a otro salió una corriente que me pareció muy inteligente llamada los agnósticos.
Ellos sin necesidad de pelear y generarse malestar con otros no niegan ni tampoco aceptan la creencia en un Dios.
Es algo como si Dios existe, lo felicito, si no existe, también.
¿Sabes cuantos dolores de cabeza y hasta ulceras estomacales se evita una persona con esta postura?
Y tal vez me digas “pero Gabrielito lindo, yo he visto que en este blog tú hablas mucho de Dios y de la importancia de creer en un poder superior, no creo que seas agnóstico”.
Si, efectivamente si me vas a medir desde una postura absoluta, yo soy creyente en Dios.
Pero no me gusta ir por allí de casa en casa tocando, diciéndole a la gente que creo en Dios.
Eso a la gente no le va a importar, no les interesa.
Y menos a mí me interesa convencer a nadie de la existencia de un ser supremo.
Lo único que me interesa es transmitirte, mediante esta información, que si quieres vivir en bienestar, abandona las posturas y creencias absolutas en tu vida.
No trates de convencer a nadie de tus ideas pues hay multitud de pensamientos y no necesariamente van a encajar con los tuyos.
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