La mayoría de nosotros tenemos en claro que es el resentimiento, hablando emocionalmente.
Pero si nos vamos al significado, la sola palabra nos define totalmente lo que esto significa.
Es decir, que esta comienza por el prefijo griego “re” que significa volver a.
Es por eso que un resentimiento es como viajar en el tiempo donde ocurrió un evento.
Este evento, indefectiblemente está asociado a algo negativo.
Por ejemplo, si tuvimos una experiencia muy agradable y romántica con alguien, no hablaríamos en este caso de “re-sentimiento”, sino de “re-cuerdo”.
Al “viajar” en el tiempo, nuestro cerebro tiene la capacidad de volver a generar los mismos químicos que dispararon esas emociones negativas.
Si quieres probarlo por ti mismo, intenta recordar un evento pasado y negativo con una persona.
Para no ir más lejos esto suele suceder mucho en los conflictos del tráfico vehicular.
Digamos que, si hemos estado a punto de sufrir un choque contra otra persona, en la mañana, podemos pasar todo el día pensando en ella.
Y hasta repitiéndonos “y si le hubiera dicho esto” o “¡es que se cree dueño de la calle el muy hijo de su madre!”, etc.
Incluso si eso ha pasado ya hace mucho tiempo, nuestro cerebro tiene la capacidad de recrear las mismas emociones de ira.
El resentimiento tiene la capacidad de permanecer oculto por un tiempo, pero siempre estar allí presente.
Esto puede durar décadas o si lo permitimos, una eternidad.
Un ejemplo de la perdurabilidad de esto fueron los eventos que ocurrieron en el año 1982 durante el conflicto de las Malvinas.
Mira, a la fecha aún permanecen heridas de ese conflicto absurdo.
Y para no ir más lejos en mi país, a mediados de este año que tuvimos una serie de protestas, se gestó una herida tan profunda que esto puede tardar bastante tiempo en sanar.
A manera de resumen, sobre esta situación, mucha gente salió a protestar por decisiones sobre los impuestos tomadas el gobierno.
Las personas se envalentonaron y se activaron los egos de ambos bandos.
Es decir, yo no me voy a dejar.
Por supuesto, el gobierno utilizó la fuerza pública para controlar esto, porque habían personas que aprovecharon el caos para delinquir.
Y era obvio que la población civil desarmada iba a sufrir la peor parte.
Sobre todo, porque muchos agentes de la ley abusaron de su poder de repeler y controlar disturbios.
Por ejemplo, en algunos sitios donde había personas que ni siquiera participaron, se vieron atacados por gases lacrimógenos.
Bebés, ancianos enfermos, mujeres en embarazo, mascotas sufrieron la peor parte.
Esta situación hizo que a nivel general se creara un resentimiento ante el abuso del poder.
Tan grande fue esta sensación que el mismo gobierno intentó cambiar el uniforme de los agentes de la ley por otro color.
Esto para tratar de desvirtuar las emociones que produjo cada enfrentamiento.
Lamentablemente la situación ya se produjo y el daño que esto ha causado emocionalmente ha sido tan grande que pueden pasar décadas para olvidar esto.
Incluso en redes sociales se llegó a compartir un vídeo de una pequeña de unos 6 años montando en su bicicleta.
A lo lejos llega a divisar a unos agentes de la ley y la niña sale corriendo aterrorizada como si hubiera visto al demonio.
En el barrio donde yo vivo, es considerado un barrio de agentes de la ley, pues el comando principal está muy cerca.
Y he podido observar cómo la gente los ignora como si no existieran.
Evitan pasar cerca de ellos y hasta estos mismos ya no se atreven a saludar a las personas para que no los “dejen en visto”.
Esta misma situación ocurre dentro de las parejas.
Anteriormente nuestras abuelas daban todo por sostener un hogar estable para sus hijos.
Pero el resentimiento con que vivieron fue un precio demasiado alto con el que pagaron.
Podemos decir que hoy en día los matrimonios son más “frágiles” porque nadie quiere aguantarse nada ni ceder, y esto está bien.
Soy partidario no de no llevarle los caprichos a nadie.
Aunque las parejas se separan, se nota que mantienen un resentimiento terrible.
Te has puesto a pensar si una persona “dejó” de importarte, ¿por qué te “amarga” las emociones, cada vez que te la encuentras?
Es porque esa persona aún sigue siendo demasiado importante para ti.
Digamos que vas por la calle y un desconocido te tropieza.
La persona se disculpa y sigue adelante y lo mismo haces tú.
¿Quedas pensando en esa persona o te olvidas de ella?
Es obvio que te vas a olvidar de ella porque no significa nada para ti.
¿Por qué un ateo le arde que le hablen de Dios?
Porque sigue siendo una figura importante para él.
Y tal vez en este punto me estés preguntando, “¿pero Gabrielito lindo, es posible soltar ese resentimiento y cómo?”
Si claro, es posible con el perdón.
Pero no que te perdone el otro(a) sino el perdón a ti mismo por permitir ese odio en tu corazón.
Mira, hay que aceptar que las otras personas no son perfectas.
También se equivocan al igual que tú.
¿Crees que el otro(a) no tiene que lidiar con la culpa de lo que ha hecho?
Cuando comienzas a ver que todos recibimos una factura por las cosas que hacemos, dejas de tener ese bendito sentido de justicia.
En el cual tienes la sensación de querer equilibrar la balanza por el daño que te hicieron.
Muchas personas aconsejan en estos casos y sobre todo en las relaciones románticas, aplicar el famoso contacto cero.
Desde mi punto de vista, el contacto cero con esa persona es una especie de “castigo” que le estarías aplicando.
¿Es tan imprescindible esa persona en tu vida que tienes que darle una lección?
Mira, cuando alguien ha cometido un error contigo, y te ofendes, esto tiene que ver más con tu interpretación personal de los hechos.
¿Acaso la meta de todos nosotros no es vivir en paz y armonía con nuestro entorno?
Por más conflictiva que sea una persona, su deseo es vivir bajo estas condiciones.
El que busque “problemas” tiene que ver más con la atención que necesita que otros le presten.
Pero en el momento en que pudiera sentir que ya tiene esa atención y dedicación, esta persona buscaría la armonía y paz con sus semejantes.
Así que quiero animarte, mediante esta información, a abandonar ese dolor moral y destructivo del resentimiento.
Esta vida es demasiado corta y agradable como para perder años pensando en lo que pudo ser y nunca fue.
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