Todos hemos tenido personas que admiramos.
Esto es posible gracias a la imagen que nuestra mente proyecta sobre ellos.
Por ejemplo, no todos admiran a X cantante o Y futbolista.
Quizás para ti ese deportista sea lo máximo.
Mientras para mí, me es indiferente o hasta quizás no lo conozca ya que no veo televisión.
El caso es que admiramos tanto a las personas que, en nuestra compresión del mundo, las percibimos como perfectas.
Recuerdo que una vez mi amigo y mentor Víctor Gordani me contó sobre una conferencia de varios lideres espirituales.
Entre ellos se encontraba el escritor indio Deepak Chopra.
Estuvo hablando con ellos y después se excusó para ir al baño.
Una señora que estaba a su lado dijo en voz alta y con asombro “también va al baño”.
Y no lo dijo en broma.
Dentro de su paradigma, ella lo consideraba un ser divino o de luz que no comía ni hacia sus necesidades fisiológicas.
Y tal vez nos parece gracioso y hasta ridículo, pero tristemente la humanidad toma las creencias tan a pecho que vemos estos extremos.
O sino mira cómo hay gente que se mata por un equipo de futbol.
O los que se la pasan peleando con los contrarios a sus creencias políticas, etc.
El problema de todo esto no son los ejemplos o información que estemos recibiendo de las personas que admiramos.
Finalmente, lo importante es el mensaje y no lo desastroso del mensajero.
Mira lo que ocurre cuando “descubrimos” que esa persona que admiramos no vive en consecuencia con lo que habla.
Sentimos desilusión y hasta falta de motivación.
Y esto es muy probable que ocurra pues TODOS estamos enfermos emocionalmente así lo neguemos.
Mira nosotros hemos sido una cadena de víctimas, sobre otras víctimas que nos educaron.
¿Y adivina que hemos estado haciendo con nuestros hijos en la actualidad?
Exactamente hemos estado creando las nuevas víctimas, gracias a nuestra enfermedad emocional.
Y tal vez me digas en este momento, “Gabrielito lindo, pero ahora vivimos mejor y cuidamos más de los niños”.
Lamentablemente no estamos mejor sino peor emocionalmente.
Ahora tenemos más avances tecnológicos.
Pero a nivel emocional, parece que avanzamos inversamente proporcional a la tecnología.
¿Has notado que el rol del núcleo parental se ha acabado y hoy en día la masculinidad se ha perdido?
Cada vez hay más hombres débiles, sin metas ni propósitos en la vida.
Que se comportan dóciles, sumisos y obedientes con las mujeres.
Mira, en la naturaleza existen las ranas de caña en el Pacífico.
Estas tienen la capacidad de cambiar de sexo femenino a masculino en caso de no encontrar machos para reproducir la especie.
Si se murieran todos los machos, estas ranitas no se van a dejar morir, sino que se preservará la especie gracias a esta capacidad.
¿Y sabías que el ser humano tiene esta misma capacidad a nivel mental?
Cuando un hombre no tiene la capacidad de liderar o hacerse cargo de su grupo sanguíneo, la mujer de inmediato toma su posición.
De hecho, hace algunos años para acá, se ven más mujeres criando y llevando las responsabilidades de un hogar ellas solas.
Pero esto tiene un costo bastante alto y tiene que ver mucho con la disfuncionalidad del ser humano en la actualidad.
Cuando un hombre decide abandonar un hogar por el motivo que sea, la mujer de forma inconsciente va a proyectar su odio y frustración sobre los hijos.
Y aunque no lo creas, y de forma inconsciente, los hijos sienten odio hacia su madre por tomar el rol de su padre.
Lo consideran una traición, a parte del abandono que sienten del padre.
Como esto NUNCA se resuelve, ¿adivina qué futuro les espera a esos próximos adultos emocionalmente?
Van a crecer necesitados y urgidos de amor.
Es por eso que hoy en día las relaciones románticas son un fracaso constante.
Todo el mundo está esperando que lo amen.
Que le suplan esa carencia de amor por el abandono y traición de sus padres.
Es por eso que vemos personas rogando que no los abandonen.
Cuidado con sus “celos” de amor a esa persona para que nadie se la quite.
Y como consecuencia lógica esa necesidad que se proyecta sobre la persona, hará que se canse y abandone la relación.
¿Vas atando cabos respecto a lo que estamos viendo en la actualidad?
Y quizás te preguntes en este momento, si hay una solución para esto.
La respuesta es un sí.
Y es un sí muy simple porque se trata de perdonar a tus padres.
Y tal vez me digas “pero Gabrielito lindo, yo a mis padres no tengo nada que reprocharles”.
“Por el contrario, tengo mucho que agradecerles”.
Mira eso está muy bien, pero recuerda que estás cosas no ocurren a nivel consciente en nuestro cerebro.
Está pasando en nuestro inconsciente y es la razón por la cual nuestras heridas emocionales no han podido sanar.
Lo ideal es que hables con tus padres si aun los tienes y les digas que los perdonas.
Si no están contigo, hazlo en tu mente.
Y entiendo perfectamente que hacer eso es algo difícil.
Es como decirle por vez primera “te amo” a los que amas.
De ti depende si quieres seguir caminando por tu vida en circulo, o cerrar ese ciclo inconsciente.
Cualquiera que sea la razón por la que estamos aquí es para vivir bien.
Si no hubiera sido ese el propósito te aseguro que no tuvieras un sistema nervioso que te permite ver en colores, escuchar música hermosa, oler ricos aromas, disfrutar sabores, sentir el amor, etc.
0 comentarios:
Publicar un comentario