miércoles, 19 de marzo de 2014
El contagio emocional
Una de las estructuras emocionales que nos ayudan a
sobrevivir durante nuestro camino por la vida se conoce con el nombre de
empatía. La empatía según el RAE es la capacidad del ser humano de percibir lo
que otro puede sentir. Esta estructura nos permite vivir en “armonía” con los
demás pues si todo fuera basado en el Ego, quizás no existiera ningún ser
humano en el planeta, o al menos muy pocos.
Lamentablemente, la mayoría de nosotros nos dejamos
llevar mucho por nuestras estructuras mentales, es decir, racionalizamos muy
poco y somos más emocionales o viscerales. Es por esta razón que sufrimos
demasiado por cosas que a otros les ocurre y que muy poco podemos hacer para
solucionarles.
Quizás tú me digas, “pero si podemos hacer algo por
nuestros seres queridos”. Es correcto, pero no podemos solucionarles la vida.
Por más que tú quieras cambiarle la vida a tus seres queridos para bien, no lo
vas a lograr si en la mente de esta persona existen voces mentales que le dicen
que debe sufrir para merecer o que tiene mala suerte, etc.
Respecto a esto, hace algunos años tuve una conversación
con mi señor padre sobre este tema. El me comentaba que en toda parte existen
buques de carga y hacia la comparación, diciendo que los seres humanos somos
como barcos. Algunos son yates de lujo, otros trasatlánticos y otros buques de
carga entre una gran lista.
La característica de los buques de carga es precisamente
esa, cargar cosas que le colocan para transportar. Y los seres humanos hacemos
exactamente esa labor con las cargas emocionales de los demás.
Recuerdo que mi señor padre me decía que no me volviera
buque de carga de nadie, pues las personas llegarían a mi vida contando
situaciones y vivencias que los mortifican y que tenía que aprender a escuchar
y apartarme del dolor ajeno o de lo contrario no viviría ni tampoco dejaría que
los demás vivieran sus vidas.
Mira, personalmente he conocido muchos seres humanos que
afirman que desean vivir una mejor vida. Sin embargo sus hechos dicen lo
contrario. Me refiero a que si una persona afirma que desea ser feliz, muy poco
se enfoca en eso. Más bien dedica su tiempo al deporte, al chisme, a la televisión,
películas, etc. Y todas estas cosas no son malas o negativas. El problema es la
cantidad de tiempo que se le dedican y nos dispersan o entretienen de lograr lo
que realmente estamos buscando de la vida.
La doctora Louise Hay en sus libros menciona muchas veces
este tipo de personas. Por ejemplo, cuantas veces le has pagado el arrendo a
algún pariente y nuevamente se ve colgado con dicho tema una y otra vez?
En cierta ocasión conocí a una señora que tenía un
negocio de comidas. Una vez esperando que me atendiera tuve la oportunidad de
preguntarle porque siempre la notaba preocupada. La señora me dijo, que tenía
un problema muy grave y comenzó a contármelo. Yo me imaginé que la señora
estaba en serios problemas, pero no. El problema no tenía nada que ver con
ella. Era un pariente de ella que se encontraba en problemas económicos. Debía
grandes cantidades de dinero y no sabía cómo pagarlos y por consecuencia, iba a
sufrir embargos económicos. Intenté ayudarle a la señora a aclarar sus ideas
respecto a lo que ella podía hacer o no.
Le dije: “disculpe, hace cuanto lleva su ser querido en
esa situación”. Ella me respondió que casi toda la vida. También le pregunté si
alguna vez le había dado dinero para ayudarle y me dijo que ya había perdido la
cuenta.
Le dije que lamentablemente nosotros nos dedicamos más a
solucionar los problemas de los demás y muy poco a solucionar los nuestros. Ella
me dijo que era imposible no pensar en ello e intente razonar con ella sobre
cuánto dinero le ha generado la preocupación de ella para ayudarle a su
pariente? Por supuesto ella me informó, con una sonrisa, que eso no era
posible. “Entonces???” Le contesté.
Y le comenté la referencia de los barcos que me hizo mi
señor padre en el pasado. Los seres humanos somos expertos en analizar,
sugerir, reparar, insinuar soluciones, etc. a otros y lo hacemos porque no nos
atrevemos a reconocer nuestras fallas y solucionarlas.
Es por eso, como lo hemos visto en entradas anteriores,
que escuchamos música a alto volumen aunque esto molesta a los demás o dejamos
el televisor prendido mientras hacemos otras cosas para que nos “acompañe”,
porque nos da físico terror enfrentarnos a nuestro interior a solas.
Durante mi búsqueda interior, leí muchos artículos y
libros sobre la reconciliación con nuestro interior, niño interior, voces
internas, o como quieras llamarle, que deberíamos hacer. Uno de los ejercicios
más simples que existen es hablarse a uno mismo, imaginando que hay una
personita dentro de uno, o como si nuestro interior fuera un niño o niña que
nunca creció y que está allí todavía sufriendo por cosas que nuestro cerebro ha
olvidado, pero que nuestro corazón no.
En el ejercicio advertían que inicialmente uno se
sentiría como un tonto haciendo esto, pues nuestro interior o esa parte
desconectada que nos guía, no confía en nosotros, y por lo tanto sentiríamos que
estuviéramos hablando con la pared. Por supuesto yo comencé a hacer este
ejercicio hace años. Efectivamente te puedo decir que al principio me sentía
absurdo, pero lo seguía haciendo gracias a la advertencia que daban los textos.
En realidad no sé en qué momento o desde que fecha siento
que esa parte me escucha e interactúa conmigo. Pero si pude notar que comencé a
descubrir cosas que no me gustaban y que a esa parte interior tampoco. Que
había cosas que tenía que resolver y comencé a enfrentarlas una a una. Las más
fáciles primero. Aunque debo confesar que en estos temas tan personales no hay
nada fácil. Todo lo que uno enfrente es concebido como un gigante al cual hay
que derrotar.
Lo que si recuerdo es que al momento de ir enfrentando
situaciones por resolver es como si esa parte interior, ese niño interior
comenzará a confiar en mí y a amarme por ayudarle a solucionar esas
situaciones. Es extraño pero no volví a sentirme solo ni tampoco volví a
sentirme con malestar al levantarme en las mañanas que era muy común para mi
sentir que era mejor quedarme dormido y no despertarme a enfrentar la realidad.
Así pues, que si quieres tomar el control de tu vida, recuerda
que debes determinar qué es lo que quieres de la vida. Posteriormente enfocarte
solo en eso, no dejarte dispersar ni entretener por cosas que no tengan nada
que ver con lo que deseas, y finalmente hacer las paces con tu ser interior,
mediante conectarte con él y solucionar las pequeñas cosas que te tienen atado en
el pasado o preocupado por el futuro.
Recuerda, quieres realmente ayudar a tu prójimo? Entonces
ponte bien tú mismo. Ya sabes que por años no has podido cambiarle su vida.
Pero el ejemplo tuyo si le ayudará. Confía en la Vida que es la que nos provee todo
para que estemos vivos y vivamos bien, y no permitas que la contaminación
emocional empañe tus ganas de vivir una vida de prosperidad y amor.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.
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