Cuando una persona se deja llevar totalmente por su ego y busca constantemente llamar la atención de manera excesiva, su comportamiento puede ser influenciado por una serie de factores psicológicos y emocionales.
Por ejemplo, el Narcisismo.
El ego inflado y la búsqueda constante de atención pueden ser indicativos de un narcisismo excesivo.
Las personas con rasgos narcisistas pueden tener una necesidad constante de admiración y validación de los demás para mantener su autoestima.
Y entiendo que esta palabra se ha satanizado en los últimos años, pero por naturaleza TODOS tenemos esta tendencia narcisista.
El narcisista no es eso que de abandonó por otra, o que no quiso prestarte más atención.
Como vimos, la definición de narcisista tiene que ver más con la búsqueda constante de atención.
Solo pregúntate por qué subes una foto ligero de ropas, o publicas tus logros financieros o adquisiciones materiales.
Estás buscando ser el centro de atención.
Irónicamente esto tiene que ver con la baja autoestima subyacente.
A pesar de la aparente confianza que muestran, algunas personas que buscan constantemente la atención pueden tener una baja autoestima subyacente.
Su comportamiento puede ser un intento de compensar sus sentimientos de inseguridad o insuficiencia.
La búsqueda excesiva de atención a menudo está relacionada con la ansiedad y la inseguridad.
La persona puede sentir una necesidad constante de ser el centro de atención para calmar sus preocupaciones sobre su valía o su posición en un grupo social.
Algunas personas pueden carecer de habilidades efectivas para regular sus emociones.
Esto las lleva a buscar la atención como una forma de expresar sus emociones o aliviar la tensión emocional.
Las experiencias de la infancia, las dinámicas familiares y las experiencias de vida pueden influir en la forma en que una persona busca atención.
Por ejemplo, una infancia en la que se recibió poca atención o validación podría llevar a un deseo excesivo de atención en la edad adulta.
En algunas situaciones, una persona puede buscar la atención debido a una necesidad de validación social.
Pueden creer que su valía está directamente relacionada con la cantidad de atención que reciben de los demás.
Mira si un niño crece viendo como a otros se les presta más atención, es normal que piense que entre más atención reciba, esto es sinónimo de importancia y amor.
Buscar la atención a través de comportamientos extremos puede convertirse en una especie de adicción, donde la persona necesita cada vez más atención para sentirse satisfecha.
Por ejemplo, un típico comportamiento extremo es el provocador.
Hace algunos años, cuando recién comencé con este blog, una señora me escribió diciéndome que le gustaría hablar conmigo con el fin de polemizar.
Digamos que en esos tiempos no tenía el conocimiento actual y le respondí que la información aquí propuesta no era para polemizar.
Solo se trataban de vivencias mías y como pude salir adelante.
En caso de que alguien estuviera en una situación similar y al menos tenga idea que hacer.
Pues la señora se pegó de eso y comenzó a decirme que entonces teníamos que pasar por lo mismo y bla bla.
Por allá como que se me prendió la intuición y dejé de responderle.
Yo no iba a ser tan pendejo de meterme en esa charla solo para discutir.
Mira, aunque tu tengas la razón (o la verdad absoluta), si la intención de la otra persona es que le presten atención, vas a gastar tu vida intentando convencerla de lo contrario.
Lo más curioso es que la búsqueda excesiva de atención no siempre es negativa en todos los casos.
Puede ser una parte natural de la vida en situaciones como el entretenimiento, el arte o la actuación.
Sin embargo, cuando esta búsqueda de atención afecta negativamente las relaciones y la calidad de vida de una persona, puede ser necesario abordar las causas subyacentes.
Y considerar la posibilidad de buscar ayuda profesional
Como terapia, para desarrollar una relación más saludable con el ego y la búsqueda de atención.
Recuerda que el ego no es nuestro enemigo, es una estructura que nos impulsa a avanzar.
El enemigo somos nosotros mismos al dejarnos llevar como hoja en el viento por nuestras emociones.
Y en este punto me puedes estar preguntando: “Gabrielito lindo, ¿cómo podemos controlar esas emociones y no permitirles que hagan con nosotros lo que quieran?”
Hay muchos métodos para esto, pero de acuerdo a mi experiencia, el mejor es ir entrenando tu cerebro con pequeñas cosas.
En mi caso yo soy amante del dulce.
Pero como soy consciente del todo el daño que me puede llegar a hacer eso, comencé a regular su consumo.
A veces voy camino a mi apto y viene esa voz que dice “vamos a comerlo, ya hicimos ejercicio. ¡Nos lo merecemos!”.
Bueno en ese caso yo le declaro la ley marcial a mi cerebro y le “digo” que pena, pero no.
Y aunque esto te parezca algo insignificante, no te imaginas el entrenamiento tan poderoso que le estás dando a tu cerebro para tomar el control de tu vida.
Comienza por cosas pequeñas como estas y te aseguro que en el futuro vas a ser un maestro en el control de tus emociones.
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