Hace ya muchos años, cuando me encontraba en medio de mi crisis financiera, mi señor padre me dijo: “Gabrielito lindo, si quieres tener dinero, NUNCA trabajes para gente pobre”.
Y este consejo, a su vez él lo recibió de un gran amigo y compañero de trabajo.
Y podría decir que es uno de los más grandes consejos que he escuchado.
Quizás pueda resultar ofensivo para algunas personas porque la palabra pobreza siempre la hemos asociado con el dinero.
Y no hay nada que le llegue a doler tanto a nuestro ego como que nos identifiquemos con la pobreza.
Pero en realidad este consejo no tiene mucho que ver con la pobreza económica, sino más bien con la mental.
Mira la gente o las empresas no son ricas porque tengan dinero.
En mi país he conocido empresarios que por más dinero que tengan, en su mente siguen siendo pobres.
Siguen pasando hambre y necesidades.
Tanto que pueden llegar a pasar por encima de los demás.
También pueden llegar a ser implacables con la competencia.
Y hasta hablar mal de ellos, hacerles competencia desleal y difamarlos.
Por ejemplo, he conocido empresas “prosperas” que en su fuerza de ventas inculcan a sus trabajadores que la “prosperidad” es algo que deben mostrar.
Ah, eso sí, dicha prosperidad debe salir del bolsillo de sus trabajadores.
Esto con el fin que personas externas puedan apreciar lo bien que les va por trabajar en dicha compañía.
Y gran parte de lo que ganas, debes gastarlo en aparentar una prosperidad imaginaria.
Y esto genera un ciclo de deuda y trabajo que en el ambiente laboral se respira más estrés que bienestar.
Pero los grandes empresarios no son los únicos que sufren carencias mentales y emocionales.
Me atrevería a decir que el 99% de la humanidad padecemos de esto.
No es casualidad que solo el 1% maneja la riqueza del planeta.
Y el resto se mantienen haciendo “malabares” para llegar a fin de mes.
Y tal vez me estés diciendo en este momento, “Gabrielito lindo, allí te equivocas porque yo vivo muy bien”.
“Tengo mi negocio, paseo, disfruto y celebro la vida”.
De nuevo, no debes mezclar tener dinero con carencias emocionales y mentales.
Por ejemplo, al manejar tu vehículo estás mostrando mentalidad de abundancia o carencia.
Una persona “pobre” percibe que otros se le están metiendo a su vía.
Si alguien no hizo el pare o no respetó el semáforo y se te metió delante, ¿qué haces?
Lo “castigas” pitándole para que se “sienta mal”.
Y por lo general, sacas a relucir tu carencia tratándolo con un lenguaje soez.
Mira, la mentalidad es tan poderosa que cuando comienzas a practicar algo, se va extendiendo a todo lo que tocas.
Digamos que no tienes dinero. Y la mejor forma de tener abundancia para ti, es concedérsela a los demás.
Y aquí entramos en un dilema, pues si no tengo dinero ¿cómo voy a concederle abundancia al resto?
¡Entonces comienza a dar de lo que tienes!
En mi caso una de las cosas que más comparto es mi sonrisa.
Le sonrío a todos en la calle y es una forma de concederles abundancia.
En ocasiones, esto no funciona, porque tienes problemas con otras personas y te van a juzgar de falso porque no eres “amable”.
Mira a mí me suele pasar mucho que la gente que ha tenido contacto toda la vida conmigo me dicen que yo no soy amable.
Gran parte de mi vida yo era considerado una persona noble, pero en realidad yo siempre agachaba la cabecita y a todo le decía “amén”.
Pero el Gabrielito lindo que estás viendo en la actualidad tiene más poder que nobleza.
Quizás esas personas se acostumbraron a verme como una persona “noble”.
Pero hoy en día yo expongo y digo lo que me sale del forro así se enoje su Santidad Bergoglio.
Yo era una persona que por evitar problemas cedía demasiado.
Hoy en día defiendo mi postura sin agredir a nadie.
Y como no evito la confrontación y eso es lo que puede asustar a las personas que desde hace años me vienen conociendo.
Pero a pesar de lo que las personas puedan opinar de ti, NUNCA dejes de manifestar tu abundancia en la forma en que hayas decidido hacerlo.
Automáticamente con el tiempo, dicha mentalidad irá permeando poco a poco el resto de situaciones en tu vida.
Recuerda siempre que los esclavos son los que mantienen con prisa, estrés y pelean por migajas.
Los reyes no le corren a nadie y disfrutan de la vida.
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