sábado, 21 de enero de 2012
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Anclas emocionales para reprogramar tu mente al éxito
Hace algunos días escuché unas sabias palabras del Dr. Dyer
que afirmaban que el ser humano no atrae lo que desea sino lo que es. En otras
palabras el resultado de lo que vivenciamos es simplemente una expresión física
de lo que llevamos en el interior.
Quizás te estés preguntando en este momento, si esa
situación crítica que has vivido la has provocado tú, pues quien va a ser tan
pendejo de querer su propio mal. Y en teoría tienes toda la razón, pues solo basta
preguntarle a alguien si se ama a si mismo y siempre te responderá que si,
aunque se lo esté llevando el mismo odio.
La razón por la cual no podemos entender perfectamente
esto es porque nuestra propia mente, como está diseñada para ayudarnos y
protegernos, entonces niega cualquier atentado que hagamos hacia nosotros
mismos, como por ejemplo excesos en la comida, alcohol, trabajo, sexo,
descontrol emocional, sufrimiento, etc.
Por ejemplo, a diario vemos noticias y nos re-creamos en
las desgracias del mundo, y no nos damos cuenta que este sistema de
comunicación ha sido cuidadosamente diseñado para provocar aceptación de
cualquier producto que se te venda.
Para explicártelo mejor, haremos un paréntesis y vamos a
aprender algo sobre las formas de re-programación
mental que he estudiado durante
estos últimos 6 años. Observemos el comportamiento de un niño y sus padres
desde los 0 años en adelante. El primer día, o mejor, los primeros meses, todo
es ternura, amor, compasión, gracia, generosidad, belleza, dulzura, atención,
etc. hacia este nuevo pequeño o pequeña. Incluso he escuchado a padres prometer
que jamás castigarán a sus hijos como se los hicieron sus padres a ellos, y
otros afirmar que es lo más maravilloso que les pudo haber pasado.
Pero, y aquí viene un cambio radical en el comportamiento
tanto de padres como de los hijos, es cuando comienzan a gatear o caminar en
algunos casos. Los bebés empiezan a experimentar el mundo y desean tocarlo
todo, desbaratarlo para saber de que está hecho, en otras palabras comienza
nuestra verdadera vocación como científicos o lo que también se
denomina curiosidad humana. Los padres de inmediato
comienzan a cambiar su trato con el niño y aquí inician los primeros malos
tratos, gritos, imposiciones y en algunos casos ridiculización de las mentes
infantiles.
Este cambio ocurre en el caso del padre que más tiempo
permanece con el niño, pues tiene que “luchar” más tiempo con él, y en el caso
del padre que no pasa mayor tiempo debido a su trabajo, generalmente, siente
que el otro comete “injusticias” al castigar o “maltratar” al pequeño bebé. Esto
es una de las causas de discordia en
muchos matrimonios que tienen su
primer hijo.
A medida que el niño crece, digamos en una etapa entre
los 2 a los 6 aproximadamente, el niño comienza a “probar los límites” de la
cultura. Esto quiere decir que él ha notado que existen ciertas normas y
él/ella comienza a investigar hasta donde puede llegar. Por eso en estas edades
los niños/niñas son bastante insoportables y hasta uno pensaría que hacen las
cosas por perjudicarnos. Algunos adultos hasta les tenemos miedo a los niños en
estás épocas.
Pronto los padres se dan cuenta que los castigos no
sirven mucho en una mente tan brillante y comienzan a usar el viejo
modelo de re-programación mental, basado en el miedo.
El miedo es un
sistema efectivo. Siempre cumple su función y aquí la pequeña mente comienza a
ceder y entender que existen límites para poder convivir con otras personas. El
miedo se aplica mediante castigos más severos o también en algunos ignorantes padres “europeos” que
inventan figuras fantasmales para atemorizar
al pequeño (“europeos” es un término acuñado en este blog que hace referencia a
unos supuestos habitantes en una de las lunas de Júpiter llamada Europa. Esto
con el fin de no “descobijar” a nadie o que nadie se sienta ofendido o aludido
con los temas aquí tratados). También es muy común la ridiculización del niño ante otros, pero esto es más efectivo entre
los 7-8 años en adelante.
Habiendo comprendido esto, podemos ver 2 formas básicas
de re-programación mental que son el miedo y la ridiculización.
Si tú observas, los medios de comunicación aplican estos dos temas a través de
las noticias. Esto no se hace por maldad
o por conspiración, sino porque son
modelos muy antiguos y efectivos de lograr objetivos, que en este caso es
vender productos, pues el miedo causa aceptación. Y aclaro, no estoy diciendo que sean malos. Los que trabajan
en los medios de comunicación o son dueños, al igual que tú necesitan comer,
vestirse, divertirse y ese es su trabajo o negocio.
El problema esta en los excesos. Y si tú excesivamente
ingresas basura informativa a tu cerebro,
pues finalmente terminarás proyectando toda la jodidez que allí se expresa. Sé que
me dirás que tú puedes con eso, y volvemos al mismo punto una y otra vez. Por
favor, ve y visita todos los días un hospital, habla todos los días con gente
enferma, te aseguro que hasta tendrás la sensación de estar enfermo y cansado,
hasta que finalmente terminarás en una cama. Intenta estar con la pobreza de la humanidad, vívela a diario, habla de ella y observa tus resultados
en un tiempo.
Quizás te estarás preguntando si con el miedo puedo programarme hacia el bienestar.
Es una pregunta muy inteligente, pues ya habrás llegado a la conclusión de que
el miedo es una emoción muy poderosa. Si,
es posible. Algunos autores de temas sobre motivación concluyen en sus estudios
que si ligas en tu cerebro la idea
del placer a algo que deseas y el miedo a no conseguirlo, tu cerebro
se encargará de buscarlo con vehemencia. En otras palabras habrás re-programado tu mente hacia tu éxito personal.
Sin embargo, en mi opinión como investigador del pensamiento
humano, llegué a la conclusión de
que el fuego no se combate con fuego, o la guerra con guerra, o lo negativo se
combate con lo negativo. En mi parecer, de acuerdo a mis investigaciones, el
amor es el mejor re-programador mental hacia el éxito personal.
Existe un mecanismo de re-programación mental que
la psicología cognitiva llama anclas psicológicas. Yo le llamo cariñosamente
anclas emocionales. Las anclas emocionales son eventos en nuestra vida
y se activan ya sea por un color, olor, acción, música, etc. que hemos re-programado anteriormente.
Por ejemplo yo he usado en los últimos años, o mejor e
creado un ancla emocional apretando mi puño derecho cada vez que estoy en un evento
placentero o que me ha ocurrido algo agradable o dicho de otra manera, cuando
en mi sistema de creencias he percibido algo como agradable, inmediatamente
aprieto el puño derecho.
Esto ha hecho que cada vez que sienta emociones negativas o contrarias a lo que deseo, entonces activo mi ancla emocional para sentir esas emociones de bienestar y de inmediato mi
estado de ánimo cambia para poder seguir adelante o realizar lo que deseo.
Si observas, a diario usamos dichas anclas emocionales para “chingarnos”
como dicen mis bien amados hermanitos mexicanos. Por ejemplo he visto personas
que al estar estresadas siempre hacen el mismo gesto, ya sea sobarse la cabeza,
juntar sus manos, etc. y lo que están haciendo es programar una reacción emocional ante ese evento desagradable.
Cada vez que hagan ese gesto, de inmediato se desatan las reacciones químicas
en nuestro cuerpo que producen malestar y luego le pedimos a Dios que nos
ayude. (Suspiro)
Lo que puedes hacer a partir de este momento es “inventarte”
una marca corporal que jamás hayas usado. Por ejemplo juntar los dedos
meñique y pulgar cada vez que sientas o veas algo que te agrade mucho. Si lo
haces seguido, notarás con el tiempo que cada vez que lo realices sentirás como
si recorre electricidad por todo tu cuerpo de la emoción, cuando activas tu ancla
emocional.
Como todo en la vida, debes practicarlo a diario. No basta
con hacerlo hoy mientras lees esta información y ya. Debes insistir y persistir
con actividades que te apoyen en tu camino al éxito personal.
Ingeniero de Sistemas e Investigador del Pensamiento Humano y las emociones, y como estas influyen en las decisiones que tomamos cada segundo para tener éxito o fracaso.
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