Hace muchos años, cuando estudiaba en el colegio, mi talón de Aquiles eran las exposiciones de cualquier tema frente al grupo.
Sentía una mezcla entre pereza y pánico escénico.
Así que tomé la “sabia” decisión de preferir sacar una baja nota que exponer mi sistema nervioso a toda esa tortura.
Así pues, cuando un profesor decía que armáramos los grupos para exponer frente a la clase, yo le decía a solas que no eso no iba a pasar y que colocara la nota que considerara me merecía.
Muchos profesores al conocer mi actitud hacia esto, más bien me dejaban una investigación escrita para presentarlo.
Otros por el contrario tengan la nota mínima, para que aprenda a ser serio.
El caso es que, en cierta oportunidad en clase de español, la profesora dijo públicamente que armaran los grupos, menos Gabrielito lindo, pues tendría un trabajo especial.
Todos preguntaron “¿y es que tiene corona?”.
A lo cual la profesora, muy linda ella, expuso mi debilidad.
Entonces, uno de los compañeros más pequeños del salón dijo con expresión de asombro, que era increíble que un hombre de mis dimensiones tuviera miedo a eso.
Lo bueno es que cuando terminó la clase, otro compañero se me acercó y me dijo algo que cambiaría mi actitud no solo a enfrentar público, sino cualquier desafío en la vida.
Textualmente me dijo que cuando uno se paraba a hablar en público, la gente que estaba allí ignoraba toda información que uno les daría.
Así que, si uno se equivocaba, ellos ni cuenta se darían.
Es más, muchos ni prestan atención a lo que uno está exponiendo.
Bueno, hoy en día las cosas son muy diferentes a lo que era en aquellos tiempos, pues tenemos acceso a más información y de forma casi instantánea.
Pero el principio es el mismo, pues la gente sigue sin leer, dormida y pensando en cosas sin importancia.
Y con esto no te estoy diciendo que debas dar a los demás información errónea o fraudulenta.
Tristemente hay muchas noticias falsas que, por ignorancia, la mayoría prefieren aceptar que tomarse el tiempo de investigar si es cierto o no.
Y más si es una noticia de alguien que te cae mal.
Mira no estamos exentos de cometer errores, pero es muy importante que, si te das cuenta de un dato incorrecto o alguien te lo hace caer en cuenta, corregir la información.
Finalmente, para eso existe la fe de erratas, que son comunes en los libros y revistas académicas.
Pero trátese de cualquier información que desees dar en tu día a día, por muy trivial que sea, intenta ser lo más acertado posible.
Eso es el principio de excelencia, y si lo aplicas constantemente, adivina quien se va a encontrar con el éxito pronto.
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