Retoma el control de tu vida. Estrategias efectivas para el control emocional

lunes, 8 de diciembre de 2025

Cuando la dignidad persiste en medio de la oscuridad



Cuando la dignidad persiste en medio de la oscuridad

Hay personas que uno no conoce realmente, pero que terminan dejándole una huella silenciosa, casi como si la vida las hubiera puesto allí para enseñarte algo sin decir una palabra. 


A mí me ocurrió con un señor que vive en condición de calle cerca de donde paso todos los días. 


No sé su nombre, no sé de dónde viene, y tal vez él tampoco sabe muy bien quién soy yo. 


Pero cada vez que lo veo, siento que su presencia me revela algo sobre la dignidad humana. 


Lo observo barrer la acera con una escoba vieja. 


No trabaja para nadie, no recibe un pago, y aun así lo hace con una especie de convicción humilde. 


Los vecinos le dan comida, y él lo sabe. 


Podría quedarse sentado esperando, sin mover un dedo, porque no necesita hacer nada para sobrevivir en lo básico. 


Pero aun así decide levantar la escoba y moverla, como quien todavía quiere ganarse, aunque sea un poco, el derecho a existir. 


Lo curioso es que tiene un saludo para todos cada vez que pasan. 


No importa si cruzo por su lado una o cinco veces: él saluda siempre. 


A veces apenas con un gesto, otras con un “buenas” que le sale suave, como si se obligara a recordarse a sí mismo que todavía forma parte del mundo. 


Es extraño, porque otros vecinos me han dicho que ha sido grosero con ellos, sobre todo con quienes no le dan nada. 


Pero conmigo nunca. Conmigo, siempre respeto. Y esa contradicción humana me hizo pensar mucho. 


Quizás en su mente —como en la de cualquiera de nosotros— hay una lucha invisible entre lo que recibe y lo que siente que merece. 


Porque incluso alguien que lo ha perdido todo quiere ser útil, quiere sentir que aporta algo, aunque ese “algo” sea barrer una acera que ni siquiera es suya. 


Cuando uno observa eso sin juzgar, empieza a entender que la dignidad no depende de la ropa, ni del dinero, ni de las circunstancias. 


La dignidad se sostiene en actos tan simples que no solemos notarlos… hasta que un día alguien nos los pone en la cara. 


No soy partidario de dar limosnas. 


A veces creemos que estamos ayudando, pero sin darnos cuenta estamos creando dependencia. 


Las costumbres, cuando se repiten, se vuelven leyes, y terminamos reforzando justo lo que queremos evitar. 


Pagamos impuestos, hay hogares y programas para personas mayores en situación de calle. 


Nada de eso es perfecto, pero existe. 


Y en vez de reemplazar esas estructuras con nuestra caridad momentánea, quizá deberíamos preguntarnos cómo ayudar sin apagar el deseo natural que todo ser humano tiene de merecer su propio sustento. 


Mirar a este señor barrer me enseñó algo que no había puesto en palabras hasta ahora: que incluso en la pobreza más dura, hay una parte del ser humano que se niega a desaparecer. 


Esa parte que quiere contribuir, ser útil, ganarse lo poco que recibe. 


Y entendí también que a veces la verdadera ayuda no es dar más, sino permitir que el otro conserve esa pequeña chispa de dignidad, ese impulso interior que lo mantiene vivo por dentro. 


Quizá no podamos cambiar el destino de todas las personas que viven en la calle. 


Pero sí podemos cambiar cómo las miramos, cómo las tratamos, cómo reconocemos que detrás de su situación hay una historia que no conocemos y un valor que no podemos medir. 


Podemos saludarlos, respetarlos y permitirles aportar algo, aunque sea mínimo. 


Y al hacerlo, no solo fortalecemos su dignidad… también fortalecemos la nuestra. 


Porque, al final, incluso la persona que parece tenerlo todo perdido puede ser un maestro disfrazado. 


Solo hace falta observar un poco más allá de la superficie para descubrirlo.

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lunes, 1 de diciembre de 2025

Que es la inteligencia



Que es la inteligencia

Hace unos meses, sin buscarlo, terminé escuchando la historia de un señor que conoció un buen amigo mío. 


Yo no lo vi directamente, pero fue una de esas historias que se te quedan dando vueltas en la cabeza. 


Como si alguien hubiera prendido una luz en un cuarto que ni sabías que tenías. 


La historia trata de un señor había pasado casi toda su vida trabajando. 


De esos hombres que no tienen estudios, pero sí tienen manos marcadas por los años. 


Después de toda una vida levantándose temprano, ahorrando aquí, arreglando allá, por fin había logrado lo que él llamaba “estar organizadito”. 


No rico, pero sin deberle a nadie. Tranquilo. 


Y justo ahí, cuando sentía que el piso estaba firme, la mujer lo dejó. 


Así, sin tragedia anunciada. Sin discursos. Se fue. 


Y aquí voy a ser claro, porque también lo pensé cuando mi amigo me lo dijo: 

una mujer con dinero es una h... cuando quiere demostrar poder. 


No hablo de todas. Hablo de ese tipo que, cuando ya no te necesita, cuando no te puede manipular, cuándo ve que ella está bien si ti… te suelta como si fueras un mueble viejo. 


La gente alrededor reaccionó como siempre reacciona la gente: juzgando desde la comodidad. 


“Ah no, ese man ya está listo para su funeral. A los 70 ya no se levanta.” 


Como si la edad fuera una sentencia. Como si el alma tuviera fecha de vencimiento. 


Pero aquí viene lo que a mí me rayó la cabeza. 


Ese señor —que muchos trataron como si ya estuviera a punto de morir— se levantó. 


Sin escándalo, sin dramas, sin hacer posts motivacionales en redes sociales. 


Simplemente se paró, volvió a organizar sus cosas y siguió caminando. 


Y ahí entendí algo que pocas veces vemos: 


La inteligencia no es saber de libros, la inteligencia es saber vivir. 


He conocido gente que sabe más que Wikipedia, pero no saben ni dónde dejaron su propia felicidad. 


Personas llenas de títulos, pero vacías por dentro. Analizan todo, pero no disfrutan nada. 


Mientras este señor, sin academia, sin discursos, sin pose… resolvió la vida con una lucidez que muchos “intelectuales” ni entienden. 


A veces creemos que ser inteligente es pensar más, pero yo creo que es pensar mejor. 


A veces creemos que es saber mucho, pero en realidad es saber vivir. 


Dicen que las personas inteligentes son infelices. 


No sé quién inventó esa mentira. 


Para mí, la inteligencia busca la felicidad como un reflejo natural, como quien busca aire cuando se está ahogando. 


Y ese día, sin querer, ese señor me dio una lección que ni él sabe que dio: 


La verdadera inteligencia es levantarte cuando todos creen que ya estás acabado. 


La inteligencia es seguir. Es no rendirse. 


Es vivir bien con lo que sabes, con lo que tienes y con lo que eres. 


Ese señor no tenía estudios. Pero tenía algo mejor: sabiduría.

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lunes, 24 de noviembre de 2025

No fue tu culpa, pero sí es tu responsabilidad



No fue tu culpa, pero sí es tu responsabilidad

De pequeños, escuchábamos a los adultos decir cosas como: “la vida es dura”, “el dinero no crece en los árboles” o “hay que aguantarse porque así es la vida”. 


No lo sabíamos, pero esas frases se estaban quedando grabadas en nuestra mente, una a una, como si fueran verdades absolutas. 


Crecimos, y sin darnos cuenta, comenzamos a vivir en función de esas ideas. 


Si algo salía mal, pensábamos que era normal. 


Si no teníamos lo que queríamos, asumía que “así tocaba”. 


Y si algo nos daba miedo, simplemente lo evitábamos. 


Era como si una parte de nosotros siguiera siendo aquel niño, actuando en automático, sin cuestionar nada. 


Lamentablemente esto no solo es la historia de pocos sino de la humanidad. 


Todos, de alguna manera, fuimos programados por el entorno donde crecimos. 


Palabras, actitudes, miedos o silencios… todo eso se nos pegó sin querer. 


Y aunque de niños no teníamos opción, de adultos sí la tenemos. 


Porque llega un momento en el que uno ya no puede seguir culpando al pasado. 


Ni a los padres, ni a la infancia, ni a nadie. 


Nuestros padres hicieron lo que sabían, con lo que tenían. 


Algunos nos enseñaron desde el amor, otros desde el miedo, pero todos —a su manera— intentaron hacerlo bien. 


De hecho, si tienes hijos en esta época, vas a “educarlos” de la mejor forma que crees que puedes hacerlo. 


¿Y adivina? En el futuro ellos te van a reclamar por que te equivocaste en algo. 


Y no lo hiciste con intento de dañarlos. 


Simplemente les diste lo mejor que puedes, con lo que tienes. 


El problema es que muchos seguimos viviendo como si aún estuviéramos bajo esas reglas antiguas. 


Queremos avanzar, pero el subconsciente sigue repitiendo: 


“no se puede”, “no merezco tanto”, “mejor no intento”. 


Y así, año tras año, seguimos esperando que la vida cambie… sin darnos cuenta de que la vida cambia cuando nosotros cambiamos. 


Una buena forma de romper este ciclo es mediante la gratitud. 


Agradecer lo que vivimos no significa quedarnos allí. 


Significa mirar hacia atrás con compasión, aprender lo que haya que aprender y seguir caminando. 


El pasado puede explicar por qué somos como somos, pero no puede decidir quién vamos a ser. 


Si algo te limita hoy, probablemente no es el presente… es una creencia vieja disfrazada de realidad. 


Así que la próxima vez que sientas miedo, duda o resistencia, detente un momento y pregúntate: 


“¿Esto lo está diciendo el adulto que soy o el niño que fui?” 


Porque ese niño ya hizo su parte. 


Ahora te toca a ti cuidar de él, guiarlo, enseñarle que ya no necesita repetir las viejas historias. 


No fue tu culpa lo que aprendiste, pero sí es tu responsabilidad transformarlo. 


Y cuando asumes eso, sin culpas ni resentimientos, empieza tu verdadera libertad. 


El auto poder no nace del pasado. 


Nace del momento en que decides reescribirlo.

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lunes, 17 de noviembre de 2025

Las palabras que no eran para mí



Las palabras que no eran para mí

Hace ya más de un año, tuve que enfrentar uno de los momentos más difíciles de mi vida: la partida de mi señor padre. 


Recuerdo que traté de actuar con “normalidad” pues tenía que viajar a acompar a mi madre y mis hermanos. 


Mientras iba a almorzar, trataba de entender lo que estaba pasando, un amigo se acercó, me dio el pésame y me dijo algo muy simple, pero lleno de verdad: 

“Si quieres llorar, no te lo guardes. Hazlo.” 


En ese momento, esas palabras fueron un permiso para sentir. 


Aunque yo no lloré pues los “machos” no lloramos. 


Porque, aunque la sociedad nos enseñe a “ser fuertes” o a “superar rápido” las pérdidas, la verdad es que el duelo no se supera... Se vive. 


Cada uno lo hace a su manera. 


Algunos comen más, otros callan, otros se inventan fantasías donde el ser querido aún está presente. Y está bien. 


No hay una forma correcta de sanar algo que te rompe el alma. 


Aunque tuve la impresión de que la psicóloga de los servicios funerarios intentaba decirme que uno debe aceptar y procesar el duelo rápidamente. 


Algo así como desapegarse rápidamente para que tu dolor no sea eterno. 


Al menos fue lo que le entendí y quizás la he malinterpretado. 


Aunque puede ser cierto, pues también he visto personas pegadas eternamente a un duelo de muchos años, décadas. 


Sin embargo, desde mi punto de vista, cada uno tiene su forma de procesar su duelo y es respetable. 


No podemos encasillar a alguien a procesar una pérdida de una forma que le haga sentir incómoda. 


Bueno, pasó una semana desde aquel día. Y ese mismo amigo que me consoló… murió en un accidente de tránsito. 


Tuve que ir a su casa y mirar a su madre a los ojos para decirle esas mismas palabras: 

“Si quieres llorar, no te lo guardes. Hazlo.” 


No te imaginas como lloré en ese momento y sentía que era ese amigo, llorando por su madre. 


Fue tanto mi llanto que la señora se compuso y me miró asombrada. 


Hasta noté que se le acabó su tristeza en ese momento. 


Y entonces entendí que, en realidad, esas palabras nunca fueron para mí. 


Fueron un mensaje que la vida me entregó a través de él, para que yo lo pasara a alguien más. 


El duelo me ha enseñado muchas cosas, pero, sobre todo, me enseñó que la vida va en serio. 


Recuerdo que hace años, cuando escuchaba que un amigo había perdido a un ser muy cercano yo pensaba que eso era lo más natural de esta vida. 


Finalmente, eso es parte de lo que venimos a hacer aquí, estar un ratito y luego chao. 


Que lo que hoy tienes, mañana puede no estar. 


Que los abrazos, los “te quiero”, los momentos simples… son los verdaderos tesoros que uno debe cuidar. 


Por eso, desde aquel entonces, trato de vivir con más pasión, con más amor, con menos miedo. 

Porque no sabemos cuándo será la última vez que veremos a alguien o incluso cuándo será nuestra propia despedida. 


Así que, si estás pasando por un duelo, no te apresures a “superarlo”. Vívelo. 


Permítete sentir, llorar, recordar y agradecer. 


No hay relojes en el alma. 


Y cuando llegue el momento, poco a poco, el dolor se transformará en amor… y en una nueva forma de entender la vida.

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lunes, 10 de noviembre de 2025

Rendición Consciente: El Secreto de Dejar que la Vida Fluya



Rendición Consciente: El Secreto de Dejar que la Vida Fluya

Hace días, que me encontraba hablando con un amigo, me contó una de sus historias trágicas. 


Para ponerte en contexto, la vida de este paciente no ha sido nada fácil, pero a pesar de esto, es una persona que disfruta mucho la vida. 


Pero no por eso, nunca dejó de sentir que la vida estaba en su contra. 


Que se ponía de “acuerdo” con personas, situaciones y hasta el clima para hacerle su paso por esta vida un poco difícil. 


Por ejemplo, hace ya varios años, tenía un negocio de alquiler de lanchas. 


Su actividad consistía en pasear a turistas en un lago de esta localidad. 


Bueno, a pesar de las dificultades para adquirir esta lancha, resulta que se le dañó. 


Como es una persona que no se da fácilmente por vencido, decidió conseguir ayuda y hasta su hermano le regalo el dinero para los repuestos. 


Probaron la lancha y quedó muy bien. 


Bueno se va este amigo todo entusiasmado a transportar unos turistas, cuando en medio del lago se descompuso ese aparato. 


De inmediato se levantó en medio de la lancha y mirando hacia el cielo dijo textualmente a “Dios”: “¡no jodas hpta! Ya soltame”. 


Cuando me contó esto, solté a reírme pues me sentí identificado, aunque no lo creas, este angelito tierno, puro y casto también hizo la misma cuando ya me rendí en mi crisis financiera. 


Le pregunté a este amigo en qué momento dejó de pelear con la vida, y me dijo que recientemente. 


Llegó a un punto donde se rindió y en vez de seguir peleando con la vida, más bien pensó que la vida hiciera lo que le diera la gana. 


Paradójicamente la vida lo “soltó” y todo comenzó a fluir. 


Y mira que a mí me pasó exactamente lo mismo. 


Cuando ya me rendí, fue que comenzaron a ocurrir los “milagros” y a cambiar las cosas a mi favor. 


Como si algo o alguien me estuviera ayudando. 


Lo que he aprendido de todo este proceso, es que la vida no funciona por nuestros deseos. 


Funciona por nuestra atención en las situaciones. 


Por ejemplo, si tu “necesitas” dinero, en esas te vas a quedar por mucho que te esfuerces y trabajes. 


Si te sientes solo y quieres compañía, también te vas a seguir quedando solo. 


Y adivina que pasa cuando te “sientes” enfermo y quieres tener buena salud. 


Observa que todas tus peticiones, todos tus deseos se basan en resolver una carencia, en algo que te falta. 


Dicho en palabras más simples, la vida es un espejo y la imagen, energía, intenciones o pensamientos que estes proyectando sobre ese espejo, es lo que obtendrás. 


Y tal vez en este punto me estés preguntando “bueno Gabrielito lindo, ¿quiere decir eso que no debemos desear nada?”. 


“¿Debemos de vivir la vida sin voluntad y dejar que el destino sea cruel y despiadado?” 


No te me vayas a los extremos. 


Me refiero a que, si quieres que algo suceda en tu vida, no debes proyectar carencia. 


Del libro Conversaciones con Dios, aprendí que la mejor oración, o más bien petición que puedes hacer es la gratitud. 


Agradecer es la mejor forma de aceptar que ya tienes eso que quieres. 


Si quieres algo, agradecerlo con anticipación, no solo es aceptarlo en tu vida, sino un entrenamiento para ya lo tengas en tu vida. 


Y ese espejo que es la vida, te lo va a reflejar. 


Da gracias por todo y tu vida será una bendición para ti y los que te rodean.

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lunes, 3 de noviembre de 2025

El precio de defender causas ajenas



El precio de defender causas ajenas

Hace algunos días, me enteré de la historia de un vecino, que desde mi punto de vista se comporta de manera extraña. 


Con esto quiero decir que no actúa como una persona normal, sino más bien de forma psicótica. 


A pesar de mis equivocadas apreciaciones sobre él, se nota que es una persona trabajadora y responsable. 


También es muy sociable pues lo veo constantemente dialogando con los vecinos de forma amable. 


Sin embargo, este señor hace poco perdió su trabajo. 


Trabajaba en una gran empresa de mi localidad actual. 


Pero al parecer se puso a discutir con su jefe por política. 


Tengo entendido que hasta se fue a la agresión física por esto. 


Tristemente en este país la gente se ha polarizado entre un bando y otro. 


Y algunos, hasta parientes tienen discusiones acaloradas por estos temas. 


Y como fue el caso de este señor se hizo botar del trabajo por defender a un personaje que ni siquiera lo conoce. 


Dime si esto no es tener un nivel de psicosis un poco exagerado. 


O más bien de retraso. 


En la actualidad está sobreviviendo como puede, aunque afortunadamente el señor se “rebusca” el dinero. 


Y mira que este paciente no es el único que hace este tipo de tonterías. 


Millones de personas al rededor del mundo “pelean” batallas que no son suyas. 


Creen que les pertenecen y hasta se hace quitar la vida por causas ajenas. 


A veces comprometemos cosas tan importantes como el sustento, por tonterías que no valen la pena. 


Y te apuesto que este señor muchas veces le cuestionado a la vida, porque le va mal. 


Observa que estaba en una buena posición y él solito se metió la pata para caerse. 


La mayoría de las personas viven de esta forma. 


Tomando decisiones tontas y luego culpando al gobierno, a la naturaleza, a Dios, a la vida, etc. 


Es por eso por lo que, mediante esta información, quiero animarte a nunca buscarte males que no te pertenecen. 


Enfócate en tu vida y como mejorarla. 


Automáticamente las personas a tu alrededor también van a mejorar.

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lunes, 27 de octubre de 2025

Cuando la vida nos da lecciones disfrazadas



Cuando la vida nos da lecciones disfrazadas

Hace algunas semanas en el lugar donde siempre almuerzo, se sentó un señor a mi lado. 


La característica de este señor era que venía sucio, como si trabajara pintando casas. 


Como yo estaba averiguando algo de ese tema, decidí preguntarle si era maestro de obra. 


El señor me dijo que no, que él solo trabajaba plomería y en algunas ocasiones pintaba casas. 


Bueno, después de un rato, no recuerdo muy bien pero el tema se desvió. 


Este señor, al igual que a mí, le interesaba mucho la ciencia. 


Comenzó a hablar de ciertas cosas que yo conozco y me sorprendió la exactitud de los datos que decía en la conversación. 


No me aguante la curiosidad y le pregunté que se si leía mucho y el señor me respondió que desde niño le gustó hacerlo. 


En fin, este señor me dio una gran lección pues para serte honesto mi juicio crítico se dejó llevar por su apariencia en el principio. 


Y eso que yo me jacto de tener mi mente abierta. 


Bastó una ropa manchada para que mi mente intentara clasificarlo, ubicarlo en una categoría, etiquetarlo sin conocerlo. 


Cuantas veces nos perdemos de conocer gente interesante (y que enriquezca nuestra vida) simplemente porque no cumplen con nuestros estándares de belleza, estatura, economía, etc. 


Lamentablemente nuestro mundo actual grita ante las apariencias y se queda mudo antes la esencia. 


Es por eso por lo que vivimos persiguiendo cosas triviales, porque estamos llenos de eso. 


Al final del día buscamos la felicidad y con esa manera de va a ser muy difícil con seguirla. 


No escuchamos lo que la vida nos da cada segundo para lograr lo que pedimos. 


Pensamos que somos los únicos que tenemos la razón y los demás están equivocados. 


Mira que este año conocí a una señorita muy atractiva. 


Si cuantificamos la belleza podríamos decir que tiene un 10 de 10 puntos posibles. 


Sin embargo, ella es linda hasta que abre la boquita. 


Tiene un vocabulario demasiado soez. 


La verdad cuando yo veo una persona así se me quita hasta las ganas de saludarla. 


Claro, no falta el que babea apenas la ve. Para todo hay antojados. 


Pero no sabe en lo que se está metiendo, al dejar entrar a su vida una persona que solo sabe expresar vulgaridad y banalidades. 


Así que, mediante esta historia, quiero animarte a soltarte de todos los juicios que has aprendido desde pequeño. 


La felicidad no son instantes que llegan y se van como piensa todo el mundo. 


Es una secuencia de felicidad en felicidad y eso solo se logra si observas lo que la vida te da en los pequeños detalles.

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lunes, 20 de octubre de 2025

El verdadero mapa de tu mente hacia la abundancia



El verdadero mapa de tu mente hacia la abundancia

Cuantas veces las preocupaciones por el dinero, no solo nos quitan el sueño, sino que hasta el cabello. 


Y te lo digo yo que hasta el pelo se me cayó de tanto preocuparme por dinero durante toda mi vida. 


Sin embargo, ¿sabías que nosotros en realidad no estamos buscando el dinero? 


Yo diría que el dinero es la parte superficial de lo que realmente queremos en la vida. 


En realidad, el verdadero objetivo de este es lo que queremos experimentar con él. 


Para que me puedas comprender un poco mejor, tengo una amiga que desde que nació no la pasó nada bien la vida. 


Vivió en una pobreza que hasta asusta. 


En realidad, cuando ella me contó su historia, en mis adentros me decía que yo no sabría cómo vivir de esa forma. 


Y aunque ella era consciente que el dinero era el monstruo que todo lo negaba, había algo muy curioso en su imaginación. 


Siempre se imaginaba que estaba en un sitio con una ventana grande viendo pasar autos. 


Mira, la vida es tan increíble, que esta señorita a la fecha vive en un sitio similar al que imaginaba cuando era niña. 


Con una ventana grande donde puede ver pasar automóviles. 


Y como mencioné anteriormente, a pesar de sus limitaciones y experiencias negativas que vivó en ciertos momentos de su vida, respecto al dinero, nunca se desesperó por ir detrás de él. 


De cierta forma siempre confió en que el dinero iba y venía. 


Esto me hace recordar un tema anterior, en el cual un amigo de esta localidad me dijo sobre la confianza en la vida y el dinero. 


Lamentablemente la mayoría vemos el dinero como un objetivo. 


No lo vemos como una herramienta para experimentar cosas. 


Siempre lo andamos persiguiendo hasta el grado que muchos venden su dignidad por él o hasta hace peores cosas. 


Ahora bien, no te estoy diciendo que te sientes a esperar a que te llueva del cielo. 


Simplemente tu labor es definir qué es lo que quieres de tu vida. 


Qué es exactamente lo que quieres que pase con ella. 


Entre más tiempo pases visualizando eso que quieres y le pongas tus sentidos y atención, hay más posibilidades de que eso ocurra. 


Le estarás dando a tu mente un “mapa” para que vaya por ese camino de bienestar. 


Mira lo que has estado haciendo toda tu vida. 


Visualizando desastres, carencias, enfermedad, vejez y por último la muerte. 


Y adivina que clase de mapa le estás dando a tu cerebro y en donde vas a terminar si sigues con esa metodología.

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