De entre todas las emociones que los seres humanos experimentamos, no existe algo tan mortificante y enfermizo como la envidia.
Esto literalmente puede matar a una persona debido a las altas dosis de cortisol que genera en el cuerpo.
Y como la medicina moderna nos ha dado a conocer, el cortisol es la hormona del estrés que puede llegar a afectar el sistema inmunológico.
Y no solo eso; también afectar tanto nuestro metabolismo y elevar los niveles de azúcar en sangre y reducir la sensibilidad a la insulina.
Afectar la frecuencia cardiaca y la presión arterial, llevando a enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares.
Y ni que decir de las afectaciones en el sueño y los cambios en el aumento de peso y pérdida de masa muscular.
Y tal vez me digas en este momento: “Gabrielito lindo, tampoco exageres. Nadie se muere de envidia y si se siente es por poco tiempo”.
Déjame decirte que de los sentimientos más persistentes que existen, a la envidia no le gana nadie.
Porque a parte del cortisol, también tiene la capacidad de generar dopamina y oxitocina.
Y estas son hormonas encargadas del placer y la felicidad.
Así pues, no es tan fácil que tu cerebro sintiendo algo de “bienestar” vaya a soltarlo tan pronto.
Es por eso que, en uno de los textos sagrados más conocidos acá en occidente, se puede leer que “la envidia corroe los huesos”.
Un caso muy curioso que pude observar actualmente y que se viene gestando desde hace muchos años es el sentimiento que genera el fútbol.
Uno podría pensar que es normal que en el fútbol exista la rivalidad entre los equipos mientras están en la cancha.
Pero luego de eso vuelven a ser amiguitos pues son personas profesionales que viven de esto para sostener a sus familias.
Pero el caso que ocurre con la selección de la Argentina es bastante interesante.
Y con estos ojitos que tantas cositas bonitas han visto, he observado como la gente sufre porque ganan algo.
Incluso desde los años 80 cuando comencé a observar este deporte.
Por ejemplo, para el partido final, ese día tenía puesta mi camiseta de Argentina.
Y el partido terminó tipo 1 pm en mi localidad.
Después de eso salí a almorzar a un restaurante y cuando ingresé note que 2 personas que estaban hablando se quedaron callados al verme con mi camiseta.
La señorita que me atendió me dijo que antes de que yo llegara, estaban hablando pestes del equipo argentino.
A mí me dio risa y le dije “con razón se quedaron calladitos apenas entré”.
Después de que salí de ese lugar, fui al parqueadero y en ese momento estaba un joven en una motocicleta dejando a una persona.
Y noté que me miraba con cara amarga.
Y como tengo la capacidad de detectar las emociones de las personas con simplemente observarlos, pude notar como este personaje estaba muerto de envidia por dentro.
Supongo que no se atrevió a decirme nada pues soy un tipo de grandes dimensiones y a lo mejor se intimidó.
Días después, la madre de mi hija me comentó que a pesar de que ese mundial había terminado, en la localidad donde vive, aun había gente peleando por ese tema.
Imagínate, discutiendo y hasta agrediéndose por un equipo de fútbol que ni siquiera era de su país.
Y hasta aquí no llega la cosa.
Hace aproximadamente una semana se entregaron unos premios de parte de la organización mundial de este deporte a los mejores.
Y para más dolor se lo ganan los argentinos.
Y veo con asombro como periodistas deportivos, que se supone profesionales e imparciales, ahora arden y minimizan los logros alcanzados por estos deportistas.
Mejor dicho, esa gente va a terminar con cáncer de tanto odio y resentimiento por que otra nación que no esperaban ganara.
Y esto no es normal.
Es un sentimiento de envidia bastante exagerado, yo diría que enfermizo.
Pues por lo general la envidia al ser un sentimiento negativo, nos suele dar vergüenza y al menos lo disimulamos un poco.
Pero estos periodistas deportivos, de frente y por el centro, le desean el mal y minimizan los logros de los argentinos.
Y esto hace que nos preguntemos, ¿a qué se debe tanto rencor por alguien que en apariencia no te ha hecho nada?
La respuesta a esto se encuentra en un sentimiento primario como la escasez.
Mira, cuando tú envidias a una persona es porque te sientes inferior a ella.
Y si te sientes inferior, es porque consideras que ella tiene algo que tú NUNCA podrás tener.
Eso se llama carencia pues crees que para ti no resulta y por lo tanto tu modo de defensa ante esa “injusticia” de la vida es minimizar o menospreciar a esa persona.
Esto con el fin de que la “ventaja” que piensas que tiene sobre ti, no sea tan grande.
Es precisamente ese sentimiento de carencia el que tiene sumida a la humanidad en la inferioridad.
Y añádele la ignorancia que tiene la persona sobre este tema.
Y si tenemos gente “dándonos pedal” diciendo que ellos son los malos y nosotros los buenos y que nos están quitando algo, ya te imaginarás los resultados.
A nivel personal yo sí que sufrí de esto casi toda mi vida.
Cuando me sentía en inferioridad al ver que una persona podía hacer algo y yo no, de inmediato trataba de minimizar sus logros.
Y cuando por fin entendí lo que pasaba y que el problema era mi sentimiento de carencia, fue cuando las cosas comenzaron a cambiar para mí.
Fue entonces que al aceptar que me sentía inferior a otro, pude ver las cosas buenas que tenía a mi favor.
Y al darme cuenta de que yo también era maravilloso, comencé a trabajar en aquello que me faltaba.
Mira, a ti no te pusieron aquí para estarte comparando con otros.
Cada uno tiene sus habilidades y desventajas.
Pero si sigues mirando lo que otros tienen, nunca vas a conocer el propósito de tu vida.
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