miércoles, 14 de marzo de 2012
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La transición de víctima a verdugo
ADVERTENCIA: Antes
de iniciar esta entrada, deseo advertir que si te consideras una persona
sensible o emocionalmente no te interesa progresar, es mejor que no leas esta entrada, pues quizás resulte un
poco ofensiva y mi deseo no es ofender a nadie, y mucho menos que alguien se
sienta aludido con los temas aquí tratados. Mi único objetivo como dice la
sección “Por qué fue escrito este blog”
es despertar tu inteligencia emocional
a través de mis investigaciones, observatorios, laboratorios y experiencias
personales con el único fin de que retornes al camino del bienestar. Hecha esta
advertencia, entonces ingresemos al tema.
Como todos sabemos este mes de marzo ha sido denominado
el mes de la mujer. Recuerdo que hace muchos años se le dedicaba sólo el día 8
de marzo para esta celebración. En aquella
época había todavía una gran discriminación hacia la mujer e incluso yo
mismo llegué a participar de burlas y comentarios sarcásticos sobre el tema.
Recuerdo que con mis compañeros de estudio de aquella época, hacíamos bromas muy
crueles hacia nuestras compañeras y a pesar de que estudié en un colegio
comercial donde la mayoría del personal estudiantil era femenino todas pasaban
por alto estas bromas, aunque no fueran de su agrado. Llegó a ser tan
tormentosa la situación que hasta las mismas compañeras hacían chistes sexistas
sobre ellas mismas y por supuesto, los hombres nos burlábamos con mayor
crueldad.
En cierta ocasión hasta se me acercó una compañera a
quien todavía recuerdo por su ternura y me dijo “Gabriel, ¿por qué será que las
mujeres somos tan brutas?”. La verdad sentí lástima por la pregunta y le dije
“mira, ustedes no son brutas, solo que nosotros las hemos convencido tanto de
eso que ustedes ya están actuando como tal.”
A pesar de esta situación yo era muy apegado a mis
compañeras de estudio, e incluso las más grandes amistades confidentes y cómplices que
he tenido en mi vida han sido mujeres. De allí que he podido aprender ciertas
técnicas de manejo emocional que los hombres por naturaleza desconocemos. Como
vimos en la entrada anterior, podemos decir que las mujeres tienen cierta
ventaja en la inteligencia emocional,
con respecto al hombre y por eso estadísticamente viven más que nosotros.
Con los años he visto que esta situación ha cambiado.
Incluso, gracias a las campañas en medios de comunicación la violencia contra
la mujer ya se ha calmado un poco y las mujeres tienen más participación en los
puestos públicos y promueven la creación de nuevos conocimientos. Creo que esto
jamás se hubiera imaginado ningún hombre en la época que describo
anteriormente.
Lamentablemente cuando uno ha sido víctima y deja de
serlo, ocurre un fenómeno emocional que le podríamos llamar “re-sentimiento”,
el cual viene acompañado de un deseo de venganza y justicia por la situación
vivida con anterioridad. En la entrada Como
puedo ser feliz en mis relaciones, menciono una situación similar que me
ocurrió a mí y fue pasar de víctima a
verdugo.
Esto es lo que está ocurriendo actualmente con el respeto
que se le ha dado a la mujer. Si observas cuidadosamente tu entorno, las mujeres
hacen comentarios anti-hombre y ridiculizan una persona simplemente por
pertenecer a un género que le tocó aleatoriamente. Y no solo eso, también se
está presentando el fenómeno del maltrato masculino.
Quizás tu me digas “¿maltrato masculino?”. Y es lógico
pues a veces pensamos que maltrato es solo golpes y/o heridas físicas. Si eres
una mujer que maltrata a tu pareja por ejemplo, intenta responder con
honestidad las siguientes preguntas:
1. Es
tu pareja primero, a pesar de que tienen hijos o más bien están tus hijos
primero?
2. Respetas
la opinión de tu pareja, o discutes y ridiculizas sus creencias u opiniones en
algún tema?
3. Respetas
a tu pareja sólo cuando te provee el dinero para el hogar?
4. Cuál
consideras es tu familia, padres, hermanos, sobrinos, tíos? O tu pareja e hijos?
5. Le
criticas o peor aún, le prohíbes a
tu pareja realizar cierta actividad?
6. Le
criticas o peor aún, le prohíbes a
tu pareja frecuentar algunas personas?
7. Le
gritas delante de otros o en soledad?
8. Le
insultas delante de otros o en soledad?
9. Le
dices que no sirve para nada o le dices a tus hijos que no sirve para nada?
10. Te
consideras superior a él?
11. Controlas
a tu pareja con el sexo?
12. Controlas
a tu pareja con tus hijos?
Normalmente, cuando enfrentamos estas preguntas,
inicialmente pensamos que eso no es con nosotros a pesar de estar cumpliendo
completamente la lista y esto se debe a la negación que mencioné en la entrada La
negación como causa de infelicidad, y otra causa, quizás el motivo más
importante por el cual se niega esto es porque te sirve para controlar.
Mira, seamos honestos, tener un pend… digo, una víctima controlada
para que haga lo que a nosotros nos conviene es muy divertido, a parte de útil.
Esto es similar al malgenio. Mucha gente
lo padece pero no hacen nada porque se han dado cuenta de que otros sienten
temor y hacen lo que ellos quieren.
Son salidas inteligentes de nuestro sistema enfermo de
pensar, pero muy disfuncionales, pues yo te aseguro que ningún ser humano vino
a obedecer a otro, o sino ¿por qué crees que ocurren las guerras? Y a la final
esto se vendrá en contra tuya y luego dirás con una dulce y tierna voz “¿Dios
mio, por qué a mí?”. SUSPIRO…
Muchas veces he escuchado decir que las relaciones del
tipo eros o de pareja se complican y terminan por dos motivos. El primero es la
falta de dinero y el segundo es que jamás se piensa que se ha formado un nuevo
hogar y se sigue viviendo mentalmente en el hogar paterno-materno. Yo comparto
estas afirmaciones y también le agregaría a esta lista la neurosis pues
finalmente ambos se van con muchas ilusiones y expectativas. Y cuando estas no
se cumplen entonces mi mente inmadura comienza a dejar de hacer cosas porque el
otro o la otra no cumple lo que yo deseo y allí comienza la ruptura inicial del
pseudo-amor que se profesaban.
Mira, lamentablemente todos cometemos estos errores, pues
no existe una escuela o universidad para ser pareja. A todos nos toca la gran
tarea de improvisar y lo que es peor, como no tenemos experiencia, ¿adivina de
donde sacamos la información para crear nuestra nueva experiencia? Por supuesto,
de la televisión o de los chismes de otros o de lo mal que le fue a x o y
persona. Luego, cuando fracasamos, decimos que Dios se equivocó o que el amor
duele o que no es para mi y toda esa gran cantidad de pende… digo de cosas que
decimos para culpar a otros y no a nuestra inmadurez emocional.
¿Te gustaría dejar de vivir de ilusiones y amores que
solo se muestran en las películas y vivenciarlo tu misma? Entonces tienes que
comenzar a hacer lo que he repetido varias veces en este blog y es hazte cargo
de ti misma. ¿Y eso como se hace? Muy simple, viviendo tu vida, dejando de
meterte en la vida de los demás, de tus hijos, pareja, padres, hermanos, tíos,
sobrinos, primos, abuelos, vecinos, ídolos, etc. y preocupándote únicamente por
tu vida.
Mucha gente me
ha preguntado al leer esto “¿pero que cambio?” y yo veo que no son capaces de
controlar la angustia que sienten por los problemas. También veo que les
controlan el horario y las actividades a otros. También veo que dudan de las
intenciones de Dios para con ellos, etc. pero no hay nada que cambiar, ni nada
que evaluar. El jodido o jodida emocional, siempre piensa que él o ella están
bien y que el mundo es el malo e injusto con ellos, y que las guerras, hambre,
dolor y sufrimiento son causas directas de Dios y que él debe tener un motivo
justo para que la gente sufra.
Si realmente quieres dejar de ser una víctima y no
convertirte en un verdugo, sino en una persona de éxito, entonces hay que
evaluar tu vida, tus cosas, tus situaciones. No te quejes de tu “destino”.
Evalúa si tú no lo estás provocando. Arregla tu vida, vívela y deja de los
demás sigan y vivan la suya. Si quieres ayudarlos, enséñales con tu ejemplo que
se puede vivir con calidad.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.
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