Por naturaleza, todos los seres humanos siempre queremos estar bien.
Desde mi punto de vista, esto se debe a esa estructura mental que hemos denominado en este blog como Ego.
Este ego siempre nos está impulsando constantemente a ser más y tener más.
De allí provienen esos “antojos” que a veces nos dan por las cosas.
O también la envidia que nos produce saber que alguien más consiguió eso que nosotros hace mucho tiempo estamos persiguiendo.
Sin embargo, a veces somos muy malagradecidos con nuestra vida y lo que tenemos o hemos logrado, gracias a esta “característica”.
¿Cuántas veces no nos hemos equivocado o cometido el error de soltar algo para tomar algo mejor y resulta que no era por allí?
Respecto a esto, hace algunos días, mi nutricionista me contó una historia acerca de un amigo suyo.
Este señor tenía un muy buen trabajo, en el cual tenía muchas ventajas.
Tales como mayor tiempo libre, más autonomía para realizar su trabajo, etc.
Sin embargo, llegó el momento en que se encontró con un vecino suyo.
Este vecino trabajaba para una compañía similar y con mucho entusiasmo le recomendó que esta empresa tenía muchas ventajas y bla bla.
Entre esas ventajas era que si se cambiaba ganaría mucho más dinero que en la actual.
Bueno, este paciente ni corto, ni perezoso, salió corriendo a renunciar a su trabajo actual para cambiarse de compañía.
¿Y sabes cuál era la diferencia salarial? Aproximadamente de unos 10 dólares.
Ahora se arrepiente porque no le ha ido nada bien.
Demasiado estrés y poco tiempo hasta para sí mismo.
A veces creemos más en la experiencia de otros que en nuestra propia experiencia.
Si algo funciona para una persona no necesariamente va a suceder lo mismo con el resto.
Por eso si estas bien no pienses que debes buscar algo más.
¿Y no ha de faltar el paciente que diga que eso es mediocridad, pero si algo está bien porque desecharlo?
Como reza el dicho popular: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
¿Quiere decir esto que debemos quedarnos dónde estamos?
¡Jamás suceda eso!
Recuerda que una de las reglas más importantes de la vida es ser estratégico y prudente.
Antes de hacer las cosas debemos indagar, ser pacientes e ir probando poco a poco.
No salir corriendo a “meter las patas”, para luego estar mirando al cielo con las manos empuñadas y decir: “por qué a mi Señor!”.
Nosotros tenemos que ser mansos como palomas, pero ASTUTOS como serpientes.
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