Debido a que pertenezco a la generación de 1971, mi educación y respeto por las demás personas es bastante considerable.
En aquella época no se toleraba ni siquiera que uno mirara mal a los padres.
Y hay de aquel que les respondiera de forma agresiva.
De hecho, con una sola mirada que nos diera nuestra madre, de inmediato obedecíamos porque cada uno sabía lo que le esperaba en la casa.
Como quien dice, si naciste en aquellos años y no tienes cicatrices de castigos, no tuviste infancia.
Con los años, aproximadamente en la década de los 90, los modelos de disciplina en casa fueron cuestionados por los psicólogos y expertos en la educación.
Se decía que, por culpa de los castigos de nuestros padres, a muchos se les vio truncado su éxito personal.
Quizás porque con tanto castigo los niños crecían tímidos, temerosos o retraídos.
Esto obviamente iba a afectar su desempeño en todas las áreas de su vida.
Y aquí hay que hacer una aclaración respecto a los castigos.
Es evidente que los seres humanos al ser víctimas de otras víctimas, se puede presentar abuso de autoridad.
Es decir que en el caso de nuestros abuelos ellos fueron muy maltratados por sus padres, que, a su vez, fueron de forma más cruel maltratados.
Personalmente llegué a conocer a alguien que estando muy niño le pegaban con lo que encontraran a mano, debido a sus travesuras.
Pero indagando la violencia del padre de este niño pude saber que esta persona también fue maltratada de forma más cruel.
Así que podemos decir que, en medio de todo el salvajismo humano, ha existido una evolución donde la nueva generación es más permisiva que la anterior.
Esto ocurre porque si yo sufrí castigos que considero fuertes, existen altas probabilidades que al experimentar esto, los castigos a mis hijos sean menos fuertes, gracias a la empatía.
En mi caso, mi madre me llegó a decir que yo era bastante travieso y que llevé mucho garrote de parte de ella.
La verdad yo no puedo recordar mucho esto, pero me parece cuestionable por mi naturaleza angelical.
Los padres de hoy en día somos bastante permisivos, a tal grado que parece que nosotros fuéramos los hijos.
He visto en la calle como papá o mamá llegan a hacer la voluntad de un pequeño solo para evitar que este haga berrinche.
También he visto muchos de los niños que fueron creciendo bajo estos parámetros de permisividad, como le faltan al respeto a sus padres, ahora que son adolescentes.
Lo más increíble es que los padres se quejan por qué el niño les “salió” así.
En otras palabras, los humanos siempre nos vamos a los extremos y esta no ha sido la excepción.
La pregunta importante que nos viene en este momento es, ¿cuál debería ser el punto de equilibrio en la disciplina de nuestros hijos?
Primero que todo, cuando se le pregunta a uno de los padres de hoy en día por qué no disciplina a su angelito, de inmediato contesta que lo ama y que por eso NUNCA le hará daño.
Debemos aclarar que el amor no significa que nuestros hijos hagan lo que ellos quieran.
Al contrario, esto es abandonar a un hijo a la suerte del destino.
No hay nada de amor en dejar que tu hijo(a) haga su voluntad, pues no vas a estar todo el tiempo allí para protegerlo.
En algún momento vas a faltar y solo les quedará las cosas, buenas y malas, que aprendieron de ti.
Existe un dicho que vengo escuchando desde que era un niño sobre esto.
Literalmente reza, “el que no tiene padres en la casa, pronto los conseguirá en la calle”.
Tristemente la gente en la calle no es tolerante como tu “amor de padre” permisivo.
Ten por seguro que si acostumbras a tu hijo(a) a pasar por encima de ti, alguien en la calle le romperá la boca.
Y puede que digas “es que yo a mi hijo(a) le voy a enseñar a defenderse”.
Recuerda que, para un fuerte, siempre hay otro más fuerte.
Yo creo firmemente que el punto de equilibrio en la disciplina está en darle conocimientos a tus hijos.
Con esto me refiero que en vez de darle las cosas simplemente porque sí, ¿por qué no le enseñas a ganárselas?
Automáticamente estarás enseñándole el valor de las cosas, que con su inteligencia puede ganar y también le estará enseñando a trabajar.
Al fin y al cabo, eso va a tener que hacer en algún momento futuro.
Si quieres conocer más información sobre estos métodos te invito a ver LA MEJOR EDUCACIÓN PARA NUESTROS HIJOS.
Nuestros hijos son bastante listos y no hay necesidad de maltratarlos para que entiendan.
Pero hay que ser firme y aprender a decir la palabra NO con ellos.
Enseñarles que hay una autoridad, pues cuando crezcan se van a enfrentar a que deben seguir una autoridad y unas leyes o de lo contrario tendrán que ser delincuentes y prófugos de la Ley.
Otra cosa que les estás quitando a tus hijos si eres permisivo es la fortaleza mental.
Normalmente cuando un niño crece sin reglas básicas o autoridad, se convierte en un adulto frágil mentalmente.
Es decir que nunca aprendió a resolver, a enfrentar las cosas y por lo tanto tendrá la tendencia a ser derrotista.
Hoy en día vemos como nuevas generaciones les ofende todo, se quejan por todo y quieren obtener de la vida bienestar sin esfuerzo.
Debemos ser conscientes que el mundo de cierta forma es un lugar implacable.
Y cuando nos creemos víctimas, siempre vamos a encontrar un abusador.
Al doctor Guillermo Villa Ríos, le aprendí la siguiente frase: “Se duro con la vida, para que la vida sea blanda contigo”.
Pues cuando uno “es blando con la vida, esta es dura con uno.”
Esto quiere decir que cuando tú te esfuerzas por ejemplo estudiando, eso va a ser bastante duro para ti.
Pero con el tiempo, debido a esta dureza, la vida se volverá blanda contigo, pues tus conocimientos te abrirán puertas.
En cambio, si eres blando con tu vida, es decir eres indiferente al esfuerzo o solo te importa divertirte, la vida será bastante dura contigo en el futuro.
Así pues, quiero animarte mediante esta información a darle verdadero amor a tus hijos interesándote por su avance diario.
No hagas como la mayoría que debido a su fracaso disciplinario entregan a sus hijos al sistema educativo que no necesariamente le puede estar enseñando a triunfar.
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