Aunque todos deseamos vivir en bienestar es un hecho que muchos buscamos el dolor antes que el placer.
lunes, 29 de junio de 2020
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El auto castigo como método de sanación
Aunque todos deseamos vivir en bienestar es un hecho que muchos buscamos el dolor antes que el placer.
Esto lo podemos ver en nuestros pequeños actos de cada día con la pareja que estamos, el trabajo que tenemos y no queremos, y el poco cuidado que dedicamos a nosotros mismos.
Y aunque te parezca ilógico que algunas personas prefieran seguir viviendo mal, pregúntate ¿por qué sigues viviendo eso que no te gusta y no has alcanzado esa vida que piensas que te mereces?
Cuando analizamos todo esto, con honestidad, podemos concluir que hay algo que está interfiriendo nuestro andar hacia donde realmente queremos.
Es como si una fuerza invisible dentro de nosotros no quisiera que alcanzáramos nuestros sueños.
Y en realidad no estamos muy lejos al afirmar esta expresión, pues esa “fuerza” invisible que te ataca se llama programación mental.
Ya hemos visto que esta se formó entre los primeros 5 a 8 años de vida.
Quizás nos creemos muy grandecitos para no dejar dominar nuestra vida por las creencias pasadas y arraigadas en el subconsciente.
Sin embargo, es un hecho que por más fuertes que nos sintamos, no es fácil tomar el control total de nuestras vidas.
De lo contrario estaríamos en total felicidad con la vida actual que llevamos.
Pero vemos que nos castigamos por todo, así no tengamos nada que ver con lo que esté en nuestro entorno.
Por ejemplo, cuantos de nosotros hemos llegado a sentir culpa por la situación de emergencia a nivel mundial.
Y no solo eso, pensamos que hemos estado haciendo algo tan malo que por eso Dios, la Vida o el Universo nos está castigando con una pandemia.
Puede sonar ridículo, pero he visto en las calles, gente arrodillada orándole a Dios para que nos perdone y acabe con la situación.
Lamentablemente, nos han programado para sentirnos de esta manera desde que éramos muy niños.
Intenta recordar lo que sucedía cuando las personas a tu alrededor te estaban evitando hacerte daño.
O quizás no querían que hicieras tan maniobra que pudiera arriesgar tu vida.
¿Verdad que las expresiones de “cuidado con eso”, “hay donde se entere tu papá”, etc., eran el común denominador en tu niñez?
Por ejemplo, en mi caso, cuando estaba ingresando a la pubertad, en mi país llegó de moda un baile muy “peligroso”.
Era el famoso Break Dance.
Prácticamente el que se atrevía a esto tenia genes de malabarista y contorsionista, pues se bailaba de pie, en el suelo y hasta en la cabeza.
Recuerdo que las personas a mi alrededor decían que eso era muy peligroso y que tuviera cuidado porque podría partirme el cuello.
Cuando uno se encuentra en la pubertad, siente que es inmortal. Que nada le va a pasar por tanta energía que tiene en su cuerpo.
A medida que pasan los años y uno va envejeciendo, comienza a ver lo que hacen los jóvenes como algo peligroso.
Y esto ocurre porque uno ya no tiene la misma energía y es por eso que los miedos que uno aprendió y adquirió intenta transmitírselo a los más jóvenes para que no se hagan daño.
Es aquí donde nos volvemos unos bien intencionados, pero mal informados consejeros.
Tristemente nuestros miedos tratamos de imponérselos a los que amamos con el fin de protegerlos.
Pero en realidad lo que les estamos haciendo con esto es un gran daño, pues estaríamos frenando sus intereses y sueños.
Y atención, con esto no estoy diciendo que deba importarnos poco el bienestar de los que nos rodean.
Pero una cosa es aconsejar en determinado tema y otra muy diferente meterles miedo y culpa a las personas para conseguir lo que queremos.
Así que te animo mediante esta información a que no te sigas auto castigando para sanar las heridas que tengas del pasado.
La Vida quiere darte todo, pero debes permitírselo con tu propio perdón.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.
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